Quién vigila a los vigilantes es una pregunta clásica que toda democracia tiene que formularse una y otra vez. En la Unión Europea de la crisis del euro, a la que tantas veces criticamos en razón de lo opaco y poco democrático de sus procedimientos, hemos encontrado, por una vez, una respuesta a esta pregunta: el Parlamento Europeo, sí, ese extraño y distante animal político.
El informe sobre el papel de la Troika en los países intervenidos que se debate estos días en el Parlamento (2013/2277(INI) Descargar 2013_EP draft report on TROIKA hará mucho por reconciliar a los ciudadanos europeos con esta institución, percibida en ocasiones como distante e incomprensible para los ciudadanos. El informe investiga cómo ha actuado la Troika y formula algunas críticas y acusaciones importantes.
La primera (punto 14), “lamenta” la falta de transparencia en las negociaciones de los MoU (Memorandum of understanding) y de no haber contado lo suficiente con la opinión de los Parlamentos nacionales ni de las opiniones públicas de los países intervenidos.
La segunda (punto 15), “deplora” que las estrategias implantadas por la Troika, especialmente en lo relativo a las reformas estructurales, se hayan desviado de la Agenda de Lisboa y la Estrategia 2020, que detallaban con mucha precisión cuáles eran las estrategias correctas para crecer de forma sostenible y cohesionada.
La tercera (punto 16), “lamenta” que los programas de ajuste para Grecia, Irlanda y Portugal incluyeran “prescripciones detalladas” sobre la reforma de los sistemas sanitarios y, especialmente, los recortes en las prestaciones sanitarias, en contradicción con el artículo 168 (7) del Tratado sobre de Funcionamiento de la UE (TFUE), que señala que las competencias sobre política sanitaria y salud pública corresponden a los Estados.
También lamenta el auge de las desigualdades y del desempleo juvenil y critica tanto el exceso de optimismo en las estimaciones de la Troika como la falta de resultados a la hora de controlar los déficits públicos (punto 23).
Y lo que es igualmente importante, desde el punto de vista de la legalidad y la legitimidad democrática, el Parlamento señala las muy débiles bases tanto de la una (legalidad) como de la otra (la legitimidad) y recomienda que se piense a fondo el papel de esta institución.
¡Todo un varapalo democrático! Puede que el Parlamento Europeo sea un Parlamento cojo, porque al contrario de lo habitual en las democracias parlamentarias, no elige gobierno, pero no parece que sea un Parlamento mudo, o al menos manco. ¿Troikador troikado? Bien por la democracia en Europa.