El debate sobre la gobernanza
global en general y en particular de Internet es posiblemente uno de los más
interesantes que estamos viviendo. Bajo un punto de vista más amplio hay quien
habla de la necesaria influencia mutua entre los sistemas políticos chino y
occidental. Mentalidad abierta y poco etnocentrista para reconocer que algo bueno debe haberse hecho
para sacar a China de niveles de renta per cápita africanos en los
ochenta y situarla en los niveles “latinoamericanos” de hoy. Habrá que
ver si no se queda atrapada en lo que se conoce como la “trampa de los ingresos
medios”, cuello de botella en el que parecen quedarse algunas economías. Y
no son pocos los retos que acechan a la década entrante de Xi Jinping.
Si meritocracia y democracia "con características chinas" -según el eufemismo- forman parte del paradigma político que influirá, si no lo está haciendo ya, nuestros sistemas... cuando hablamos de gobernanza en Internet China es pionera en poner coto. Lógicamente el argumento detrás es la defensa de los ciudadanos y la concepción de que la Red no es sino un territorio más sometido como tal a la soberanía del Estado. Un territorio más complicado de definir a priori pero donde al final lo que hay son usuarios por una parte, y proveedores de servicios y contenidos por la otra. Por eso, aquí en China los mecanismos del Estado están empujando a que se sepa quién está a uno y otro lado.
En Occidente, en Estados Unidos, el debate ha tenido más luz y taquígrafos y el asunto de la neutralidad de la red ha dado más que hablar. Es una de las ventajas competitivas de nuestro sistema frente al chino. Un mayor pluralismo permite la participación de muchos más cerebros en el enunciado de soluciones con la desventaja de acabar a veces en concursos de belleza o en plebiscitos irónicos que arrojan fenómenos “democráticos” como Rodolfo Chiquilicuatre. Basta con ver las noticias para saber que no fue el peor que hemos vivido. Con el debate abierto, no cabe sino curiosidad por su evolución y más dudas que certezas.
Teóricamente, y aunque aún accedemos al portal desde nuestros ordenadores en China, Mega no puede operar en este país. Está ya fuera de la legalidad de este sistema. Tampoco es que sea abiertamente ilegal. Para dar servicios en la Red dentro del territorio chino son necesarias una serie de licencias. La política es tolerancia hasta que empice a difundirse demasiado. Por eso Mega aun está abierto. Pero podríamos ir más allá y argumentar que aunque sea P2P, Mega es un “medio de comunicación” (ciudadano). Entonces entra dentro del epígrafe de actividades prohibidas al capital extranjero en el catálogo de inversiones chino y necesita llevar a cabo alguno de los mecanismos existentes al respecto. Por eso, que China cierre Mega es cuestión de tiempo. Alguien habrá mirando métricas en algún despacho y algún día saltará este sitio accesible que vende servicios sin licencia y lo cortará por la vía ejecutiva. Igual que vemos policías corriendo tras vendedores ambulantes de top manta por las calles de Madrid.
La salida del estado de naturaleza para convertir súbditos en ciudadanos y dotarnos de derechos y obligaciones evitando abusos derivados de las asimetrías de poder entre los grandes imperios de la red y los individuos aislados ha sido difícil de asumir en otras latitudes. Bajo otro paradigma, es más fácil aceptar que el individuo es nadie frente a Facebook y Google y no parece tan obvio que tengamos que edificar entre todos un sujeto colectivo para defendernos de nosotros mismos. Somos quien Google dice que somos y además para siempre. Y si no nos gusta el personaje que dice Google que somos tenemos que cambiar de identidad. Un drama que, se ha reportado, a veces acaba en el mismísimo suicidio porque es más sencillo acabar con la propia vida que con Facebook o Google, Baidu o Weibo. Una frase triste de escribir y de leer... como mínimo. Cabe hacerse muchas preguntas al respecto y resultan razonables los argumentos que explican por qué se está creando una red “donde vamos encapuchados”.
La búsqueda y captura pública y notoria solicitando las extradiciones que sean necesarias de Kim Dotcom o de Julan Assange, el fundador de WikiLeaks son parte del sistema educativo global difundido vía medios de comunicación. El sistema educativo más efectivo y barato del mundo. Ya hemos aprendido todos que el que la hace la paga, que Estados Unidos le va a perseguir por los confines del planeta y que su seguridad y secretos de Estado son inviolables, como lo es la propiedad intelectual… que es muy parecido a decir la propiedad privada… o el sistema económico y político en el que vivimos. El status quo.
Kim Dotcom es posiblemente lo más parecido a un disruptor político (revolucionario¿?) que tenemos, y Julian Assange, así como otros también en China -como Ai Wei Wei- donde el margen de actuación ante el poder establecido es aún más estrecho.Estados Unidos y China. China y Occidente. Igual. Diferente.