Han pasado seis meses del accidente aéreo en el que murió la popular cantante de origen mexicano Jenni Rivera. Sus millones de fans en Estados Unidos le siguen rindiendo culto de una u otra forma mientras su familia lidia con la herencia, la gran cantidad de compromisos que no pudo cumplir por su inesperada partida y por supuesto los escándalos.
La polémica de turno se puede encontrar literalmente colgada y/o guindando en cualquier casa o negocio que opte por comprar el nuevo artículo inspirado en la "Diva de la banda". Ingeniosos artesanos y comerciantes no han tenido reparo alguno y han convertido la imagen de Jenni en una tradicional piñata con valor de 200 dólares según las informaciones publicadas. La molestia por parte de su padre no se ha hecho esperar y ha declarado que nadie lo ha llamado a solicitar autorización para utilizar la imagen de su hija con fines económicos.
Los fabricantes han declarado que los fanáticos de Rivera han sido precisamente quienes empezaron a hacer pedidos especiales para sus fiestas y en otros casos hay quienes prefieren simplemente tener el recuerdo de su ídolo en forma de piñata.
La historia continúa, en pocos días sale a la venta el libro autobiográfico Inquebrantable en el que la cantante relata la terrible experiencia que vivieron sus hijas, Jackeline, Janney y Rosie, su hermana menor, durante el tiempo en que fueron víctimas de continuos abusos sexuales por parte de José Trinidad Marín, padre y tío respectivamente de la menores, y quien en 2007 fue sentenciado a 31 años de cárcel. La tragedia no termina aquí. Hace apenas unos días el acusado ha pedido a las autoridades que reduzcan su sentencia y le otorguen libertad condicional por buen comportamiento para empezar una nueva vida.
Se especula sobre una película de su vida mientras su hermana Rosie amenaza con impedir su producción a toda costa pero dudo que Hollywood se niegue a contar una historia como la de Jenni Rivera. Aún sin película ya es leyenda.