Nos hartamos de escuchar que EE UU es un país donde mandan los grupos de interés. Con sus donaciones a los candidatos y sus presiones vía los bufetes especializados, esos grupos (lobbies) habrían logrado poner sus intereses empresariales por encima de la democracia y la ciudadanía. También se da por hecho que los estándares medioambientales de EE UU son más bajos que los europeos, especialmente en lo relativo a emisiones contaminantes, claves para luchar contra el cambio climático. Pertrechados de dichos argumentos, muchos se oponen a que Europa concluya con EE UU la Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión, conocida como TTIP. Pero ni Europa está tan a salvo de los lobbies como presume ni EE UU es el ogro medioambiental que nos quieren dibujar. Tomen por ejemplo el escándalo de la manipulación de las emisiones de los vehículos diésel que afecta, principalmente, a Volkswagen y comparen las actuaciones de uno y otro.
Para empezar, las normas estadounidenses sobre emisiones diésel son más exigentes que las europeas. Es decir, los mismos fabricantes han presionado con más eficacia al Parlamento Europeo que al Congreso para bloquear normas que les perjudiquen. 1-0.
Tercero, mientras que en EE UU el fiscal general ha iniciado acciones penales y descrito el asunto como un fraude empresarial a gran escala, en Europa se ha considerado el problema como una falta administrativa o un problema técnico menor. 3-0.
Cuarto, en EE UU, Volkswagen tendrá que recomprar sus cochesa los usuarios o arreglárselos, pero en Europa ni siquiera será obligatorio para los particulares llevarlos a reparar. 4-0.
Y último, mientras que en EE UU se permite que los consumidores agrupen todas sus demandas y litiguen juntos contra VW para lograr abaratar el coste de las demandas y subir las indemnizaciones, aquí no veremos nada de eso. 5-0. Harry el sucio,perdónenme, es europeo.
Publicado en la edición impresa del Diario ELPAIS el sábado 23 de abril de 2016