Los diamantes viven un 'boom'. ¿Hay que preocuparse?

Por: | 24 de febrero de 2012

Diamante-1

Iluminados por una luz blanca y fría, los diamantes brillan como si sus enlaces de carbono estuvieran formados por millones de destellos. Esta es la idílica imagen que el Consejo de Administración de De Beers –el mayor productor de esta gema en bruto del mundo– tiene en mente cada vez que habla de sus piedras preciosas. Le sobran los motivos para su particular alegría. La demanda de diamantes sin tallar fue “excepcional”, aseguran, el año pasado. El grupo vendió piedras por valor de 7.400 millones de dólares (5.500 millones de euros). Y su división de trading (Diamond Trading Company), que se ocupa de comercializar las gemas en bruto, logró la segunda cifra de ventas más alta de su historia: 6.500 millones de dólares (4.800 millones de euros). Un 27% más.

En una nota remitida por la compañía, De Beers señala que se ha beneficiado de unos niveles de producción inusualmente bajos y de “un tirón excepcional de la demanda”. Así, los beneficios antes de impuestos del grupo se fueron a los 1.422 millones de dólares, un 37% superior al año pasado. De hecho, los precios de los diamantes subieron el 29% y la demanda entre un 11% y el 13%.

Lo interesante de estos números es que cuentan mucho más de lo que parece. Avanzan, por ejemplo, que los meridianos económicos del planeta se han desplazado irremisiblemente al este. La demanda de la joyería china, que está siendo, según De Beers, “particularmente fuerte”, y el boom de la India explican buena parte de esas ventas y de esos beneficios. Pero también son un indicador social. El hecho de que crezcan las ventas de estas piedras en naciones emergentes evidencia, no solo una fuerte fragmentación entre una casta rica y otra pobre, como sugiere la discutible lógica económica de esos países, sino también la aparición de una creciente clase media que puede acceder a las gemas e impulsar la demanda. No es que pocos compren mucho (como sucede con otros bienes de lujo) sino que bastantes están comprando dentro de sus posibilidades. Hay que recordar que en gran parte de los países del sudeste asiático el oro y los diamantes son parte inherente de su identidad cultural.

Junto a estas compras por razones socioculturales, también hay una demanda puramente especulativa, que en 2011 ha sido muy fuerte pero que se atemperará en 2012 por las malas perspectivas globales de crecimiento de la economía mundial. Aun así, “a medio y largo plazo los fundamentales de la industria serán positivos en términos de consumo y demanda, impulsada por los mercados emergentes chino e indio”, apunta una fuente de De Beers recogida por The Wall Street Journal.

Mugabe entra en escena
Sin embargo, los diamantes, como activos, nunca han sido neutrales. A pesar del Proceso de Kimberley (PK), un organismo creado en 2003 que intentaba poner fin al tráfico de los diamantes de sangre –aquellos que se utilizaban para financiar conflictos y guerras–, muchos de ellos siguen despertando dudas. Una mala imagen y una preocupación real que ha aumentado al saberse que Robert Mugabe, presidente de Zimbabue, volvía a tener permiso –desde 2009 no podía hacerlo– para vender estas gemas en el extranjero. En principio, podría comercializar en los próximos meses cuatro millones de quilates procedentes de sus minas de Marange (consideradas unas de las más productivas), que están situadas al este del país.

Diamante_bruto_cortar_grande_mundo

Si De Beers no lo remedia –ostenta una especie de monopolio de facto del mercado a escala planetaria, al controlar el 40% de la producción– habrá más piedras en las vitrinas de los comercios y bastantes, aunque no sean responsabilidad del grupo diamantífero, procedentes de Zimbabue, lo que ha puesto en tensión a diversas ONGs y expertos ante la llegada de esos, para muchos, aún sospechosos diamantes africanos. Así que si tiene la suerte de comprar un diamante (o que se lo regalen), extreme los controles sobre su origen y los certificados acreditativos. No sea que, sin quererlo, en vez de un símbolo de amor y compromiso pueda estar regalando uno de dolor y sufrimiento.

Hay 2 Comentarios

Some people like to keep up with the action by completing tournament brackets in which they predict the winners of each round of games. At the end of the tournament, the player with the most correct predictions is the winner.

¿La suerte de comprar un diamante? Hay que tener poco cerebro para considerar una suerte gastar una fortuna en una piedra que no sirve para nada y que tiene un coste en vidas humanas tan alto.

Publicar un comentario

Si tienes una cuenta en TypePad o TypeKey, por favor Inicia sesión.

Con arte y sonante

Sobre el blog

En un mundo de liquidez casi ilimitada, en el que los bancos centrales dan al botón de imprimir billetes a la misma velocidad que Billy el Niño desenfundaba su revolver, los ahorradores (que hoy en día somos todos) han redescubierto el valor de los activos tangibles y limitados.
O sea, que empiezan y acaban. Metales preciosos, arte contemporáneo, antigüedades, vinos, coches de colección, diamantes. Bienes que a su escasez y potencial económico aportan su carácter material. Bienes con arte y sonantes.

Sobre el autor

Miguel Ángel García Vega

Periodista y modesto coleccionista de arte contemporáneo, Miguel Ángel García Vega lleva más de 15 años escribiendo en EL PAÍS. A veces de finanzas, a veces de sociedad, a veces de arte, pero siempre conectando la vida y los números. Este blog quiere ser una piedra de Rosetta con el que entender el universo de los bienes tangibles, que en ocasiones parece, como el mundo, ancho y ajeno.

El País

EDICIONES EL PAIS, S.L. - Miguel Yuste 40 – 28037 – Madrid [España] | Aviso Legal