La revolución de las tecnologías de la información y sus efectos de desintermediación nos acercan a cambios radicales en las relaciones productivas. Estos cambios de fondo en las relaciones sociales, que giran en torno a la revolución tecnológica, se magnifican en la singularidad china cuyo gobierno justifica con frecuencia su excentricidad apelando a conceptos como el de las “características chinas” y afirma sin rubor que aspira a la “visión científica del desarrollo”. Son conceptos que consideran propios y necesarios para el desarrollo social al que aspiran.
El país necesita científicos especializados en todas las ramas del saber humano. Y, según sostienen personas conocedoras del mercado local, “China está externalizando la educación de sus élites”. En este momento hay aproximadamente 1,3 millones de chinos estudiando en universidades por todo el mundo, lo que le convierte en el principal emisor mundial de estudiantes. Una parte vuelve para liderar campeones nacionales con ambiciones globales.
Este proceso, por el que cada año salen más de 300 mil chinos a estudiar en otros países, supone una de las más importantes permeabilidades del país a la influencia foránea. Al mismo tiempo reafirma la naturaleza asimétrica y estratificada del gigante asiático. Son las élites locales las que pueden permitirse salir a estudiar en el extranjero y algunos beneficiarios de becas o empleados públicos a los que se sufraga la inmersión académica.
Por eso no es raro encontrar perfiles como el de Zeng Ming liderando las empresas más dinámicas de China. Antes de su actual posición fue profesor en la escuela de negocios INSEAD y presidente de Yahoo! en China, tras obtener su doctorado en Estados Unidos y licenciarse en economía en la Universidad de Fudan (Shanghái).
Es un perfil hasta cierto punto habitual entre los directivos chinos de este tipo de multinacionales donde los graduados en Harvard o Stanford no son ya una rareza. La semana pasada, por ejemplo, una empresa nos presentaba en Wuhan (Hubei, que empieza a ser la China profunda) a dos ejecutivos doctorados en Estados Unidos recién retornados de Silicon Valley.
Zeng Ming es el actual director de estrategia del grupo Alibaba y presidente de Tmall, el portal de comercio electrónico de comerciante a consumidor (B2C) del grupo. El objetivo de Alibaba es “ser la infraestructura del comercio electrónico de China” dijo al principio de su intervención en una de sus más recientes conferencias.
¿Acaso habrá alguna transacción no electrónica?”. La palabra infraestructura suena neutra en su perfecto inglés en medio de un discurso visionario que podría firmar un nativo estadounidense bien entrenado. Fría.
Sin embargo, resulta inevitable rememorar el concepto marxista cuando escuchamos su eco en el Shanghái del siglo XXI. Porque, en pura teoría, “Cuando cambia la infraestructura, cambia el conjunto de la sociedad (las relaciones sociales, el poder, las instituciones y el resto de elementos de la superestructura)”.
Siguiendo con Zeng Ming, decíamos que el grupo Alibaba aspira a ser “la infraestructura del comercio electrónico de China”. El eje de las relaciones productivas, de la asignación de recursos, del pulso de oferta y demanda, de las transacciones, de la emisión de moneda y crédito…
El Grupo Alibaba tiene aproximadamente una cuota de mercado del 86% de las transacciones entre consumidores (C2C), del 58% en pagos con Alipay, del 80% -según ellos mismos- de las operaciones entre comerciantes (B2B), y su pujanza es creciente en las transacciones de comercio a consumidor (B2C). Además, está haciendo una ingente inversión en logística. De esta forma, penetra con fuerza en prácticamente toda la cadena de valor. Despliega sus capacidades a lo largo y a lo ancho de las relaciones productivas de China.
Una de las críticas más contundentes al comunismo consistió en señalar la imposibilidad de centralizar la información dispersa e imprevisible del mercado. Sostiene que no se puede medir el talento, ni la creatividad, ni la innovación. El valor de las cosas es subjetivo y por tanto no medible. El equilibrio dinámico del mercado, de ajuste constante de oferta y demanda es imposible de centralizar y planificar. Según esta crítica, el cálculo económico es imposible bajo el comunismo y siempre haría falta un mercado pequeño o mecanismos de mercado para poder calcular los valores relativos de las cosas.
Estas críticas preceden la exponencial revolución que supone la digitalización. Se supone que no hay soviet central capaz de almacenar ni procesar cabalmente toda la información dispersa y en constante cambio a lo largo del mercado.
En la conferencia que Zeng Ming pronunció recientemente en Shanghái bajo el título “El futuro del comercio electrónico”, al desgranar la visión que están desarrollando dentro del Grupo Alibaba dejó ver su lógica histórica y retrospectiva para avanzar sobre el futuro. Nos llevó de vuelta al nacimiento de Alibaba con una economía china centrada en la exportación de manufacturas baratas. Después repasó el nacimiento de Taobao, un mercado entre consumidores (C2C), entre personas (P2P), poco profesionalizado y propio de una red aún no madura y cantera de grandes empresarios del comercio electrónico chino. Habló de la actual transición del C2C al B2C, consecuencia natural de la profesionalización. Y acabó en lo que considera el futuro del comercio: del consumidor al productor (C2B, consumers to business).
El C2B será el paso al que tendrá que adaptarse la infraestructura de las relaciones de producción en China. Bajo este modelo, es el consumidor el que dispara el proceso productivo tomando activamente bienes, y no tanto recibiendo impactos de forma pasiva. Toda la cadena de valor se redefine ante este hecho y varía en consecuencia la configuración de los productos, la producción de los mismos y su promoción.
Medir los intangibles deseos humanos, que son los que ponen valor subjetivo a las cosas, así como predecir los avatares de la naturaleza sigue inasequible. No podemos saber a ciencia cierta, de manera precisa y de antemano, el volumen de las cosechas, o las posibilidades de que una plaga afecte a la producción cárnica en un momento dado. Pero al mismo tiempo, cada vez tenemos más datos que poder procesar. La tecnología, las relaciones sociales y de producción, cambian. Nos planteamos iniciar desde China, sin conclusiones de antemano, un recorrido compartido por el cambio tecnológico que vivimos.