Terminó el Tour y terminó la resaca post-Tour...y la temporada continúa. Volvimos a casa cansados, tanto los corredores como yo, y cada uno se ha dedicado a sus cosas. Los que han podido rentabilizar lo cosechado en Francia, se han dedicado a ir de criterium en criterium con la intención primaria de ir llenando el bolsillo, y la secundaria de mover las piernas y seguir pedaleando a pesar de la pereza que da el cansancio. Yo me he dedicado a estar con mi familia y a disfrutar -y sufrir en menor medida- de su compañía, a pesar de que por ello apenas he podido tocar la bici.
Foto de la playa de La Concha, en Donosti, con su icónica barandilla
Es curioso, cuando terminas una gran vuelta tienes la sensación de que las piernas pedalean solas. Traes un ritmo tan intenso, que vas rápido sin querer. La pereza y la saturación de kilómetros te invita a quedarte en casa sin entrenar, pero una vez que la vences, las sensaciones en la bici son fantásticas, a pesar de lo que cuesta ir limpiando "la carbonilla", como solemos decir. Se ha visto hoy en la Clásica de Donosti. El recorrido se ha cambiado y se ha hecho más selectivo, con dos pasadas por Jaizkibel y Arkale que han servido para seleccionar más la carrera. En el grupo de cabeza hemos visto como los corredores que han terminado el Tour enteros han marcado la voz cantante. Honroso el cuarto puesto de Zubeldia, que es uno de los que -por lesión- no pudo estar en Francia. Y también destacar a Florencio, que se ha metido en la fuga del día y ha demostrado lo injusto y absurdo de la situación que le llevó a no poder competir en el Tour. Me alegro de que ya esté de nuevo en la carretera sin ningún problema, pues se que el trance por el que ha pasado no ha sido nada agradable.