La seguridad es indivisible, escuchamos estos días. ¿Qué quiere decir esto? Que no podemos estar seguros si los demás alrededor nuestro no lo están. Mientras los franceses no estén seguros, los españoles tampoco lo estaremos. Y mientras los sirios, kurdos, turcos, libaneses o yazidíes (por mencionar algunas de las víctimas más recientes de la barbarie del autodenominado Estado Islámico) no lo estén, los europeos tampoco lo estaremos.
Nuestra seguridad es tanto una malla que une los diferentes puntos de una red como una cadena formada por eslabones que se van entrelazando desde nuestro entorno más inmediato hasta el exterior. Todos los nodos de esa red, estén en Bruselas, París o Madrid, y todos los eslabones de esa cadena, desde España hasta Siria e Irak, pasando por Turquía, son esenciales: si uno falla, la red se deshace y la cadena se rompe. Por desgracia, esa es la fotografía que estamos viendo emerger de los ataques en París, con varios de los autores y organizadores moviéndose con toda comodidad durante todo el año entre Bélgica, Francia y Siria con el fin de organizar estos y otros atentados pese a tenerse constancia, incluso pública, vía las redes sociales, de su afiliación yihadista.
Después de los ataques del 11-S contra las Torres Gemelas, el Congreso estadounidense encargó a un prestigioso académico y diplomático, Philip Zelikov, la elaboración de un informe en el que se examinaran los eventuales fallos de seguridad previos a los ataques. Apoyado por un nutrido grupo de trabajo, Zelikov despachó un informe de 585 páginas en el que dio cuenta exhaustiva de los importantes fallos de coordinación entre agencias que impidieron evitar los atentados del 11-S. La sacudida provocada por ese informe desencadenó un profundo cambio en la manera de trabajar y de cooperar en materia antiterrorista. Vistos los fallos y agujeros de seguridad habidos en este caso es evidente que si queremos evitar que los yihadistas se lleven por delante esa gran conquista que es la libre circulación de personas dentro de las fronteras europeas, necesitamos una aproximación enteramente nueva a la seguridad, tanto exterior como interior. Y solo puede ser a escala europea, es decir, indivisible. O no será.
Publicado en la página 2 de la edición impresa del Diario ELPAIS el sábado 21 de noviembre de 2015
Hay 3 Comentarios
Evidentemente, la seguridad es indivisible, es decir, si en un país apoyan a los malos, o sus medidas de seguridad fallan, ello puede facilitar que realicen acciones en otros países.
Los medios son siempre limitados, por tanto en seguridad es fundamental definir acertadamente las áreas de interés, de inteligencia, y a proteger. Luego está el problema del factor humano. La aplicación de toda medida de seguridad, su éxito o fracaso, al final siempre acaba dependiendo de una persona, si dicha persona no es la adecuada dicha medida fracasara.
Siempre se hace, pero dudo mucho que llenar las calles de policías y militares de uniforme, sin ninguna misión concreta, pueda tener algún resultado positivo, efectivo, en la lucha contra el terrorismo islamista. En este tema lo más importante es la discreción y la actuación oportuna, características que parece ser que el contraterrorismo no tiene en Francia, Bélgica, etc. Lo que si tendrá todo esto, evidentemente, es un coste económico. Las medidas de seguridad adoptadas en Francia como consecuencia del 14-N son vistosas, sensacionalistas, pero nada efectivas, aun mas, algunas impropias, pues se dan casos en los que ciudadanos pertenecientes al entorno de los ejecutores ahora se están dedicando a controlar y cachear a ciudadanos pertenecientes al entorno de las víctimas, por ejemplo a señoras en grandes almacenes o en centros neurálgicos de transporte de pasajeros. Un hecho vergonzoso que no puede dar un buen fruto.
Publicado por: ECO | 25/11/2015 11:24:34
Completamente de acuerdo; pero, ¿dónde está el informe Zelikov europeo? Y surgen más preguntas (cf. http://politica.elpais.com/politica/2015/11/23/actualidad/1448309401_320606.html): ¿por qué empezar tergiversando, al invocar, como ha hecho Francia, el artículo 42.7 TUE, que habla de «agresiones armadas» de carácter territorial (es decir, invasiones o acciones bélicas comparables), y que compete a los estados separadamente, y no el 222 TFUE, que es el que se refiere al «caso de ataque terrorista», y pone la responsabilidad en las instituciones de la UE en su conjunto? ¿y para cuándo la reglamentación de las obligaciones que establecen esos artículos? Food for thought.
Publicado por: Avitus | 24/11/2015 17:30:45
¿Hay alternativa a la guantamización de la seguridad?. Parecería que los sucesos como los de París abren la puerta al estado de excepción donde se anulan todos los derechos fundamentales cuya piedra angular es el hábeas corpus: un juez independiente debe dar cuenta, en un plazo muy corto, porqué está detenida una persona y, si no tiene suficiente para acusarla, debe soltarla. Con ese sistema los terroristas quedan en la calle libre de un sistema que desprecian, del que se burlan y aprovechan. ¿Entonces: prisión preventiva, brazaletes de seguimiento, limitación de movimiento, eliminación de la libertad de expresión y de la privacidad de las comunicaciones?¿De todo lo que nos define como sociedad abierta?. Hay una solución que puede relegitimar las medidas de excepción: la accountability a posteriori. Todas las actuaciones extralegales/excepcionales del estado de derecho (detener sin juicio como en guantánamo, intrusión en domicilios sin orden judicial, etc) deberían quedar documentadas con datos y nombres de los responsables, información que estuvo en el origen de las actuaciones, todo. Y los actuantes deben saber que, si actuaron injusificadamente, si se excedieron, pueden ser juzgados. Las medidas de excepción no pueden ser la coartada para que los "seguristas" hagan lo que les de la gana. Las torturas de la guerra de Argelia las estamos pagando hasta hoy.
Publicado por: Frydman | 23/11/2015 10:10:41