José Ignacio Torreblanca

Sobre el autor

es Profesor de Ciencia Política en la UNED, director de la oficina en Madrid del European Council on Foreign Relations y columnista de EL PAIS desde junio de 2008. Su último libro “Asaltar los cielos: Podemos o la política después de la crisis” (Debate) se publico en abril de 2015. Ha publicado también "¿Quién Gobierna en Europa?" (Catarata, 2014) y "La fragmentación del poder europeo" (Madrid / Icaria-Política Exterior, 2011). En 2014 fue galardonado con el Premio Salvador de Madariaga de periodismo.

¿Elecciones de cambio, continuidad, o ruptura?

Por: | 19 de diciembre de 2015

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A los expertos les gusta distinguir entre elecciones de cambio y de continuidad. A una de cambio le tiende a seguir una de continuidad. En 2000, los votantes confiaron en el ganador del 96 (el PP) y en 2008 revalidaron al ganador de 2004 (el PSOE). Según ese patrón, las elecciones del 20-D tendrían que ser de continuidad. Pero según los datos de los que disponemos, más de un 70% de los votantes están barajando votar a opciones de cambio y menos del 30% apuestan por la continuidad (el PP).

Esta primera anomalía, unas elecciones de cambio después de unas de cambio (las de 2011), es muy probable que se vaya a completar con otras. Para empezar, no podemos descartar que se rompa otra regularidad histórica: la que ha hecho que hasta ahora gobernara en solitario el partido que quedara primero. Nuestro sistema electoral y de partidos siempre ha enviado a La Moncloa al líder del partido más votado y le ha dado una mayoría parlamentaria estable.

Aunque sólo ha habido mayoría absoluta en cuatro de las once elecciones generales celebradas, en ninguna de las otras siete o el Gobierno ha caído o se ha visto forzado a convocar elecciones anticipadas por haber perdido el apoyo parlamentario con el que fue investido. Esto se ha debido al hecho de que nunca el primer partido ha tenido menos de 156 escaños (Aznar en 1996) y nunca el segundo ha tenido menos de 107 (AP en 1982) [corrección: el PSOE tuvo 103 en 1977). Sin embargo, la media de las encuestas da hoy cifras de escaños muy inferiores tanto al primero como al segundo.

En un sistema parlamentario, las elecciones no las gana quien queda primero, sino aquel que al final se muda a La Moncloa. Pero esta vez puede que tardemos mucho en saber quién ha ganado las elecciones, quién va gobernar y cuánto tiempo va a estar en el Gobierno el que lo haga. Por no saber, ni siquiera sabemos quién será segundo, tercero o cuarto, ni si el segundo, tercero o cuarto se alinearán de una forma u otra. ¿Elecciones de cambio con cuatro partidos entre el 30% y el 15%? ¿O elecciones de ruptura con todo lo conocido?

Publicado en la edición impresa del Diario ELPAIS el sábado 19 de enero de 2015

Sin gobierno

Por: | 17 de diciembre de 2015

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No, no hablo de España, sino del planeta. EE UU y China son responsables del 44% de las emisiones de CO2, principal agente del calentamiento global. Tras China, con el 28%, y EE UU, con el 16%, le siguen la Unión Europea, con el 10%, India y Rusia, con el 6% cada una, y Japón, con un 4%. Dicho de otra manera: si seis actores son responsables del 70% de las emisiones (cuenta la UE-28 como bloque: su legislación tiene efecto directo sobre los miembros) y 162 países del 30% restante, entonces la foto de familia de París está bien, pero no sirve de mucho ni para explicar el problema que tenemos ni para arreglarlo. Por tanto, aunque sin duda es un gran éxito que 195 países firmen un acuerdo para luchar contra el cambio climático, detrás del impresionante esfuerzo realizado por la diplomacia francesa hay una verdad muy incómoda: que solo se necesitan dos países (Estados Unidos y China) para que ese acuerdo sea realmente efectivo, y que esos dos países distan mucho de estar comprometidos con esa lucha.

Ambos tienen en común dos elementos: primero, los dos son adictos a los combustibles fósiles; y segundo, los dos tienen un sistema político disfuncional. Los estadounidenses son pocos y ricos (su cuota de emisiones es nada menos que de 17,62 toneladas por persona) y los chinos son muchos y están en pleno desarrollo (su cuota es de 6,52 toneladas por persona, pero son cuatro veces más numerosos que los estadounidenses). Estados Unidos tiene dos características muy adversas: una cultura individualista, consumista y antigobierno y un requisito de ratificación de tratados internacionales elevadísimo (2/3) en manos de un Senado atrapado por intereses territoriales que convierten en irrelevante a Obama (y veremos qué viene después de Obama). China no le va a la zaga: tiene un Partido Comunista que solo se puede legitimar por el crecimiento económico y carece de instituciones parlamentarias y judiciales independientes que representen los intereses de la población (véase el destino del vídeo Bajo la cúpula sobre la contaminación realizado por la periodista Chai Jing: la prohibición). Resumiendo, el futuro del planeta depende de dos carbonodependientes compulsivos políticamente disfuncionales. Menudo cuadro.

Publicado en la edición impresa del Diario ELPAIS el miércoles 16 de diciembre de 2015 

Había una vez dos partidos

Por: | 14 de diciembre de 2015

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* Cuadro: Fuerza de los dos grandes partidos en 2008, 2001 y 2015 (estimación)

Hubo una vez, antes de la crisis, en la que dos grandes partidos dominaban la política española. En las últimas elecciones generales celebradas antes del descalabro económico, en marzo de 2008, el PSOE y el PP sumaron entre los dos el 83,8% de los votos. Ahora, salvo que las encuestas se equivoquen totalmente (y no parece que lo vayan a hacer pues desde las europeas de mayo de 2014 hasta ahora han sido capaces de anticipar los resultados con bastante exactitud), la media de las encuestas otorga un 27,4% del voto al PP y un 21,6% al PSOE. Por tanto, la suma de los dos partidos totalizaría ahora un 49%. Esa diferencia, de nada menos que 34,8 puntos, es la que revela hasta qué punto los dos partidos que han gobernado España durante la crisis se han agotado en ella, generando un inmenso mercado político en el que han entrado nuevos y pujantes competidores.

Ni nuestro sistema electoral ni nuestro sistema político han sido sometidos hasta ahora a un test como el que se avecina, con cuatro partidos pugnando en una banda de representación que oscila entre el 15% y el 30% del voto. No sabemos quién quedará en qué posición ni cómo se traducirán los porcentajes de voto a escaños al filtrarlos por un sistema electoral que en realidad es tres en uno debido a las grandes diferencias en el tamaño de las circunscripciones.

Como tampoco sabemos cómo interpretarán los partidos los previsiblemente ajustados resultados del 20-D: si van a concluir que la música ha acabado y que las sillas que ocupan son definitivas o si, por el contrario, pensarán que una nueva ronda electoral en un futuro cercano podría mejorar sus cartas. En el primer caso intentarán acceder al poder y ejercerlo responsablemente; en el segundo buscarán mantenerse al margen, dejar que quien gobierne lo haga desde la debilidad, intentando forzar el desgaste y eventual liquidación de los viejos partidos. Aunque muchos, agotados por la intensidad de la política en este último año, piensen que el 20-D salda las cuentas de la crisis, a lo mejor sólo es el comienzo del verdadero ajuste de cuentas. 

Publicado en el Diario ELPAIS el sábado 12 de diciembre de 2015

Poder digital

Por: | 11 de diciembre de 2015

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Nos educan para creer que existe el progreso y que es lineal, que todo tiempo pasado fue peor y que todo tiempo futuro será mejor. Pero la historia está plagada de ejemplos de grandes retrocesos. De la mayoría de ellos puede responsabilizarse a los líderes e instituciones políticas que impidieron o asfixiaron la innovación. Fuera por prejuicios ideológicos, tabúes religiosos, mediocridad intelectual, falta de visión o el mero deseo de sus élites de conservar el poder y excluir de su disfrute a los demás, es un patrón recurrente a lo largo de la historia ver cómo grandes potencias, en su tiempo consideradas imbatibles, entraron en declive o incluso se desmoronaron por su incapacidad de innovar.

Poco antes de que Vasco de Gama doblara el Cabo de Buena Esperanza y Colón llegara a América, la flota imperial china armaba barcos cuatro veces más grandes que la Santa María y navegaba por las costas del África Oriental. Pero en 1479, la administración imperial, temerosa del creciente poder de los mercaderes, quemó las cartas de navegación, prohibió el comercio exterior, construyó una gran muralla y se volcó en la agricultura. En 1979, los chinos, responsables de cuatro innovaciones esenciales (la brújula, la pólvora, el papel y la imprenta), decidieron volver.

Nominalmente, la economía de la Unión Europea es más grande que la de Estados Unidos. Pero entre las diez primeras empresas del mundo no hay hoy ninguna europea. ¿Les dice algo que esas diez empresas sean todas estadounidenses, que las tres primeras sean Apple, Google y Microsoft y que la sexta y séptima sean Facebook y Amazon? Hace veinte años, siete de las diez primeras empresas eran japonesas. Hoy no hay ninguna. Y de las 131 empresas de reciente creación gracias al capital-riesgo orientado a la innovación que han superado los mil millones de dólares de valor, 85 están en Estados Unidos, 31 en China y sólo 13 en Europa. Hay una gran revolución en marcha, la revolución digital, y Europa se está quedando atrás. Su magnitud es comparable a la revolución industrial pero con un elemento inquietante: la velocidad a la que se está produciendo y la lentitud de Europa en subirse a ella.

Publicado en la edición impresa del Diario ELPAIS el 9 de diciembre de 2015

Fuente: http://graphics.wsj.com/billion-dollar-club/ (cifras actualizadas a noviembre de 2015)

Impuestos basura

Por: | 07 de diciembre de 2015

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Dice la Comisión Europea que McDonald’s no paga impuestos. Y no porque le vaya mal (en 2013 obtuvo 250 millones de euros de beneficios) sino porque utiliza mecanismos de ingeniería fiscal que se lo permiten. Son muchas las multinacionales estadounidenses que aprovechándose de los tratados para evitar la doble imposición y otros subterfugios jurídicos hacen trampas fiscales: unos, como McDonald’s o Amazon, utilizan Luxemburgo; otros, como Apple, se sirven de Irlanda; Starbucks utiliza los Países Bajos. Y así sucesivamente en una larga lista que incluye a muchas empresas europeas que también están siendo investigadas.

Lo absurdo de esas trampas es que se hacen con la colaboración activa de los gobiernos europeos, felices de robarse unos a otros ingresos fiscales ofreciendo a esas multinacionales pagar menos si se localizan en su país. Esa carrera a la baja es estúpida desde el punto de vista colectivo, pues los gobiernos recaudan menos y los ciudadanos tienen que pagar más impuestos para mantener los servicios públicos. Las consecuencias de esa miopía son devastadoras pues los empleados de muchas de esas empresas cobran salarios ridículos que no cotizan lo suficiente para financiar una pensión digna ni aportan impuestos con los que financiar el gasto sanitario o educativo. Y luego dicen que el Estado de bienestar no se puede sostener, que es inviable y que hay que recortarlo.

Un hurra por tanto a favor de la comisaria de Competencia, la danesa Margrethe Vestager, decidida a acabar con estas prácticas. Pero pitos a su jefe, el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, que ha dirigido durante casi dos décadas el Gobierno del país de la UE que más trampas fiscales ha hecho. Hay muchos problemas que escapan a la capacidad de actuación de la Comisión Europea y que por tanto es injusto exigirle resolver. Pero en muchos otros casos, como este, su capacidad de actuación es enorme. El incremento de la desigualdad resultante de la precariedad y los bajos salarios desvirtúa la democracia, deslegitima la política y abre el paso a movimientos populistas. Quien piense que va a haber una democracia de calidad con salarios basura, impuestos basura y servicios sociales basura está muy equivocado.

Publicado en la página 2 de la edición impresa del Diario ELPAIS el sábado 5 de diciembre de 2015

Confluencia con Turquía

Por: | 07 de diciembre de 2015

Captura de pantalla 2015-12-07 00.26.38Señor Erdogan: nos disgusta su continuo hostigamiento a periodistas y medios de comunicación. Tampoco estamos contentos con sus tejemanejes en Siria, donde parece más interesado en preservar los intereses geopolíticos de Turquía que en buscar un futuro de paz para los sirios. Sus recelos hacia los kurdos tampoco tienen mucho sentido pues estos hace tiempo que se han ganado el respeto de la comunidad internacional. Y nos preocupa su política de gatillo fácil hacia Rusia, que nos puede meter a todos en un buen lío.

Tampoco tenemos muy claro cuál es su papel en la crisis de los refugiados sirios. Disculpe las dudas, pero no nos consta que su policía ni guardacostas hayan hecho mucho por evitar que cientos de miles de personas arriesguen sus vidas intentando cruzar el Egeo, ni tampoco que esté luchando a brazo partido contra las redes criminales que se lucran explotando a esas pobres gentes.

Pero no se preocupe, esto es solo lo que pensamos, no lo que decimos. Europa ha decidido poner encima de la mesa 3.000 millones de euros para así intentar reducir el flujo de refugiados. A cambio facilitará el acceso sin visado a la Unión Europea de los ciudadanos turcos y hará como que relanza las negociaciones de adhesión. Claro que ambos sabemos que dichas negociaciones no van a concluir satisfactoriamente. Primero, porque a usted no le interesa; el cúmulo de normas que tendría que aceptar para ser miembro de la UE chocaría con sus planes de erigirse en un líder con amplios poderes y pocos controles. Segundo, porque la adhesión de Turquía jamás pasaría el test del referéndum que muchos países, entre ellos Francia, han diseñado con el fin de asegurarse de que nadie se tome en serio la posibilidad de una adhesión. Los refugiados nos acercan a Ankara, y el terrorismo a Moscú. Ese acercamiento es fruto de la debilidad europea, sí, pero por suerte no solo de la suya: Putin y Erdogan no son tan fuertes como parecen. Y también necesitan a Europa. Si en lugar de huir hacia delante todos se sientan a la mesa, habrá un comienzo al que sumarse.

Publicado en la página 2 de la edición impresa del Diario ElPAIS el miércoles 2 de diciembre.

El País

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