José Ignacio Torreblanca

Obelix se deslocaliza

Por: | 11 de enero de 2013

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Gerard Depardieu ha tomado la decisión de deslocalizarse. Su deslocalización ha sido doble: fiscal e identitaria. Respecto a la primera, ha huido de un régimen fiscal que considera abusivo, especialmente tras introducir François Hollande un tipo marginal del 75% para las grandes fortunas. Depardieu argumenta que desde los 14 años ha trabajado incansablemente, lo que le ha supuesto al fisco francés 145 millones de euros en impuestos y se lamenta de que alguien como él, que no es rico por herencia sino por su talento y creatividad sea exprimido fiscalmente como si fuera un delincuente. Para ello se acogido al régimen fiscal belga, mucho más favorable y a la proximidad de la ciudad de Nechin, a sólo 700 metros de la frontera francesa, donde al parecer un tercio de sus residentes son “refugiados fiscales” franceses.

Pero ha dado un paso más: ofendido por las críticas públicas que ha recibido ha aprovechado sus contactos en Rusia para dar un golpe de efecto y hacerse con la nacionalidad rusa. Putin, siempre presto a dejar en evidencia a sus vecinos europeos, ha tomado la ocasión al vuelo y ha aprovechado para hacer una campaña mediática con el actor. No sabemos si Depardieu pondrá su dinero donde ha puesto su pasaporte, y tampoco se lo aconsejaríamos: los rusos ricos no se fían de Putin más que Depardieu de Hollande, como prueba el hecho de que las grandes fortunas rusas estén en Chipre (lo que por otra parte explica en interés ruso en ayudar a un rescate del sistema bancario chipriota).  ¿O quizá sea ese parte del plan? (hacerse con un pasaporte ruso para poner a buen recaudo el dinero en Chipre? Nunca se sabe.

Hay dos ángulos posibles para tratar este tema. Dejo a los lectores la decisión.

Moral-ciudadano. La actuación de Depardieu es inmoral. Un hombre que ha encarnado a todos los héroes franceses (Cyrano, Porcos y Obélix) no puede simplemente irse a otro país para pagar menos impuestos y devolver su pasaporte. Ser francés implica aceptar un estado fuerte y un estado del bienestar generoso. Eso requiere impuestos altos. Su actuación es una afrenta a Francia y a los franceses y una prueba de lo insolidarios que son los ricos y cómo se aprovechan de las diferencias entre sistemas fiscales. Por otra parte, es evidente que si Depardieu fuera belga o hubiera nacido en Rusia, no sería quién ese. Su éxito es bueno para Francia, pero se lo debe a Francia.

Económico – racional. Los individuos son agentes económicos racionales que buscan maximizar sus beneficios.  En una economía abierta,  los capitales son móviles y, afortunadamente en el contexto europeo, también los individuos. Depardieu es un empresario y no ha hecho nada distinto de lo que hacen las empresas todos los días: buscar el máximo rendimiento por sus activos. Si Apple hace los Iphones en China, Zara manufactura sus prendas en Marruecos, o Google factura desde Irlanda, ¿por qué tiene Depardieu que residir en Francia? Si lo que ha hecho Depardieu es legal, entonces está bien. Si Europa quiere cambiar la legislación sobre libertad de circulación o armonizar los sistemas fiscales, que lo haga. Mientras tanto, Obélix se puede deslocalizar y vender sus menhires en otro sitio.

Hay 7 Comentarios

"No deberia ser tan facil deslocalizar empresas ni llevarse el dinero de un pais. Son su riqueza, sus recursos."

Pues, mira... y yo creyendo que el dinero era de su dueño, y ahora me doy cuenta que es del país. Mira tonto que he sido creyendo que tengo algo en propiedad, ahora me doy cuenta que es ajeno. ¿Qué pasa cuando lo gasto? ¿De quién es lo que compro? ¿Ajeno también? ¿Mi trabajo también es ajeno?

Mi voto por la opción A: Y añado que el hecho de que un ciudadano sea rico "por su talento y creatividad" no le exime de la obligación de contribuir a la sociedad que le ha permitido prosperar en función de sus posibilidades y de la situación del país. La despreciable actitud de Depardieu y otros de su calaña demuestra la imperiosa necesidad de reforzar los controles del Estado frente a la lógica perversa de la globalización capitalista.

Creo que no se debe defender lo que ha hecho Depardieu, sobre todo si se tiene en cuenta que se trata de una persona que tiene la vida muy resuelta desde hace mucho tiempo.

No obstante, si es verdad que durante el 2011 ha tenido que pagar el 80% de sus ingresos, entonces hay que entender que eso tampoco es razonable.

Que triste. Pero no todos los que tienen grandes fortunas son como él. Otros son mas responsables para con la sociedad en la que crecieron. Por otra parte, el Estado debe protegerse a si mismo, a sus ciudadanos. No deberia ser tan facil deslocalizar empresas ni llevarse el dinero de un pais. Son su riqueza, sus recursos.

Cuando se gana mucho el mutualismo del estado empieza a perder sentido racional y sólo se sustenta con argucias morales, no con razones prácticas. Las clases medias y trabajadoras ven una proporción razonable entre lo que ponen en el sistema y lo que reciben de él. Pero ni las empresas ni los muy ricos -a menudo constituidos formalmente como empresas- obtienen mucho de este mutualismo, y es normal que se alejen de él. A veces no es cuestión de dinero sino de posibilidad: la tendencia a la deslocalización tributaria va "democratizándose", y existen profesionales cualificados que usan esquemas similares al de Depardieu, por supuesto conservando sus pasaportes y sin dar la nota.

Es llamativa la denominación de las dos opciones: Moral-ciudadano y Económico – racional.

No me acaba de convencer del todo la forma en que se separa la moral de la razón, pero bueno, supongo que hace referencia a la razón del mundo actual. Respecto a Obélix, y a todos aquellos que defienden la opción "Económico – racional": mientras sean consecuentes con sus opiniones pues poco que objetar, cada uno hace lo que quiere.

Eso si, desde el mismo momento en que Obélix no vive en Rusia me parece rastrero ("Económico – egoista" diría). Igual que aquellos que defienden lo privado frente a lo público hasta que les diagnostican un cancer, esclerosis, o problema cardiaco, y luego acuden raudamente a los servicios públicos sanitarios (y conozco casos de 1º mano).

El dinero quiere lo que quiere. La voluntad no puede ponerse en su camino. Como el agua, que siempre tiende hacia el mar, los más altos y fuertes diques solo aumentan su potencial de crecimiento. Más se prohibe la droga, más sube de precio. Prohibirle el movimiento lo excita, aumenta los incentivos perversos.
Soros, que de lo que quiere el dinero sabe un poco, tiene clara la diferencia entre el inversor, que es sirviente del dinero y el ciudadano Soros.
¿Hay algún incentivo que pueda llevar a Obelix a pagar?. No. Que te claven el 75% es, a todas luces, injusto. Los discretos empresarios españoles tienen acciones, empresas patrimoniales y SICAV. La calderilla, los 200, 300 millones que necesitan para sus cositas los sacan de ahí.
A los pobres nos debería preocupar más lo de los masters of the universe, google o apple. En este diario estan cerrando un ERE con más de 800 despidos porque el dinero de la publicidad pasó de las páginas a adwords. En todo caso lo de Danton debería servir para reconocer que las buenas intenciones (morales) de los impuestos progresivos no funcionan: ni recaudan ni cohesionan. Los ricos los pueden eludir.
¿Entonces?. Que paguen un máximo como todo el mundo y el resto es de ellos pero, a partir de cierta cantidad, reciben bonos a 15 años. Lo otro es mantener la ficción de bruto o neto. Y la de aumentar los gastos innecesariso de las empresas porque en lugar de dárselo a hacienda se compran volvos para los jefes.
Supongo que no viviré para ver a los políticos bienintencionados entender el dinero o dejar de ser convencidos por él. En todo caso, para la próxima vida me pido, como atributo principal, el talento para el ridículo: yo quiero ser como depardieu y putín.

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Sobre el autor

es Profesor de Ciencia Política en la UNED, director de la oficina en Madrid del European Council on Foreign Relations y columnista de EL PAIS desde junio de 2008. Su último libro “Asaltar los cielos: Podemos o la política después de la crisis” (Debate) se publico en abril de 2015. Ha publicado también "¿Quién Gobierna en Europa?" (Catarata, 2014) y "La fragmentación del poder europeo" (Madrid / Icaria-Política Exterior, 2011). En 2014 fue galardonado con el Premio Salvador de Madariaga de periodismo.

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