José Ignacio Torreblanca

Sobre el autor

es Profesor de Ciencia Política en la UNED, director de la oficina en Madrid del European Council on Foreign Relations y columnista de EL PAIS desde junio de 2008. Su último libro “Asaltar los cielos: Podemos o la política después de la crisis” (Debate) se publico en abril de 2015. Ha publicado también "¿Quién Gobierna en Europa?" (Catarata, 2014) y "La fragmentación del poder europeo" (Madrid / Icaria-Política Exterior, 2011). En 2014 fue galardonado con el Premio Salvador de Madariaga de periodismo.

China y Estados Unidos, unidos por la desigualdad

Por: | 05 de noviembre de 2012

Parece que los astrónomos mayas estaban en todo, pero difícilmente su calendario podía prever que las dos principales potencias del mundo fueran a cambiar de liderazgo en menos de 48 horas. Por el lado estadounidense, desde luego, lo tenían fácil, pues la regularidad de las elecciones estadounidenses (el martes después del primer lunes de noviembre) ayuda  mucho. Por el lado chino, aunque el relevo en el liderazgo se produce cada cinco años, algo loable tratándose de una dictadura, el día exacto es algo más difícil de predecir (aunque las reservas de hoteles en Pekín, sospechosamente llenas desde hace tiempo para esta semana, y el calendario de acontecimientos oficiales, sospechosamente vacío para la semana entrante, daban bastantes pistas).

Pero más allá de todas las diferencias que separan a Estados Unidos y a China, existe una profunda similitud en las agendas políticas y en los debates que entrecruzan la política estadounidense y china estos días, una similitud que también se extiende por la vieja y, al parecer, decadente Europa. Es una similitud que nos habla de la universalidad, del hecho de que los ciudadanos de cualquier polis, siendo radicalmente diferentes en sus culturas, comparten agendas políticas y preocupaciones.

Y sin duda que no hay factor más transversal a todas que el de la desigualdad. La desigualdad, sí, que tras ser expulsada del discurso político por la libertad, ha vuelto a entrar con fuerza en el debate político. Como señala el Banco Mundial en su muy recomendable informe Inequality in Focus, aunque las desigualdades entre los países se ha reducido notablemente en las últimas tres décadas, no se han reducido como término medio dentro de los países más desarrollados.

China es uno de los casos más llamativos en cuanto al aumento de las desigualdades (véase este informe del Banco Mundial “China’s rising inequality: a race to the top”). Su coeficiente Gini (la medida más comúnmente usada para medir la desigualdad) pasó de 0.30 en 1980 a 0.45 en 2005 (siendo 0 la máxima igualdad en la distribución de la renta y 1 la máxima desigualdad). Este gráfico, elaborado gracias a la base de datos The Word Top Incomes Database muestra la evolución de la renta del 10% más rico en China desde el año 1980 hasta ahora.

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Y eso no es lo peor, pues dado el volumen de economía sumergida (se calcula que 2/3 de la renta proveniente de la economía sumergida está en manos del 10% más rico de la sociedad china), las desigualdades seguro que son mucho mayores que las que vemos en las estadísticas (véase este artículo del New York Times “China’s Hidden Wealth Feeds and Income Gap). Teniendo en cuenta que, para los sociólogos, más de 0.4 de Coeficiente Gini es la antesala de un conflicto político o social grave, China ya hace tiempo que habría traspasado ese umbral.

Algo parecido puede decirse de Estados Unidos, un país en el que las desigualdades tampoco han parado de crecer en las últimas tres décadas y, especialmente, desde el comienzo de la crisis de 2008. ¿Es cierto, o sólo una exageración, que las desigualdades en Estados Unidos están en los mismos niveles que en la “Gran Depresión”? Pues es cierto, véase el gráfico (misma base de datos) que compara la evolución de los ingresos del 10% con los de la media de la población.

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Los principales organismos económicos internacionales han advertido repetidamente a Estados Unidos de que sus índices de desigualdad no sólo son intolerables para una democracia avanzada sino que constituyen un muy importante freno a su recuperación económica (véase este informe del FMI, “Inequality and Unsustainable Growth: two sides of the same coin en el que se concluye que hasta el 50% del crecimiento de un país puede ser explicado en función de la distribución de la renta o este otro de la OCDE - Economic Survey of the United States con una recomendación importante en materia de desigualdad). Algunos informes incluso apuntan a que la desigualdad es mayor que en 1776

China y Estados Unidos, dos países, un destino, una misma debilidad ¿Es este el precio de ser una superpotencia?

 

Cinco mitos sobre el declive europeo

Por: | 02 de noviembre de 2012

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Traigo a los lectores de Café Steiner un informe sobre Europa con un tono distinto y, para variar, optimista. Se trata del informe coordinado por Indermit Gill, economista jefe para Europa y Asia Central del Banco Mundial. En él se pretende dar una visión crítica de Europa, especialmente en lo referente a la necesidad de reformar y adaptar su Estado del Bienestar, pero también se resaltan los increíbles logros alcanzados por los europeos en las cinco últimas décadas. De acuerdo, nos dice Gill, en las dos últimas décadas, los europeos se han hecho menos productivos y más viejos, mientras que a la par, mil millones de asiáticos se incorporaban al mercado global y Estados Unidos organizaba una revolución tecnológica basada en la información que ha transformado completamente nuestra manera de producir, organizar y entender.

 Pero esa necesidad de adaptación a un contexto cambiante, dice Gill, no debe hacer olvidar a los europeos que en las últimas cinco décadas Europa ha logrado para sus ciudadanos unos niveles de bienestar inéditos en la historia de la humanidad. Como muestra el gráfico que abre esta entrada, Europa puede estar orgullosa: mientras que Estados Unidos suma el 43% del gasto militar en el mundo, Europa acumula el 58% del gasto social en el mundo.

 Son cinco los mitos que tenemos que repensar, nos propone Gill*.

 Mito #1: Europa está en declive.

Pese a lo que comúnmente se cree, desde el comienzo de siglo hasta ahora, Europa ha crecido más y más rápido que Estados Unidos de tal manera que mientras que la primera sigue representando un 30% del producto mundial, EEUU ha descendido hasta el 23%. Además, si Estados Unidos es una máquina de integrar inmigrantes, dice Gill, Europa es una máquina de integrar estados y hacerlos converger económicamente entre ellos. Situarse en Dublín o  Varsovia y mirar dos décadas atrás es quizá el mejor ejercicio para desterrar la noción de que Europa es un fracaso (en el año 2000, la renta per cápita de Polonia era de 2.000 dólares, mientras que hoy es de 13.000).

 Mito#2: El capitalismo europeo está en crisis.

Sólo relativamente, pues si se comparan los flujos de capital globales, las finanzas europeas son más sanas que la chinas, que insisten en colocar sus ahorros en deuda de países ricos en lugar de invertirlos en casa para mejorar el nivel de vida de la población, e incluso también que las estadounidenses, que tienen una nivel de endeudamiento, fiscal y exterior, mayor que el europeo.

 Mito#3. Las empresas europeas no son competitivas.

¿Entonces cómo se explica una década de exportaciones europeas masivas a Brasil, Rusia, India y China? Cierto que las economías del sur de Europa se han quedado atrás, admite Gill,  pero eso no debe oscurecer la tendencia dominante.

 Mito#4. Los estados son demasiado grandes.

Cierto, dice Gill, como media los Estados europeos son in 10% más grandes en tamaño (recaudan más y gastan más respecto al PIB). Eso es lo que cuesta el “modelo social europeo” (pensiones, desempleo y educación y sanidad gratuita o fuertemente subvencionada), pero se trata de un modelo exitoso económicamente en un gran número de países europeos (no necesariamente en el sur de Europa).

 Mito#5. Europa tiene que deshacerse de su modelo económico.

Falso, dice Gill, el modelo necesita reformas pero los principios que lo organiza siguen siendo los validos. Países como Dinamarca, Suecia o Finlandia demuestran que se puede ser un estado cohesionado, con servicios públicos de calidad y, a la vez, innovar, exportar y ser competitivos internacionalmente.

Cinco razones para no salir corriendo y encarar el futuro con algo más de optimismo.

 

* El informe completo puede descargarse en el siguiente vínculo. También se puede consultar una versión reducida del informe en el número de otoño (2012) de la revista http://www.europesworld.org/ o consultar aquí las 112 páginas del informe

El País

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