José Ignacio Torreblanca

Sobre el autor

es Profesor de Ciencia Política en la UNED, director de la oficina en Madrid del European Council on Foreign Relations y columnista de EL PAIS desde junio de 2008. Su último libro “Asaltar los cielos: Podemos o la política después de la crisis” (Debate) se publico en abril de 2015. Ha publicado también "¿Quién Gobierna en Europa?" (Catarata, 2014) y "La fragmentación del poder europeo" (Madrid / Icaria-Política Exterior, 2011). En 2014 fue galardonado con el Premio Salvador de Madariaga de periodismo.

El embajador alemán está cansado

Por: | 29 de abril de 2013

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Se agradece que el Embajador alemán, Reinhard Silbergerg, baje a la arena política y se dirija directamente a los españoles para explicarnos la política de su gobierno (véase su tribuna en EL PAIS del pasado viernes, “Desde la profunda amistad”). 

Ahora bien, si lo que el Embajador pretendía en su tribuna era hacer un ejercicio de pedagogía y relaciones públicas a favor de Alemania y la política del gobierno de Angela Merkel, el tiro desde luego le ha salido por la culata. La diplomacia pública no es que sea una ciencia exacta, pero desde luego, el tono regañón de la misiva del Embajador es bastante poco afortunado precisamente en el día en el que España se despierta con el mayor dato de paro de su historia.

Preocupa que en el planteamiento del Embajador se mezclen dos supuestos bastante preocupantes: uno, que los españoles somos algo limitados y no entendemos bien la política de Alemania a pesar de su cristalina claridad; dos, que la entendemos perfectamente pero que actuamos de mala fe criticando a Alemania (esto insinúa en su primer párrafo cuando dice que el diálogo entre Alemania y España no siempre se mantiene de modo “honesto” y “limpio”).

Al contrario, machaconamente, cada párrafo comienza con un “Me cansa tener que leer u oír una y otra vez…”. Así hasta nada menos que ocho veces. ¿Y de qué está tan cansado el Embajador”? De que se difame a los alemanes comparándolos con los nazis y que se les acuse de egoístas, insolidarios, hegemónicos, obsesos con la austeridad, insensibles, aprovechados y anti-europeos. Lo más grave, el lamento de aquiescencia con la difamación: “¿Dónde estaban los españoles cuando se trataba de defender a la Canciller Merkel de las calumnias que la asemejan con los nazis”?, se queja el Embajador.  

 

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Los cuatro jinetes de la corrupción

Por: | 24 de abril de 2013


4jinetesEl lunes pasado tuvo lugar en Madrid un interesante debate sobre el problema de la corrupción. Lo promovió el Círculo Cívico de Opinión (del que soy miembro) con motivo de la elaboración del documento “Corrupción Política” (puede leer el documento íntegro pinchando aquí) y contó con la presencia de Victoria Camps, Catedrática de Filosofía Moral y Política, Santiago Muñoz Machado, Catedrático de Derecho Administrativo, José María Serrano Sanz, Catedrático de Economía Aplicada y Fernando Vallespín, Catedrático de Ciencia Política, moderados por Iñaki Gabilondo.

Lo más interesante fue la confluencia en el debate de cuatro perspectivas complementarias sobre la corrupción: la ética, la jurídica, la económica y la política. Cualquier de ellas explica por sí sola la corrupción y su persistencia pero es la conjunción de las cuatro la que explica tanto su extensión como la dificultad de erradicarla completamente.

La primera es la dimensión ética: más allá de la forma política (dictadura o democracia), la corrupción se origina en la inmoralidad individual. El sistema puede incentivarla o penalizarla pero, no está nada de más el recordatorio, la corrupción existe primero y ante todo porque hay individuos corruptos. “El derecho” recordó Victoria Camps, “no está para hacer buenas a las personas”, es decir, pueden mejorarse mucho las leyes y los mecanismos legales para que se cumplan, pero siempre habrá zonas grises donde el individuo tendrá que decidir si cumplir o no cumplir. Esa dimensión ética también alcanza a la sociedad: si la corrupción existe es también porque en ocasiones existe “complicidad social” con la corrupción: se reelige a políticos corruptos porque son “de los nuestros” o porque los de los demás son más corruptos. Todo ello refleja una sociedad con un ethos débil, es decir con valores débiles y no compartidos por todos.

 

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Las consecuencias económicas del Excelgate

Por: | 22 de abril de 2013

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¿Pudo un error en una hoja de cálculo haber destruido casi por completo la economía de Occidente?, se pregunta Paul Krugman en su tribuna “La depresión de Excel”. “¿Cuántos puestos de trabajo se han perdido por culpa de Rogoff y Reinhart”? inquiere Dean Baker en The Guardian .

El escándalo en torno al fallido trabajo académico de Reinhart y Rogoff sobre la el crecimiento y el endeudamiento ha vuelto a poner encima de la mesa las delgadas líneas que en muchas ocasiones separan el análisis económico de la ideología política (el texto original de Herdnon, Ash y Pollin, está aquí:  Does High Public Debt Consistently Stifle Economic Growth? A Critique of Reinhart and Rogoff)

El caso, que bien podríamos denominar como el “Excelgate” ( Descargar HAP-RR-GITD-code) ha dejado por lo suelos la reputación de Reinhart y Rogoff, dos hasta la fecha respetadísimos académicos por, entre muchos trabajos considerados de primera fila, su imprescindible estudio “Esta vez es distinto: ocho siglos de necedad financiera” sobre crisis de deuda, burbujas financieras y bancarrotas a lo largo de la historia.

Lean la entrada de Luis Garicano “El error de Reinhart y Rogoff” en el blog Nada es Gratis y se quedaran  boquiabiertos: casos que faltan, errores de codificación y mediciones mal ponderadas. “¿Cómo es posible”, se pregunta  Garicano, “que dos economistas de tanto prestigio cometieran errores tan de principiante como excluir del análisis precisamente los datos que desmentían su análisis  sobre las consecuencias de un endeudamiento excesivo?”

Sin duda que, como académicos, Reinhart y Rogoff han fallado estrepitosamente (vean aquí su respuesta). Si la academia debe contribuir al debate público con datos contrastados y análisis informados, este desde luego no ha sido el caso. Al contrario, el trabajo de Reinhart y Rogoff, citado en repetidas ocasiones por el Ministro alemán de Hacienda, Wolfgang Schäuble, para justificar las decisiones políticas de la eurozona, ha servido para reforzar los prejuicios en lugar de para desmonatarlos.

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Thatcher, la desigualdad y el fin de las ideologías

Por: | 17 de abril de 2013

Hoy es el funeral de Margaret Thatcher, así que continúo con el examen de su legado que comencé en un post anterior (Desmontando estereotipos sobre la desigualdad) Allí traté la cuestión de hasta qué punto su legado podía interpretarse mirando al tamaño del Estado y concluía, tras observar los datos de la OCDE, que su legado estuvo más en la liberalización económica y la desregulación que en la reducción del tamaño del Estado (una conclusión que parece bastante extendida, véase Thatcher’s Legacy” en The Economist).

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Más democracia

Por: | 15 de abril de 2013

  Promesas politicasSi algo ha aprendido la ciudadanía en esta crisis es que el mayor problema de la democracia no reside necesariamente en aquello por lo que tantos lucharon históricamente, es decir, por poder elegir a sus gobernantes, sino en poder controlarlos, tanto de forma prospectiva, para que hagan aquello para lo que fueron elegidos, como de forma retrospectiva, para sancionarles por hacer aquello que no deberían haber hecho.

Traigo por eso a los lectores de Café Steiner un libro, “Las promesas políticas” de José María Maravall (Madrid: Galaxia Gutenberg 2013).  La preocupación central del libro es la calidad de la democracia, . Una democracia que no cumple con sus ciudadanos se deslegitimará; de ahí la relevancia de su primer capítulo, dedicado a las promesas políticas.

“Más” democracia no significa votar más veces. Organizar unas elecciones es sumamente sencillo. De hecho, España es una de las democracias que antes y de forma más transparente ofrece los resultados electorales. Pero controlar a los políticos para que cumplan aquellas promesas que les llevaron al poder: ese es el meollo de la cuestión. Ello requiere lograr una ciudadanía bien informada sobre lo que hacen sus políticos, lo que implica, además de medios de comunicación críticos, unas instituciones plurales e independientes, no sólo medio. También es imprescindible, señala Maravall, que exista la alternancia y el riesgo de ser desalojado del poder, que el poder, en definitiva, esté dividido

Otra cuestión importante tiene que ver con los sistemas electorales. Los proporcionales, suele creerse, son más justos que los mayoritarios, pues representan “mejor” a la ciudadanía. Pero Maravall introduce un consideración importante que viene, además avalada, por la evidencia empírica: los sistemas proporcionales, especialmente aquellos que terminan promoviendo gobiernos de coalición, acaban blindando a los políticos, pues no permiten castigar eficazmente a los partidos que una vez en el gobierno se desempeñan mal. Y, por último, señala Maravall, la democracia interna en los partidos no sólo es demandable por razones normativas, sino que, como demuestran los datos, mejora la posibilidades de victoria de los partidos.

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Desmontando estereotipos: Thatcher no redujo el tamaño del Estado británico

Por: | 10 de abril de 2013

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Un argumento recurrente en los panegíricos que estamos leyendo estos días a propósito de Margaret Thatcher es que como consecuencia de sus políticas, el Estado británico, un supuesto monstruo tan enorme como anquilosado, habría sido doblegado y reducido de tamaño. ¿Pero es esto cierto? Si miran el Gráfico que abre esta entrada, seguro que empezarán a dudar.

Thatcher gobernó entre 1979 y 1990, cuando su propio Partido, convencido de que  se dirigían a una debacle electoral, la apartó del poder. Cuando llegó al poder, el gasto público en el Reino Unido representaba el 44.6% del PIB. Como consecuencia de las crisis económicas, cuando aumentan mucho los gastos sociales y se reduce la recaudación, el gasto público llegó a subir hasta el 48.1% en 1983, lo que marca un récord histórico.

Cierto que cuando Thatcher fue forzada a dimitir en 1990, el gasto se había reducido hasta el 39.2%. Sin embargo, su sucesor, también conservador, John Major, que gobernó entre 1990 y 1997, aumentó rápidamente el gasto público hasta devolverlo a un nivel muy parecido al que encontró Thatcher cuando llegó al poder. De esa manera, en 1993, el gasto estaba otra vez en el 43.7%. Cierto que posteriormente, a expensas del crecimiento económico posterior, el gasto público perdió peso progresivamente.  Así pues, en 1997, el año en el que Major perdió las elecciones contra Blair, el gasto estaba en el 38.2%.

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Acabar con la salmodia del Más Europa

Por: | 08 de abril de 2013

 

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Traigo a los lectores de Café Steiner un comentario del libro “La UE: suicidio o rescate” (Tirant Humanidades, 2013, acceso aquí) de Juan Fernando López Aguilar, ex Ministro de Justicia, cabeza de lista por el PSOE en las elecciones europeas de 2009 y, en la actualidad, presidente del Comité de Libertades y Derechos de la UE. Su libro, apasionado y muy crítico, me parece enormemente necesario en estos momentos.

 Es encomiable que en estos momentos de crisis un representante electo quiera entablar un diálogo con la ciudadanía acerca de una cuestión tan importante y que de forma tan central está afectando a nuestras vidas. No hace falta por tanto estar de acuerdo con López Aguilar, aunque es difícil discrepar de muchas de sus afirmaciones, para dar la bienvenida a un libro que, ¡por fin!, antes de pedir “más Europa”, intenta entender cómo hemos llegado hasta aquí y llevar a cabo un análisis crítico y realista.

¿Cuáles son las claves de la crisis actual?, se pregunta López Aguilar. “Un diagnóstico erróneo (pues el origen de la crisis no fue fiscal, sino financiero), una estrategia fallida (la austeridad estrangula el crecimiento, destruye tejido productivo y genera paro y desempleo) y un recetario desastroso (penalidades sociales y sufrimientos indecibles en los países periféricos, condenados a la desesperanza, la eurofobia, al resentimiento nacional y el auge del populismo y de la extrema derecha)” (p.48).

¿Y cómo evalúa el autor la llamada “consolidación fiscal? Como “Parcial, por llamar ‘fiscal’ a un paquete de medidas que sólo imponen restricciones y corsés presupuestarios pero que no incorporan ninguna medida tendente a combatir las insufribles injusticias tributarias entre los Estados miembros de la UE y dentro de ellos. Insuficiente porque continúa sin asumir ninguna política tendente a estimular el crecimiento y a la adopción de herramientas con la que financiarlas (eurobonos, etc). Y sesgada, porque el enfoque no sólo es conservador sino que favorece impúdicamente a Alemania” (p.49).

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Una burbuja más para el inventario: la armamentistica

Por: | 05 de abril de 2013

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En mi columna de hoy en la edición impresa del Diario El PAIS (“Sin política exterior”) hago referencia a la “burbuja armamentística” que tiene hipotecada la operatividad y el presupuesto de las Fuerzas Armadas. Creo importante, más bien de referencia obligada, la lectura del trabajo de Bernardo Navazo “El impacto de la crisis económica en la defensa: autónoma irrelevancia o acción combinada” (OPEX 72/2013 de la Fundación Alternativas). En ese trabajo se detalla el proceso por el cual el presupuesto de Defensa está creciendo en la práctica mientras que, paradójicamente, la operatividad de las Fuerzas Armadas se reduce peligrosamente.

También lamenta el autor la opacidad del Ministerio, que “lleva a que se produzcan afirmaciones que, una vez estudiado con detenimiento el presupuesto y tenidas en cuenta las partidas ampliadas a lo largo del año, se revelan inexactas”. Cita el autor como ejemplo que se afirme que el 75 % de nuestro presupuesto se dedica a gasto en personal, que ha sufrido el Ministerio un recorte del 28 % desde 2008, cuando este es sólo del  45-50% o que el gasto en defensa en España es del 0,59 % del PIB cuando en realidad es del 1.3 – 1.5%.

A mi juicio, lo más interesante del trabajo tiene que ver con la descripción que hace, primero, de cómo en España los programas de armamento se han puesto en marcha independientemente de cualquier estrategia de seguridad nacional; y segundo, de hasta qué punto cada arma (Tierra, Armada y Ejército del Aire) ha sido autónoma para fijar sus propias prioridades de gasto y adquisición de material sin tener en cuenta su integración con las demás ni la doctrina para su utilización.

A lo que apunta el autor de la publicación es a la supeditación de los procesos de planificación del Ministerio de Defensa a las necesidades de política industrial y, especialmente, a la decisión de proporcionar una cartera de pedidos estable a empresas como Navantia (astilleros), Santa Bárbara (fabricantes de los tanques Leopard)  o EADS-Military ( la división militar del consorcio que fabrica el Airbus). 

En la segunda mitad de la década de los noventa el Ministerio de Defensa decidió modernizar equipamientos y Ejércitos adquiriendo 19 nuevos sistemas de armamento, los PEA. Como su adquisición, con alto contenido tecnológico y largo desarrollo, tenía precios inasumibles por el departamento, se decidió que el Ministerio de Industria otorgaría préstamos con interés cero por valor de 14.000 M€ en el periodo 1998-2012 a las empresas contratistas que llevarían a cabo su producción. Dichas empresas fueron, con casi total exclusividad, General Dynamics-Santa Bárbara Sistemas para el Ejército de Tierra, Navantia para la Armada y EADS y sus consorcios ad hoc para el Ejército del Aire” (&64).

Estamos pues ante otra burbuja. Pero lo más grave es que esos contratos no pueden ser cancelados, lo que supone que los impuestos de los ciudadanos van a seguir dedicándose a pagar unos compromisos absurdos. Y, por supuesto, como es habitual en España, no hay nadie que responda políticamente ni un Parlamento que se plantee hacer una comisión de investigación para depurar responsabilidad o, por lo menos, aprender de los errores cometidos.

P.D. En la foto, un Tanque Leopard, una reliquia de la guerra fría que España no desplegará nunca en ningún escenario posible de conflicto. Las batallas de tanques se han acabado pero como España los fabrica y quiere vendérselos a, entre otros, los saudíes, es necesario tenerlos en nuestro arsenal . ¿Cómo íbamos a vender algo que nosotros no tenemos? Un ejemplo de cómo la política de defensa se supedita a la industrial. [Comentario-respuesta a algunos lectores que protesta por el término "reliquia de la guerra fría]: no me refiero a que el tanque se antiguo, aunque su diseño sí que empezó en tiempos de la guerra fría, sino que la idea de tener grandes tanques pesados es típica de la guerra fría. ¿Cuándo tuvo lugar la última guerra en la que la victoria se decidió en una batalla de tanques? El tanque es tan moderno y eficaz como inútil para las necesidades de España].

A propósito del "escrache": 198 formas de protesta no violenta

Por: | 03 de abril de 2013

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La polémica surgida en los últimos días en torno al acoso a políticos (“escrache”) puesto en marcha por la Plataforma de Afectados por las Hipotecas (PAH) me ha recordado el trabajo de Gene Sharp, sin duda el mayor especialista mundial en formas de protesta no-violenta.

Lo más seguro es que Sharp no sepa lunfardo ni conozca los curiosos orígenes de este argentinismo que mezcla “escracho” (fotografía) y “escrachar” (romper, en este caso, la honra del objeto de condena). [Véase Boletín de la Academia Argentina de las Letras, Tomo LXVIII, nº 267-268, enero-junio 2003]

Pero el caso es que a Gene Sharp un aparentemente inofensivo profesor emérito de ciencias políticas de la Universidad de Massachusetts nacido en Ohio en 1928 se le atribuye ser el inspirador de los movimientos de protesta que derribaron a Slobodan Milosevic en Serbia, Víctor Yanukovich en Ucrania y Hosni Mubarak en Egipto.

Gene Sharp es el autor de multitud de obras sobre resistencia pacífica, no violencia y protestas contra regímenes autoritarios. Desde su modesto Instituto "Albert Einstein" y con la ayuda de una página web y decenas de voluntarios distribuidos por todo el mundo, el Profesor Sharp ha logrado que su tarea investigadora tenga un impacto mundial. [Vean por ejemplo sus obras en castellano, traducidas y disponibles gratuitamente en su página web]

Su libro “De la dictadura a la democracia” fue escrito pensando en la Premio Nobel de la Paz birmana Aung San Suu Kyi y tanto las autoridades iraníes como venezolanas y rusas (¡ay, siempre las mismas compañías!), han intentado en numerosas ocasiones desprestigiarle asociándole con la CIA u otras organizaciones conspiradoras.

Pero si leen su obra, verán que no hay trampa ni cartón: Sharp es simplemente un buen investigador que ha recopilado el catálogo más extenso de formas de protesta no-violenta y estudiado con detenimiento cómo los regímenes aparentemente más sólidos del mundo han terminado por caer empujados por unos pocos ciudadanos. Su tesis es bien sencilla y se resume así:

Cuando la gente rechaza cooperar, se niega a prestar ayuda y persiste en esta desobediencia y postura retadora, le está negando a su adversario el apoyo y cooperación humanas básicas que cualquier gobierno o sistema jerárquico requiere. Si lo hace suficiente gente y por un tiempo suficientemente largo, ese gobierno o sistema jerárquico perderá el poder”.

A continuación, los 198 métodos de protesta no-violenta, junto con el vínculo al libro “La lucha política no-violenta: criterio y métodos” . Seguro que les resulta interesante.

 

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Corea del Norte parece una broma, pero no lo es

Por: | 01 de abril de 2013

Norcoreanos

La tentación de no tomarse en serio las bravuconadas de Corea del Norte es grande: sólo la histriónica estética del régimen y de sus líderes ya justificaría caer en esa tentación. ¿Recuerdan lo que sintieron cuando vieron la fotografía que abre esta entrada? ¿O lo que se pudieron reir con el insuperable sketch de “Muchachada Nui” sobre Kim Jong Il, padre del actual líder del país? Delirante, ¿verdad?

Pero como nos advierten David Kang y Victor Cha en la sección Think Again del último número de la revista Foreign Policy, Corea del Norte es más peligrosa de lo que parece. ¿En qué se basan para realizar esta afirmación?

Primero, en que detrás de la parafernalia estética y propagandista norcoreana, hay una estrategia clara de construir misiles balísticos intercontinentales que puedan transportar una cabeza nuclear hasta suelo estadounidense. Aunque el ensayo del pasado diciembre de poner un satélite en órbita no fue un éxito completo, sí que dejó bien claras las intenciones del régimen. Según el anterior Secretario de Defensa estadounidense, Robert Gates, Corea del Norte estaría a sólo tres años de disponer de esa tecnología de misiles que supondría un vuelco estratégico.

Lo que nos lleva a Kim Jong Un y su racionalidad. ¿Está ganando tiempo el joven líder para afianzar su poder a la espera de hacerse con un seguro de vida para él y para su régimen?  Un ataque a Corea del Sur no aportaría nada al joven líder; además de un daño inmenso para las dos Coreas y la pérdida de miles de vidas (recuerden que Seúl está al alcance la artillería norcoreana), podría suponer el fin de su régimen). Por tanto, Kim Jong Un no “debería” atacar.

El problema es que en relaciones internacionales sabemos desde hace tiempo que la racionalidad no siempre inspira el comportamiento de los actores: además de errores de cálculo que pueden desencadenar un conflicto, puede haber elementos internos en Corea del Norte que desconocemos y que podrían incentivar a Kim Jong Un a preferir un ataque. En otras palabras, aunque las amenazas de Kin Jong Un parecen destinadas tanto a reforzar su poder interno como a achantar al nuevo gobierno surcoreano, eso no quiere decir que no pudieran materializarse.

La gran incógnita es qué hará China. Su nuevo líder, Xi Jinping, se arriesga a inaugurar su mandato con una guerra entre las dos Coreas. ¿Quiere este ambicioso líder pasar al historia por semejante dejá vú de los años cincuenta? Claramente, no. Pero tampoco puede inaugurar su mandato mandando callar a Corea del Norte, lo que supondría dejar a un aliado en la estacada a merced de Estados Unidos y Corea del Sur. Desde que el comunismo dejara de funcionar como ideología rectora de China, el Partido Comunista ha basado su legitimidad en la combinación de prosperidad (desarrollo económico) e identidad (nacionalismo han hacia dentro y hacia fuera). Xi Jinping necesita paz para hacer las reformas que China necesita, que son fundamentalmente domésticas, pero esas reformas peligrarán si la población (y la élite) percibe una China internacionalmente débil o humillada por potencias extranjeras. ¿Conclusión? Nadie quiere un incendio, pero hay muchos a los que no parece importarles jugar con fuego.

 

[Nota posterior a la publicación: la foto que originalmente abría esta entrada estaba retocada, como amablemente han señalado algunos lectores. Se ha sustituido por la original].

El País

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