Tan bien, o tan mal, como un automóvil convencional. Las pruebas de colisión demuestran que los coches eléctricos protegen igual que los normales. La batería y el sistema eléctrico de alto voltaje no implican riesgos añadidos, ni para los ocupantes del vehículo ni tampoco para los equipos de rescate que tengan que cortar la carrocería para sacar a los accidentados.
Estas conclusiones se sustentan sobre test de impacto realizados a dos modelos, aunque hay varios otros: el Mitsubishi i-MIEV, un pequeño utilitario de 3.4 metros de largo, y el Volvo C30 Electric, un familiar compacto de 4,2 metros. Ambos vehículos han superado con éxito impactos frontales y laterales, golpes traseros y hasta colisiones contra postes, ésta última una prueba especialmente dura que reproduce choques contra árboles y farolas. El accidente a mayor velocidad se ha realizado a 82 km/h.
El Mitsubishi ya está a la venta en España, y el Volvo se encuentra actualmente en fase de pruebas. La marca sueca lanzará en 2012 un V60 híbrido diésel enchufable, cuyas baterías recogerán las soluciones de seguridad validadas durante las pruebas de choque. Además, se espera que el C30 Electric salga a la venta también en 2012.
Volvo C30
Los resultados del coche eléctrico de Volvo permiten comprobar que cambiar gasolina por electricidad no tiene porque afectar a la seguridad. El paquete de baterías, que pesa 300 kilos y tiene forma de T, va encapsulado en una estructura especial de alta resistencia y no se ha visto afectado en ninguno de los test. Ocupa el lugar del depósito y del túnel de transmisión de los C30 con motor de combustión. Se sitúa en el centro del coche para mantenerlo alejado de las zonas de deformación de la carrocería.
El impacto frontal se ha efectuado a 64 km/h, siguiendo las normas de Euro NCAP, el laboratorio independiente que analiza la protección que ofrecen los automóviles del mercado europeo. El lateral se ha llevado a cabo a 50 km/h y, el choque trasero por alcance, a 80 km/h (82 en realidad), como marca la normativa estadounidense. Además, el modelo ha tenido que superar también los accidentes contra postes, tanto frontales (a 48 km/h; se comunica como 50) como laterales (a 29 km/h; se comunica como 30), que son muy severos porque se concentra gran cantidad de energía en una pequeña superficie de contacto y provocan grandes deformaciones e intrusiones.
Tras las colisiones, la jaula que protege las baterías mantuvo su integridad y resistencia, y las pilas no se vieron afectadas. Los ingenieros del fabricante recalcan que las baterías no solo han pasado las pruebas físicas, sino también las de seguridad eléctrica: los mismos sensores que alertan a los airbags para que se desplieguen cuando se produce un impacto, se ocupan asimismo de desconectar el sistema de alto voltaje para evitar descargas. La desconexión se produce en 50 milisegundos.
Incluso aunque no se produzca un choque, si el sistema de control detecta alguna anomalía potencialmente peligrosa, como un cable suelto que pueda entrar en contacto con la carrocería, corta el suministro de corriente. Para reforzar la seguridad, la jaula que contiene las baterías es estanca. Si las pilas llegaran a romperse, hay unos conductos especiales que expulsarían los gases fuera del vehículo, y si se incendiaran, la jaula contendría el calor y las llamas, al menos durante un tiempo suficiente para otorgar un margen de seguridad razonable. Pero son supuestos extremos y muy poco probables. Extrapolando la situación, ¿en cuántos accidentes de coches de combustión llega a verse afectado el depósito de gasolina o gasóleo? E, incluso en los contados casos en que el depósito se rompa, ¿cuántas veces termina incendiándose?
Mitsubishi i-MIEV
El i-MIEV, por su parte, lo ha testado tanto el laboratorio Euro NCAP como varios clubes del automóvil en pruebas propias, entre ellos los españoles RACC y RACE. Y los resultados vuelven a demostrar que las baterías y el sistema de alto voltaje no implican riesgos añadidos frente a un modelo con motor de explosión. Una gran noticia, porque los impactos se han realizado a la misma velocidad que en el Volvo a pesar de que el i-MIEV es mucho más pequeño y, por tanto, cuenta con zonas de deformación menores. En algunas pruebas, como el choque trasero por alcance, las baterías tienen que soportar la colisión casi directamente.
En el test de colisión frontal, a 64 km/h, la carrocería aguanta el golpe, aunque está al límite de su resistencia, como sucede en la mayoría de modelos de este tamaño, y los ocupantes delanteros pueden sufrir lesiones en las piernas y rodillas. Pero la colisión no afectó a las pilas y los dispositivos de seguridad desconectaron correctamente el circuito eléctrico para evitar descargas.
En la prueba de choque por alcance, en la que un módulo de 1.400 kilos golpea por detrás a 80 km/h, la mecánica (que va situada debajo el maletero) se desplaza nada menos que 40 centímetros hacia dentro e invade el habitáculo, comprometiendo la integridad física de los ocupantes posteriores. Pero, de nuevo, los componentes eléctricos no se vieron afectados, y eso que la mecánica llega a empujar las pilas, catapultada a su vez por el módulo de 1,4 toneladas.
Por último, los bomberos examinaron el vehículo y reprodujeron los procedimientos de corte de carrocería que realizan habitualmente para sacar a los pasajeros atrapados en el interior. Gracias al adecuado funcionamiento del sistema automático de desconexión, pudieron trabajar sobre el vehículo sin riesgo de descargas. Sin embargo, Mitsubishi ha redactado un manual de instrucciones de seguridad que explica, entre otras cosas, como desconectar manualmente la corriente. Aunque según cómo sea el accidente y la parte de la carrocería dañada, puede ser más fácil o más difícil alcanzar los puntos clave para cortar la electricidad. Los bomberos sugirieron además la idoneidad de contar con algún indicador externo que confirme con claridad si la corriente está o no desconectada: por ejemplo, una luz led.
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