José Ignacio Torreblanca

El embajador alemán está cansado

Por: | 29 de abril de 2013

Silberberg
Se agradece que el Embajador alemán, Reinhard Silbergerg, baje a la arena política y se dirija directamente a los españoles para explicarnos la política de su gobierno (véase su tribuna en EL PAIS del pasado viernes, “Desde la profunda amistad”). 

Ahora bien, si lo que el Embajador pretendía en su tribuna era hacer un ejercicio de pedagogía y relaciones públicas a favor de Alemania y la política del gobierno de Angela Merkel, el tiro desde luego le ha salido por la culata. La diplomacia pública no es que sea una ciencia exacta, pero desde luego, el tono regañón de la misiva del Embajador es bastante poco afortunado precisamente en el día en el que España se despierta con el mayor dato de paro de su historia.

Preocupa que en el planteamiento del Embajador se mezclen dos supuestos bastante preocupantes: uno, que los españoles somos algo limitados y no entendemos bien la política de Alemania a pesar de su cristalina claridad; dos, que la entendemos perfectamente pero que actuamos de mala fe criticando a Alemania (esto insinúa en su primer párrafo cuando dice que el diálogo entre Alemania y España no siempre se mantiene de modo “honesto” y “limpio”).

Al contrario, machaconamente, cada párrafo comienza con un “Me cansa tener que leer u oír una y otra vez…”. Así hasta nada menos que ocho veces. ¿Y de qué está tan cansado el Embajador”? De que se difame a los alemanes comparándolos con los nazis y que se les acuse de egoístas, insolidarios, hegemónicos, obsesos con la austeridad, insensibles, aprovechados y anti-europeos. Lo más grave, el lamento de aquiescencia con la difamación: “¿Dónde estaban los españoles cuando se trataba de defender a la Canciller Merkel de las calumnias que la asemejan con los nazis”?, se queja el Embajador.  

 

De esa retahíla de acusaciones seguro que deducen que el Embajador no es que esté cansado, sino más bien profundamente ofendido e irritado. Pero eso nos sitúa en el lado de las emociones, que es precisamente lo que deberíamos evitar. Para comenzar, España es un país donde muy excepcionalmente se han producido o producen esas acusaciones. Es más, cuando se han producido, por lo menos en este diario, ha supuesto la retirada del artículo en cuestión o una severa condena social. En cualquier caso, esa no es la cuestión.

Confundir la política de un gobierno, la libertad de expresión y la voluntad y el honor de toda una nación es algo que se debe siempre evitar, máxime en momentos tan sensibles como el actual, cuando los estereotipos nacionales y los chovinismos ya se han exacerbado hasta un punto muy peligroso. ¿Se debe disculpar el Embajador alemán por las portadas de la prensa sensacionalista alemana, donde día tras día se difama al Sur de Europa y a sus habitantes como vagos ? (véase la reciente portada de Spiegel donde sale un paleto con boina montando en un burro cargado de billetes)*. No es ese su papel. De lo que hablamos es de política, y de discrepancias que son totalmente legítimas.

Como se ha visto esta semana pasada, en el día que España conoce el peor dato de paro de su historia, la Canciller Merkel se muestra preocupada por una posible bajada de tipos de interés. Pero no hace falta ir tan lejos: en su carta, el Embajador alemán nos explica que los eurobonos “agudizarían la crisis ya que reducirían los estímulos para mantener la disciplina presupuestaria y frenarían el necesario proceso de ajustes”.

Se preguntarán: si hemos acordado que los Estados pueden tener hasta un 60% de deuda sobre el PIB, ¿por qué esa deuda no la podemos emitir conjuntamente de tal manera que al estar respaldada por el euro y el Banco Central Europeo, los tipos de interés fueran más bajos que lo que pagamos ahora a los mercados? Estamos ante el discurso de siempre: los eurobonos son como el ibuprofeno, si te lo tomas, enmascaras la fiebre y se te olvida que estás enfermo. Es mejor por tanto pagar altos intereses por nuestra deuda, aunque eso signifique recortar partidas sociales esenciales e hipotecar el crecimiento que precisamente nos llevaría a pagar las deudas.

Detrás de ello, algo muy preocupante: que Alemania no confía en España. Pese a todas las normas que se han aprobado para reforzar la vigilancia presupuestaria en el marco de la UE (Tratado Fiscal, reforma de la Constitución Española, 6 pack, 2 pack), Alemania sigue sin confiar en que España mantendría las reformas estructurales si se rebajara la presión de los mercados. Ni tipos bajos ni eurobonos, ni por el lado privado ni por el público. Si no duele no funciona. Desde la profunda amistad y, claro, desde el cansancio de no poder confiar en nosotros.

* Véase un análisis de Andrés Ortega sobre la tergiversación de las estadísticas del BCE que llevó a Spiegel a titular su portada del burro "La mentira de la pobreza: cómo los europeos del Sur esconden su riqueza

Hay 13 Comentarios

Hace mucho tiempo señor embajador que estoy cansado de tanta prensa teutona, le dire porque, cuando veo su falta de compromiso europeo,solidaridad,generosidad,comprension, etc...¿Qué hubiera sido de su país sin el plan Marshall?, o sin la solidaridad europea cuando ustedes se unieron con la RDA, y le pasaron, por alto su gigantesco déficit?, además de todo lo dicho antes, veo que son unos dememoriados desagradecidos, se lo dice un humilde ciudadano del sur...que no ha perdido la memoria, ni su dignidad.

Me cansa que las políticas económicas que se nos imponen, dimanen de personas que, mayoritariamente, no han sido elegidas como resultado de elecciones libres.
Me cansa que el gobierno europeo no sea elegido por el Parlamento europeo sino por no se sabe quién.
Me cansa que toda la política económica consista en hacer perder salarios, directos e indirectos, de los asalariados.
Me cansa vivir en una sociedad dónde nada valen el esfuerzo, el conocimiento ni el trabajo, sino únicamente el "conocimiento" y el "contacto" que te hace acceder a un negocio.
Me cansa vivir en una sociedad en que la desigualdad (¡ojo! no hablo de la riqueza o pobreza, sino de desigualdad) no ha hecho sino aumentar en los últimos 10 años, como lo ha hecho en la misma Alemania.
Me cansa que mi jefe gane más dinero que hace 7 años y yo la mitad.
Me cansa la inmensa manipulación a la que estamos siendo sometidos.
Me cansa este embajador. Si está tan cansado quizá pueda pensar en volver a su país.

Me alegra mucho leer su comentario. Medido y valiente.
Dos cosas;
-Lo del Ibuprofeno, buenísimo y tan cierto...
-" Si no duele no funciona". Exacto ¿ Lutero o Calvino? me pierdo un poco, pero uno de ellos.
Damasio le explicaría bien al embajador las consecuencias que tienen las emociones, también en la política.

Pues a mi esta entrada de Torreblanca me ha parecido excesiva. Nadie se escandalizaría si nuestro embajador en Alemania escribiese un artículo expresando su cansancio porque los españoles aparecemos a menudo en su prensa como vagos y poco fiables. Sería lo más normal del mundo que nuestros representantes intentasen dar a conocer la intensidad de nuestro esfuerzo económico y social y es lo más normal del mundo que los alemanes hagan lo propio. Si los diplomáticos no pueden intentar acabar con los prejuicios nacionalistas ¿para qué sirven?

Sobre los hipotéticos eurobonos es obvio que al final los habrá, pero también es obvio que si Alemania no se hubiera negado a ello España hubiese seguido incrementando su gasto público a costa de la deuda. Sin la inicial negativa alemana no se hubiesen tomado medidas estructurales.

Y desde luego, cuando existan los eurobonos, los intereses serán menores para los españoles, pero más altos para otros muchos europeos.

La prensa española sitúa siempre como coincidentes las propuestas españolas y el interés europeo, pero es muy interesante que los alemanes nos expliquen porqué ellos entienden que el interés europeo está mejor defendido por sus propuestas.

El artículo del embajador, además de muy poco diplomático, insulta a la inteligencia de los españoles cuando, pretendiendo rechazar las críticas a la actitud alemana en la crisis europea, insiste en los mantras neoliberales alemanes que nos están machacando: exaltación de la competitividad e imposición de ajustes despiadados para conseguirla. Hay que reconocer coherencia a los alemanes, pues los primeros en aplicarse la purga fueron ellos, pero que ellos quieran sufrir no significa que los demás también lo queramos, ni mucho menos que nos lo puedan imponer. Una vez más, el problema está en una asfixiante Unión Europea que destruye la soberanía de las naciones e impone soluciones uniformes, artificiales y antidemocráticas. Rompamos las cadenas europeístas para que los alemanes, si quieren, puedan autocastigarse en libérrimo ejercicio de su inalienable soberanía y los demás podamos respirar en el igualmente inalienable ejercicio de las nuestras.

El gobierno español debería solicitar que se disculpase y en caso contrario pedir al gobierno alemán sus sustitución.
Es el embajador menos diplomático del mundo.

No estará cansado de ejercer diplomacia de calidad, desde luego...
http://enjuaguesdesofia.blogspot.com

Yo, francamente, lo que no entiendo es porqué debemos salir los españoles a defender a Merkel. Desde la amistad fraterna, querido embajador, podría explicármelo? Claro que, como soy español y huelo a ajo, quizás no entienda sus sesudas argumentaciones.

Muy bueno su artículo, Torreblanca. El señor embajador de Alemania no puede dejarse llevar por el cansancio, o al menos demostrarlo. Y si está cansado que descanse un poco, por ejemplo en playas españolas, si no le cansan. No creo que el artículo del señor embajador de Alemania refleje el sentir del pueblo alemán ni el de su gobierno.

Tiene usted razón. Mala cosa, sí, mala cosa. Porque si los españoles no confiamos ni en el gobierno y sus medidas, ni en las instituciones, ni en los bancos, ni en el empresariado de la nación, dificilmente se le puede pedir al embajador alemán que confíe en España. Así que me pregunto (en caso de que la función de un embajador se mida según criterios piadosos) por qué deberíamos exigirle confianza, si nuestro país (en particular sus jóvenes) ya no muestra confianza en sí mismo.

Ni el mejor contrato del mundo, el mejor redactado y fundamentado, puede superar el obstáculo de la mala fe, la voluntad de interpretarlo al pie de la letra y sin embargo, traicionar el espíritu y la intención original con que fue firmado (vg: los tratados europeos).
Ya no podemos confiar en Alemania. Sus bancos y su deuda obtienen ventajas de nuestro empobrecimiento. Perdemos cotizantes, empleos y a los mejores jóvenes (que Alemania no duda en invitar). ¿Entonces?.
Un par de guiones, no excluyentes entre sí, que podrían diluir un poco el euro, mejorar la competitividad y, aliviando el cansancio alemán, convencerles de alguna idea kantiana y que los juristas tardarán un tiempo en descubrir su posible falta de legalidad.
Uno. "bones" . El gobierno emite deuda a cada rato. Los españoles podríamos prestarnos a nosotros mismos: pagarnos la paga extra, la dependencia, la investigación, la protección de los bosques, la red inteligente, la reconversión energetica, con bonos negociables a 10 años. Quien cobre en "bones" y necesite el dinero de inmediato tal vez consiga "en la calle" unos 300€ por cada mil. Pero quien puede aguantar, al cabo de 10 años tendrá los 1000 (quienes aceptaron los bonex en Argentina tienen todo su dinero del corralito).
Dos. Se imprime un papel denominado "estonoesuneurobono", de deuda mutualizada España, Francia, Italia, Portugal, Grecia. La especulación ataca la deuda atacando a los paises uno a uno. Esta deuda costará la mitad.
En todo caso, el euro se acercará alegremente a 1,15 U$S y seremos felices.
Todo esto no quita que debamos preguntarnos porqué la señora que administra la ruina de España/Sareb cobra 33000 €/mes. Debería cobrar comisión por los pisos que consiga vender, no por ocupar su sila.

Cuando leí el articulo del embajador alemán me produjo una gran irritación. Su tono de regañina de papá malhumorado es inadmisible. Sus opiniones sobre el pueblo español son una extensión de la basura amarilla que esparce su prensa y que su venerada Merkel hace suyas de cara a ganar unos votos que va perdiendo. Su pretendido cansancio es una continua ofensa a la inteligencia. En fin ¿que se podría esperar de tan fiel discipulo? Solo eso: más

¿Desde QUÉ profunda amistad habla éste señor?
¿Donde está la canciller Merkel cuando se trata de defender enérgicamente en su país que los mediterráneos NO somos unos vagos que viven mejor que ellos? Al parecer ESO no le cansa a tan ilustre y amistoso señor embajador. Al señor embajador le duelen sus cosas, cuánto lo lamentamos. Y a los demás nos duelen las nuestras, por una austeridad equivocada desde el principio y que nos viene siendo IMPUESTA desde su país, muchas gracias, qué gran amistad la suya. ¿Pedirán perdón a sus buenos amigos por haberles perjudicado con su obsesión austérica?
Que los bancos y landerbank alemanes dieran créditos insensatos a bancos y cajas españoles, pero no asuman pérdidas y quieran cobrar a toca teja, eso tampoco le cansa al señor embajador. Sobre eso, esa "profunda amistad" no tiene nada que decir.
Que ellos se financien a tipos negativos y nosotros tan caros, en gran medida por las terquedades del Bundesbank en el BCE, vaya, eso tampoco le cansa a nuestro gran amigo del alma.
Puede llevarse de vuelta esas zalamerías mezcladas con mal disimulado cabreo a su país, señor. Ya conocemos su visión moralista y estirada hacia nosotros, ya sabemos que nos tienen por vagos y corruptos que no somos de fiar. Pero también sabemos de las corruptelas políticas que tienen en sus Landerbank. Y también sabemos que nos están imponiendo un trato injusto. Pero en fin, ya que anda exhibiendo amistades profundas, podrían pagarle las compensaciones de guerra a Grecia sin que se lo pidan. Obras son amores, ya sabe.
El ideal europeo está hecho trizas. No nos hagamos los inocentes a estas alturas.

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Sobre el autor

es Profesor de Ciencia Política en la UNED, director de la oficina en Madrid del European Council on Foreign Relations y columnista de EL PAIS desde junio de 2008. Su último libro “Asaltar los cielos: Podemos o la política después de la crisis” (Debate) se publico en abril de 2015. Ha publicado también "¿Quién Gobierna en Europa?" (Catarata, 2014) y "La fragmentación del poder europeo" (Madrid / Icaria-Política Exterior, 2011). En 2014 fue galardonado con el Premio Salvador de Madariaga de periodismo.

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