José Ignacio Torreblanca

La extraña pareja

Por: | 22 de enero de 2013

Kohl-mitterrand

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ahí están: la pareja más extraña de la tierra. Ninguna rivalidad histórica ha acabado así, de la mano, conmemorando juntos la muerte de más de setecientos mil soldados de los dos países en la Batalla de Verdún (1916). Un continente, una civilización que supuestamente era la más avanzada en la historia de la humanidad enloqueció de nacionalismo y autoritarismo: pocas veces el contraste entre la altura tecnológica y la bajeza moral de la humanidad ha sido tan elevada. Esos jóvenes franco-alemanes que perdieron la vida en las alambradas de Verdún lo hicieron para nada: ninguna idea buena o principio triunfó ni resplandeció después de esa guerra. Alemania se libró del Kaiser, pero cayó en el nacionalismo, y Francia quedó debilitada y agónica, culminando su desgarro histórico con la humillación histórica y moral que representó la ocupación alemana y el régimen de Vichy.

Pero a veces la historia acaba bien. Hoy, Francia y Alemania celebran su reconciliación, el 50 aniversario del Tratado del Elíseo (1963), y lo hacen con una reunión conjunta de sus dos cámaras, un consejo de ministros conjunto en Berlín y con múltiples razones para la satisfacción. Con altos y bajos, recelos y miradas de reojo, la relación franco-alemana ha sobrevivido a todos los avatares.

Es cierto que la pareja está en sus horas bajas. En ese sentido, la foto de Kohl y Mitterrand ha sido premonitoria: hay un socio que es demasiado grande y otro que es demasiado pequeño. No es sólo un problema estético: Alemania cree en la austeridad y las exportaciones; Francia, por el contrario, siempre se ha sentido cómoda con el déficit y el proteccionismo. Una, Alemania, huye del militarismo y recela del uso de la fuerza; otra, Francia, huye de la decadencia y no tiene miedo a reivindicarse en el uso de la fuerza (Libia, Mali).

Dos países tan sumamente diferentes que, efectivamente, parecerían condenados a no entenderse. Y sin embargo, ahí los tienen: ambos encontraron en la construcción europea la otra cara de su identidad nacional, la posibilidad de superar su trágica historia. Europa ha permitido a Francia seguir creyendo que era una potencia y a Alemania volver a serlo. Pero hoy las cosas han cambiado: los franceses saben que no son una potencia y los alemanes saben que lo son pero se resisten a asumirlo.

¿Sobrevivirá la pareja a este cambio? Mi intuición es que sí: se habla de divorcio, de frialdad, pero el amor a los cincuenta es lo suficientemente inteligente para permitirnos ser indulgentes con las carencias propias y ajenas a la vez que valorar extraordinariamente los momentos de lucidez y las virtudes que todavía quedan en la pareja.  ¡Felicidades!

Hay 6 Comentarios

Muy buena la metáfora del matrimonio para describir las relaciones bilaterales francogermanas. La foto no tiene desperdicio, por cierto; esos señores fueron dos estadistas como la copa de un pino.

Da casi risa verles juntos..

Muy interesante la verdad, desconocía los detalles, investigaré más al respecto.
saludos

El alejamiento en el tiempo de la II Guerra Mundial favorece amnesias inquietantes en el Viejo Continente.

Es cierto que esa reconciliación histórica abrió la gran oportunidad de superar nacionalismos y construir Europa. Pero ahora nos encontramos con que solo con unir nuestros destinos en una única realidad política, no es en modo alguno suficiente. Vale, queremos ir juntos, pero ¿a donde? En este mundo globalizado, ¿qué proyecto de sociedad tenemos? ¿Solo vencer las heridas del pasado?

La realidad es que nos faltan ideas fuerza para construir un nuevo futuro que no sea solo perpetuar el pasado. Acabo de encontrarme un artículo interesante al respecto:
http://www.otraspoliticas.com/politica/la-crisis-es-sobre-todo-de-ideas

¿de verdad es tolerable que un país de un club supuestamente democrático cante "Deutschland, Deutschland über alles, über alles in der Welt" y actúe en consecuencia?.
Estos dos de la foto vivieron la guerra y pueden sentir el pathos, ese sentimiento de horror y compasión que nos une como humanos por encima de las circunstancias, convicciones religiosas y culturales.
Pero la verduga de Kohl, la sirvienta de los usureros alemanes, nació en 1957. La adalid actual de la ideología de culpa y castigo, no comparte esa experiencia ni esos sentimientos.
Y nuestros sumisos obsecuentes locales, acostumbrados a bailar el agua a quien manda (Rubalcaba: "Alemania manda más que nunca", por no mencionar a los otros) mirarán llegar al parado 6 millones desde detrás de la barricada que defiende al congreso de los ciudadanos.

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Sobre el autor

es Profesor de Ciencia Política en la UNED, director de la oficina en Madrid del European Council on Foreign Relations y columnista de EL PAIS desde junio de 2008. Su último libro “Asaltar los cielos: Podemos o la política después de la crisis” (Debate) se publico en abril de 2015. Ha publicado también "¿Quién Gobierna en Europa?" (Catarata, 2014) y "La fragmentación del poder europeo" (Madrid / Icaria-Política Exterior, 2011). En 2014 fue galardonado con el Premio Salvador de Madariaga de periodismo.

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