Fuente: http://www.electio2014.eu/es/pollsandscenarios/polls
Reacciono aquí a la pequeña tormenta provocada por el titular con el que la web europea Euractiv.com abrió el lunes después de una entrevista que me hicieron el jueves pasado. El titular dice, literalmente: "Ninguno de los candidatos será el Presidente de la Comisión" y me lo atribuye a mí como resúmen de mis reflexiones.
El titular, algo grueso, ha provocado algunas llamadas de prensa, e incluso alguna amigable regañina. No quiero desmentir al periodista, Georgi Gotev, porque creo que el texto se ajusta muy bien a lo que dije y, además, todos sabemos que en el mundo periodístico es frecuente que los titulares los sean más gruesos que los textos que encabeza, bien sea porque los hacen personas distintas o bien porque directamente se busca el impacto. De hecho, creo que quien se tome la molestia de leer el texto, entenderá bien lo que quise decir, aunque aquí lo explicaré con más detalle.
Así que si escribo esta entrada es por dos razones. Primero porque me parece muy arrogante hacer predicciones tajantes sobre lo que va a ocurrir: no creo que sea trabajo de los analistas predecir el futuro sino más bien explicarlos, en plural, porque siempre hay varios futuros posibles. Segundo, porque amparado en pudor de este pseudodesmentido me gustaría dar algunos datos para la reflexión. Voy con ello.
Con los datos de la tabla que se muestra arriba, basados en el último sondeo disponible (hecho público el 30 de abril), el candidato del Partido Popular Europeo, el luxemburgués Jean Claude Juncker, obtendría 213 escaños, el Socialista alemán Martin Schulz, 208, el liberal belga Verhofstadt, 62, el izquierdista griego Tsipras 51 y el tándem verde Bové-Keller 42.
¿Quiere decir esto que el PPE habría ganado las elecciones y que por tanto el candidato más votado, Juncker, debería ser elegido presidente de la Comisión, según el pacto alcanzado antes de las elecciones por los principales grupos políticos europeos?
No está tan claro, es mi argumento. Pese a los intentos de presentarla como tal, no estamos ante una elección presidencial dirimida por un sistema mayoritario, sino ante una elección parlamentario donde el candidato ganador deberá obtener la mitad más uno de los escaños para ser investido Presidente. Y la mitad más uno de los 751 escaños en liza es 376. Lo que quiere decir que a Juncker le faltarían 163 escaños para lograr la investidura.
En una democracia parlamentaria al uso corresponde al candidato más votado intentar formar gobierno y, si fracasa, entonces debe dejar intentarlo al segundo. Veamos cuáles son las opciones de Juncker. Lo lógico es que intentará sumar a los 62 liberales, ideológicamente más próximos y, además, igualmente europeístas. Pero los 275 escaños que lograrían (213 + 62) estarían todavía 101 escaños por debajo de la mayoría absoluta.
¿Dónde iría Juncker a buscar esos 101 que faltan? A su derecha están los conservadores del ECR, que tienen 42 escaños, pero no son suficientes, pues todavía le faltarían 59 escaños para la mayoría absoluta y a la derecha del ECR ya están los eurófobos de EFD y otros no inscritos igualmente eurofóbicos. No parece que pueda ir más a la derecha por ahí. Se quedaría pues con 317 escaños (el 42%).
Esa triple coalición formada por Populares, liberales, conservadores no sólo se queda corta, sino que es difícil imaginar: los liberales de Verhofstad son rotundamente federalistas (véase el libro de Verhofstad: "Los Estados Unidos de Europa"). No me los imagino votando con los Conservadores británicos de David Cameron ni con los polacos del PISM (Kaczynski).
De hecho, ya nos cuesta, y mucho, aceptar que el PPE vaya a tener en sus filas (según las proyecciones) a diez diputados de FIDESZ, el partido del primer ministro húngaro, Víctor Orban, tan cuestionado por sus reformas constitucionales, el racismo y el euroescepticismo. Si yo fuera Schulz, me costaría mucho aceptar que Juncker me habría ganado justo por esos diez votos (sin ellos Juncker tendría 203 y Schulz 208).
¿Qué aspecto tienen las cosas para Schulz? No mucho mejores. Sus 208 escaños también están muy lejos de la mayoría absoluta, así que tendría que hacerse un traje igualmente complicado, que incluyera a los 62 liberales de Verhofstad y a los 42 Verdes. Esos 312 eurodiputados hacen una bonita coalición federalista, aunque también se queda por debajo de la mayoría absoluta (le faltan 64 escaños), pero no parece que en temas claves de política económica y mercado interior, que es a lo que dedica el Parlamento la mayor parte de su tiempo, podría funcionar de forma estable.
Quizá Schulz se fuera a por la opción roji-verde-roja, sumando a Socialistas, Verdes e Izquierda Unida, lo que le daría 301 escaños, 75 por debajo de la mayoría: eso representaría un cambio radical en las estrategias de los socialistas europeos, pues a lo largo de la crisis nunca han querido gobernar con su izquierda, lo que les merece el reproche de Tsipras y compañía.
Resumiendo, que la coalición que tiene la mayoría absoluta asegurada es la de Socialistas y Populares, 421 escaños, 56% justo por encima del umbral de la mayoría absoluta. Y si encima le añaden a los liberales, estarían en 483 escaños (64%). Esa es a mi juicio la coalición más estable y más plausible (ojo, no digo más deseable): de hecho es la coalición que actualmente gobierna Europa y que la ha gobernado durante las últimas décadas.
Europa es una construcción de consenso entre centro-derecha, centro-izquierda y liberales, seguro que de esto ya se han dado cuenta. ¿Por qué iban a cambiar ahora y aliarse con conservadores de derechas o izquierdas unidas? ¿No es más fácil repartirse el poder entre los grandes?
Esa reflexión es la que me llevaba en el artículo en Euractiv a decir que el Consejo Europeo, a la vista de los resultados, muy bien podría decir que ninguno de los dos candidatos, ni Juncker ni Schulz, ha ganado las elecciones por lo que sería necesario un pacto entre populares y socialistas. ¿Incluiría ese pacto la búsqueda de un candidato de consenso que no permitiera hablar a unos de victoria o derrota, un nuevo Barroso aceptable para todos y con un perfil más cercano al Consejo que al Parlamento? Esa es la hipótesis, a mi juicio probable, sobre la que Georgi Gotev construyó el titular. De hecho, los socialisas españoles ya votaron dos veces por Barroso, en 2004 y en 2009.
La otra alternativa es una Comisión con Juncker de Presidente y Schulz de Vicepresidente, a la alemana, pero, ¿no sería esa opción muy complicada de aceptar para los socialistas? ¿No haría visible ante todo el mundo que son el socio menor de la coalición de la austeridad?
Y cierro con lo que lo que los anglosajones llaman un "wild guess" algo provocador: Schulz se podría quedar de Presidente del Parlamento, un puesto con mucha visibilidad desde donde se pueden hacer discursos ideológicos, Juncker podría ir a la Presidencia del Consejo, que conoce perfectamente, y Hermann Van Rompuy podría ser el próximo Presidente de la Comisión, desde allí podría colaborar con el Consejo y dejar claro de una vez por todas a la Comisión que es sólo un Secretariado del Consejo, no un Gobierno. ¿Qué opinan ustedes?