José Ignacio Torreblanca

Sobre el autor

es Profesor de Ciencia Política en la UNED, director de la oficina en Madrid del European Council on Foreign Relations y columnista de EL PAIS desde junio de 2008. Su último libro “Asaltar los cielos: Podemos o la política después de la crisis” (Debate) se publico en abril de 2015. Ha publicado también "¿Quién Gobierna en Europa?" (Catarata, 2014) y "La fragmentación del poder europeo" (Madrid / Icaria-Política Exterior, 2011). En 2014 fue galardonado con el Premio Salvador de Madariaga de periodismo.

Podemos y el PSOE: ¿boxeo o ajedrez?

Por: | 20 de junio de 2016

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La política, ha observado con acierto Pablo Iglesias, es tanto boxeo como ajedrez. O más bien, convendría aclarar, el arte de saber cuándo hay que boxear y cuándo jugar al ajedrez. Podemos, por ejemplo, es un proyecto que ha usado los guantes para subirse al tablero político. Su estrategia de acceso ha sido buscar el contacto directo con el adversario, incluso declarar como adversarios a todos los adversarios posibles (incluso a Izquierda Unida, a la que ha derrotado). El cuerpo a cuerpo ha funcionado, primero, en los platós; luego, en las redes; finalmente, en las urnas. Podemos no solo ha llegado, sino que se ha quedado. Mejor aún: se ha convertido en el rival imprescindible al que todos tienen que enfrentarse, incluso, como en el caso del PSOE, aunque duden si deben hacerlo y cómo hacerlo.

Lo más irónico de todo, y que demuestra otra vez hasta qué punto Podemos maneja con suma eficacia los tiempos y las estrategias electorales, es que, como se demostró en el debate del lunes, una vez garantizado su lugar en el ring, Podemos ha decidido jugar al ajedrez con el PSOE. De ahí la extraña sensación que provocó ver cómo Pedro Sánchez, tras decidir calzarse los guantes y lanzarse al cuerpo a cuerpo con Iglesias, recibiera una invitación no solo para jugar al ajedrez, sino para hacerlo del mismo lado del tablero que Podemos. Debe de ser muy desconcertante que cuando por fin te armas de valor para ir a por tu adversario, este te tienda la mano. Máxime si sabes que esa oferta de reconciliación supone, como en el caso de Izquierda Unida, la admisión de una derrota en toda regla y un proceso de absorción.

El PSOE sabe que la oferta de jugar al ajedrez viene de alguien que considera que el ajedrez es la continuación del boxeo por otros medios. Dicho de otra forma, Podemos sigue boxeando, pero en su terreno y según sus intereses. Lo que deja al PSOE en una situación imposible: no puede jugar al ajedrez, y menos en el equipo de Podemos, y tampoco puede pasarse toda la campaña dando manotazos a un rival que corre por el ring negándose a plantear pelea.

Publicado en la edición impresa del Diario ELPAIS el 16 de junio de 2016

La guerra de Hillary

Por: | 10 de junio de 2016

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En esa bandeja de entrada del correo electrónico que tantos disgustos ha dado últimamente a Hillary Clinton ha aparecido una buena noticia: su nominación como candidata demócrata. No solo es una excelente noticia que, ¡por fin!, una mujer compita por la magistratura más importante del mundo sino que, además, lo haga precisamente contra alguien como Donald Trump, que tan bien representa toda la casposa misoginia que increíblemente todavía nos rodea. Por todas y cada una de las críticas que se puedan hacer a la política estadounidense, y a la propia Hillary Clinton como arquetipo del establishment (eso sí, demócrata), no deja de ser relevante que ese sistema político haya roto dos inmensos techos, ofreciendo a sus electores primero un candidato negro y ahora una mujer, en dos elecciones consecutivas.

Hillary Clinton enfrenta un reto hercúleo: llevar a las urnas a la izquierda de su partido, muy movilizada en torno a Bernie Sanders, un contendiente muy serio que, elegantemente, tendría ahora que tirar la toalla y sumarse a la candidatura de Clinton, y, a la vez, moverse hacia el centro para así atraer los votos de aquellos republicanos moderados desencantados con el racismo populista y aislacionista de Donald Trump. Para ello tendrá que encontrar el tono adecuado en los dos temas que se han mostrado transversales hasta ahora en la campaña y que recogen preocupaciones legítimas de una gran mayoría de votantes: la desigualdad y la globalización.

Pero no nos engañemos. La campaña presidencial va a registrar un nivel de polarización brutal: con todo el conservadurismo, blanco, religioso y del interior movilizado y agitado por el dinero y los medios afines frente a los demócratas, representantes hoy más que nunca de un Estados Unidos abierto, plural, multiétnico y liberal en valores. Cuando en una sociedad todas las fracturas que estructuran la competición política (ideología, religión, identidad étnica, valores, etcétera) se solapan y caen del mismo lado, dividiendo a toda la población en dos mitades tan perfectas como incomunicadas, entonces el riesgo de tensión, bloqueo e incluso ruptura es muy grande. La Guerra Fría acabó, sí, pero da la impresión de que las guerras culturales no han hecho más que empezar.

Publicado en el diario ELPAIS el 9 de junio de 2016

 

El Dunkerque de Cameron

Por: | 10 de junio de 2016

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A finales de mayo de 1940 el Reino Unido, desbordado por el empuje del ejército alemán, tomó la decisión de evacuar la fuerza expedicionaria que había enviado al continente para colaborar en la protección de Francia. Entre el 26 de mayo y el 4 de junio más de medio millón de soldados británicos, franceses y alemanes cruzaron el canal de la Mancha partiendo de la playa de Dunkerque y los puertos de Cherburgo, Saint-Malo y Brest. La evacuación fue un éxito militar, sí, pero no hay que olvidar que fue solo un paréntesis en un gigantesco fracaso enmarcado, por un lado, por los errores que llevaron a la guerra, entre ellos una suicida política de apaciguamiento hacia Hitler y, por otro, por los cinco años de guerra, millones de muertos y la descomposición del imperio británico que quedaban por delante. Aunque, por fortuna, vivimos en una Europa distinta, no debemos olvidar sobre qué cenizas está construida: las del nacionalismo y el populismo.

Aunque el resultado está todavía muy abierto, es muy probable que el próximo día 23 el primer ministro británico, David Cameron, logre extraerse con éxito a sí mismo y a los británicos del particular Dunkerque que se ha fabricado con su propia política de apaciguamiento ante los euroescépticos de su partido y los populistas-soberanistas del UKIP de Nigel Farage. Aunque todavía le queden largos años de lucha, es casi seguro que evacuará con éxito de la playa del referéndum sobre la permanencia a la mayor parte de su Gobierno (no sin algunas bajas destacadas) junto con los británicos más cosmopolitas y abiertos al mundo. Sus socios europeos, conscientes del colosal desastre que supondría una salida del Reino Unido de la Unión Europea, tanto para los británicos como para el proyecto europeo, han decidido colaborar en la evacuación con algunas concesiones que el primer ministro británico pueda blandir al regresar a casa. Muchos sostienen, dentro y fuera del Reino Unido, que en algún momento habrá que ajustar cuentas con este irresponsable prestidigitador llamado David Cameron. Pero otros recomiendan seguir aquellas sabias palabras de Churchill: en la guerra, determinación; en la derrota, resistencia; en la victoria, magnanimidad; en la paz, conciliación. @jitorreblanca

Publicado en el diario ELPAIS el 4 de junio de 2016

 

Trumperías: tonterías contadas por Trump

Por: | 02 de junio de 2016

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Dibujar un país en declive que necesita un caudillo. Contra toda evidencia empírica. Esa es la mayor genialidad de Donald Trump. Crear una gigantesca mentira, azuzarla de forma histérica y galoparla desenfrenadamente ante el electorado más ignorante. Una operación de propaganda que pasará a la historia del marketing político.

Vamos a hacer América grande otra vez, dice Donald Trump. Como si EE UU estuviera en declive. Un país que con solo el 4,3% de la población mundial representa el 22% del PIB mundial. Que ha salido de la crisis financiera antes que nadie y tiene una tasa de paro inferior al 5%. Que lidera todos los sectores imaginables de la actividad económica: desde la investigación médica a la nanotecnología, pasando por la innovación militar y espacial. EE UU lidera además dos revoluciones clave: la energética, donde ha logrado la autosuficiencia, y la digital, donde va por delante de todos. Las 10 empresas más grandes del mundo son estadounidenses y su moneda es la reserva que usan todos los países del mundo. Sus universidades no tienen rival. Su idioma se ha impuesto como lengua franca y domina hasta la industria del entretenimiento.

Vamos a hacer que respeten a América, dice Trump. Un país que a pesar de sus colosales errores en política exterior, léase Irak, cuenta con acuerdos de seguridad, aliados y bases militares por todo el planeta, desde Japón a Australia pasando por Alemania o España. EE UU representa el 50% del gasto militar mundial, más que todos sus rivales juntos. Con 10 portaaviones (China tiene solo uno y en pruebas) patrulla todos los océanos y garantiza los flujos comerciales que alimentan la globalización. Sufrió un atentado colosal en 2001, pero su capacidad de protegerse de subsiguientes ataques es y sigue siendo incomparable.

Vamos a construir un muro con México, dice Trump. Pero EE UU es el país del mundo que mejor y más rápido integra a los inmigrantes y que cuenta con el mercado de trabajo más dinámico y abierto del mundo. Un país con un presidente afroamericano y una identidad tan dúctil que cualquiera puede hacerse americano en cualquier momento. La envidia de cualquiera. Trumperías, tonterías contadas por Trump. Para el diccionario del populismo.

Publicado en la edición impresa del Diario ELPAIS el miércoles 1 de junio de 2016

El País

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