Tampoco tenemos muy claro cuál es su papel en la crisis de los refugiados sirios. Disculpe las dudas, pero no nos consta que su policía ni guardacostas hayan hecho mucho por evitar que cientos de miles de personas arriesguen sus vidas intentando cruzar el Egeo, ni tampoco que esté luchando a brazo partido contra las redes criminales que se lucran explotando a esas pobres gentes.
Pero no se preocupe, esto es solo lo que pensamos, no lo que decimos. Europa ha decidido poner encima de la mesa 3.000 millones de euros para así intentar reducir el flujo de refugiados. A cambio facilitará el acceso sin visado a la Unión Europea de los ciudadanos turcos y hará como que relanza las negociaciones de adhesión. Claro que ambos sabemos que dichas negociaciones no van a concluir satisfactoriamente. Primero, porque a usted no le interesa; el cúmulo de normas que tendría que aceptar para ser miembro de la UE chocaría con sus planes de erigirse en un líder con amplios poderes y pocos controles. Segundo, porque la adhesión de Turquía jamás pasaría el test del referéndum que muchos países, entre ellos Francia, han diseñado con el fin de asegurarse de que nadie se tome en serio la posibilidad de una adhesión. Los refugiados nos acercan a Ankara, y el terrorismo a Moscú. Ese acercamiento es fruto de la debilidad europea, sí, pero por suerte no solo de la suya: Putin y Erdogan no son tan fuertes como parecen. Y también necesitan a Europa. Si en lugar de huir hacia delante todos se sientan a la mesa, habrá un comienzo al que sumarse.
Publicado en la página 2 de la edición impresa del Diario ElPAIS el miércoles 2 de diciembre.
Hay 0 Comentarios