Ya pasó el temido día del Tourmalet. Menuda tormenta que caía por allí 3 horas antes de la carrera, cuando yo pasé por la cima.
Por suerte, cuando los corredores llegaron a su base, el tiempo (gracías por la corrección) había mejorado. Al final la partida terminó en tablas; yo cuento mi versión de los hechos aquí.
Y añado éste último párrafo que no me han editado por problemas de espacio:
Y así, con esos pequeños cambios de ritmo intercalados, se presentaron entre la nieba en la última herradura del Tourmalet a falta de 400 metros para la meta. Andy en cabeza, Alberto a su rueda, como en el resto de la ascensión. Y entonces vimos como Contador tuvo el detalle de dejarle cruzar la meta en primer lugar. La tierra para el que la trabaja, una vez más.
Interpretar esto como un regalo, como algunos hacen, lo considero error. O verlo como una operación limpieza más aún. Andy fue con diferencia el más fuerte en la ascensión; él hizo la selección, él hizo el desgaste y tiene su lógica y su parte de justicia poética que él se llevase el premio al final. Si Contador hubiese colaborado hubiese sido lógico ver un sprint a dúo, pero con Contador a rueda en todo momento, la partida terminaba en tablas y ambos ganaban lo mismo.
Así que al final así terminó el juego, en tablas. Y todos contentos a casa. Andy con su etapa y su segundo puesto en la general. Alberto manteniendo el liderato y confiando cada vez más en que, este maillot amarillo, será suyo hasta París.
Y ayer me encontré con una sorprendente sorpresa, valga la redundancia. Muestro las fotos de un libro que L`Equipe ha sacado en homenaje al Tourmalet: