Con arte y sonante

Sobre el blog

En un mundo de liquidez casi ilimitada, en el que los bancos centrales dan al botón de imprimir billetes a la misma velocidad que Billy el Niño desenfundaba su revolver, los ahorradores (que hoy en día somos todos) han redescubierto el valor de los activos tangibles y limitados.
O sea, que empiezan y acaban. Metales preciosos, arte contemporáneo, antigüedades, vinos, coches de colección, diamantes. Bienes que a su escasez y potencial económico aportan su carácter material. Bienes con arte y sonantes.

Sobre el autor

Miguel Ángel García Vega

Periodista y modesto coleccionista de arte contemporáneo, Miguel Ángel García Vega lleva más de 15 años escribiendo en EL PAÍS. A veces de finanzas, a veces de sociedad, a veces de arte, pero siempre conectando la vida y los números. Este blog quiere ser una piedra de Rosetta con el que entender el universo de los bienes tangibles, que en ocasiones parece, como el mundo, ancho y ajeno.

La excusa de 'La esclusa'

Por: | 31 de mayo de 2012

LA ESCLUSA BUENA Estamos perdiendo muchas cosas estos días, pero, quizá, de entre todas, haya una en la que apenas hemos reparado. Estamos perdiendo, fundamentalmente, perspectiva, sobre nuestro tiempo y nuestro patrimonio. Y no es reprochable con todos los problemas que vivimos, pero sí preocupante.

La prima de riesgo desbocada, el enorme drama del paro, las dificultades de miles de familias para llegar a fin de mes, uno de cada cuatro niños (¡quién podría imaginarlo hace solo unos pocos años!) en riesgo de exclusión social… Son problemas tan acuciantes y reales que lo solapan todo. Y para añadir más tensión, las cajas de ahorro (antes uno de los baluartes de la obra social y la cultura) nos dejan un día tras otro un rosario de comportamientos de algunos de sus exdirectivos que rozan sencillamente lo delictivo. Y justo en este momento, Carmen Cervera pone a la venta La esclusa, de John Constable, una de las pinturas franquicia (como se diría en términos deportivos) del museo Thyssen.

La razón ya la conocen. Necesita, según sus propias palabras, “cash” y piensa, aunque no lo diga públicamente, que al menos el cuadro podría rematarse por más de 35 millones de libras. Inicialmente sale a la venta por 21 millones (26 millones de euros). Veremos el precio de cierre. Pero ya hay compradores interesados, apuntan fuentes próximas a la operación, y la adjudicación se da por hecha.

Sea como fuere, el próximo 3 de junio sabremos en Londres qué remate consigue Christie’s por el lienzo, sin embargo dado los precios que se han pagado las últimas semanas por pinturas de esta calidad de otras figuras incontestables del arte, como Pollock o Rothko, todo apunta a un récord para el autor, para la pintura inglesa y para la propia Carmen Cervera.

Baronesa buena

Un 5,6% aún vendible
Desde luego, la baronesa tiene todo el derecho del mundo a enajenar la obra, los términos del acuerdo de cesión de la colección Thyssen al Estado español así lo explicitan. “Carmen puede vender hasta un 8% del valor depositado (la colección está valorada en 800 millones de dólares). El constable supondría un 2,4%”, ha aclarado Guillermo Solana, director artístico del museo Thyssen. O sea, aún le queda un intranquilizador 5,6% de margen. En principio, si “Dios quiere”, no venderá más obras, asegura la baronesa, pero el entrecomillado también produce cierto desasosiego.

Dice Carmen Cervera que ofreció la tela a la anterior responsable de Cultura y al actual ministro Wert a plazos y por una cantidad inferior a la que ahora sale a la venta y que no mostraron interés. ¿Deberían haberlo hecho, a pesar de la que cae sobre el país?

Llegará un día en el que la crisis pase. No se conocen ciclos interminables de bonanza ni periodos infinitos de recesión. En ese momento alguien se acordará de lo perdido o lo dejado escapar. Y tal vez piense que se podría haber hecho algo más por conservarlo. Incluso en los momentos más duros (como el que transitamos) proteger el patrimonio cultural tiene que ser una prioridad. Lo enseña de una manera fabulosa el documental Las cajas españolas, que narra cómo se evitó que las obras del Museo del Prado fueran destruidas en la Guerra Civil. Duele pensar en un Prado sin Las Meninas, sin El Lavatorio de Tintoretto, sin los fusilamientos, sin El Jardín de las Delicias. Si hubiera faltado una sola de estas obras la pérdida habría sido inasumible. 

 
Por lo tanto, la pérdida de patrimonio artístico nos disminuye, como país, como cultura, como economía (pensemos el turismo que atraen nuestros grandes museos) y como personas. Y últimamente ya parecemos todos demasiado bajitos.

(Lástima, eso sí, que la opción elegida por Carmen Cervera para hacer caja hayan sido los cuadros en vez de los inmuebles que posee u otras propiedades e inversiones, quizá, esto también pueda empequeñecerla a ojos de algunos).

Hacer caja con la colección de arte de Afinsa

Por: | 28 de mayo de 2012

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Este fin de semana se han sucedido las manifestaciones de afectados por la presunta estafa de Afinsa y Fórum Filatélico. El juicio se acerca y hay miles de familias que están peleando por intentar recuperar parte (al menos) de lo invertido, que, en muchos casos, son los ahorros de toda una vida.

Habrá que esperar a ver qué dictaminan los tribunales, pero en principio no parece un empeño fácil. El tiempo dirá, pero lo que sí se puede hacer es poner negro sobre blanco los activos susceptibles de usarse para hacer frente a las reclamaciones. Y aquí entra en juego lo nuestro, o sea, el arte.

Muy pocas personas conocen, o recuerdan, que Afinsa tenía una colección de arte contemporáneo. Su nombre: Colección Siglo XXI, y estaba a cargo de la consultora (hoy desaparecida, y cuya sede social se encontraba en la calle Orfila de Madrid) Untitled Art Consulting. Y según se leía en el folleto de presentación de la misma, se trataba de “una consultoría de arte especializada en la creación de colecciones de arte contemporáneo para particulares, empresas y sociedades de inversión”. Se entiende que en el epígono “empresas” encajaba Afinsa.

Obras que tienen mercado
Tal vez sea así, o no, pues nunca, por lo menos este periodista, tuvo claro si realmente existía una relación societaria nítida directa o indirecta entre ambas sociedades, aunque Ángel Cano, hermano del entonces presidente de Afinsa, figurara como director general de Untitled y el folleto de presentación de la colección llevara el anagrama del Grupo Afinsa. Eso sí, en su día se comentó que la Administración Concursal se había puesto en contacto con las salas de subastas Ansorena, Sotheby’s, Durán y Segre para la tasación y enajenación de la colección.

Este es un extremo por el que los representantes legales de los afectados harían bien en interesarse a fondo. Pues la colección contiene piezas que ahora mismo en el mercado se venderían con facilidad y que aportarían su granito de arena para resarcir los daños creados por Afinsa. Hablamos de “activos” muchas veces más fáciles de enajenar que, por ejemplo, el patrimonio inmobiliario de la firma filatélica.

Como prueba palpable de la colección guardo un díptico que se puede observar más abajo. Corresponde a las adquisiciones realizadas entre 2003 y 2006 y en total representan 40 obras. Pero es solo una selección. Hay más. Hace un par de años diversas informaciones periodísticas hablaban de 90 piezas de 55 artistas. Por lo tanto, a los que figuran en los folletos explicativos habría que sumar creadores como Pedro Cabrita Reis, Matt Mullican, Cristina García Rodero, Bien-U Bae, Günter Forg, Suling Wang o Herbert Brandl, entre otros.

De lo que no hay duda es de que parte de esta colección estuvo a la venta, poco después de la intervención, en la galería madrileña Metta. Allí colgaron por un breve periodo de tiempo (dos semanas) obras de Per Barclay, Thomas Struth o Candida Höfer, entre otros.

Compras entre 2003 y 2005

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De Andreas Gursky a Thomas Struth
Ahora bien, por ir al detalle, la colección (asesorada artísticamente en su día por Pablo del Val, ex director de la Conservera de Murcia) contiene piezas (las adquiridas entre 2003 y 2005) que en una estimación conservadora nos da un valor global de mercado que oscila entre 1,5 y 2 millones de euros. Destacan, sobre todo, en cuanto a su tasación comercial, las fotografías de Thomas Struth (corresponde a la serie de Pérgamo, que está considera una de las mejores de su producción y que puede alcanzar con facilidad los 250.000 euros), Candida Höfer (una excelente pieza, de similar calidad a la que figura en la colección Fundación Telefónica) y Andreas Gursky así como las obras de Lawrence Weiner, Franz West o Mona Hatoum.

En cuanto a las adquisiciones comprendidas entre 2005 y 2006 (de las que en el díptico se describen 11 piezas), la estimación sobre su precio nos lleva a unos márgenes que se mueven entre 600.000 y 800.000 euros. Por sus posibles remates en subasta, destacan las fotografías del famoso matrimonio Bernd & Hilla Becher, Andreas Gursky y John Baldessari junto a las esculturas en madera de Stephan Balkenhol.

Compras entre 2005 y 2006

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Estos precios son solo una pista, una estimación, quizá un pequeño hilo del que tirar en una urdimbre tan compleja como la de Afinsa y Fórum Filatélico, pero también pueden ser una ayuda para cientos de familias. Convendría analizarlo.

 

Fotografía de apertura: Thomas Struth. Pergamo Museum VI. Berlín 1996. Chromogenic print; 170 x 241 Cm. Cortesía: Galería Marian Goodman. (Fotografía perteneciente a la Colección Siglo XXI, Grupo Afinsa). Una curiosidad: las dos personas que aparecen en esta imagen son el hijo y la mujer del artista.

 

 

El arte descorcha su burbuja económica

Por: | 18 de mayo de 2012

“Vendrán más años malos y nos harán más ciegos”. Rafael Sánchez Ferlosio.

Apertura Warhol

Hay algo que da miedo y tristeza a quienes nos entusiasma el mundo del arte: la desconexión que en demasiadas ocasiones muestra con la realidad. A veces, uno tiene la sensación de que muchos actores que participan en él viven en un universo paralelo. Ajenos y sordos a los problemas económicos y sociales que sufre la inmensa mayoría han optado por vivir en su torre de marfil y de ahí no quieren salir.

En ese grupo encajan los ultramillonarios, que pagan por una sola obra más dinero del que millones de familias serían capaces de reunir durante una vida entera de trabajo. Emires, oligarcas rusos, millonarios procedentes de la especulación a través de fondos de alto riesgo (hedge funds), empresarios del mundo del lujo y del ladrillo. Este es el perfil habitual de quienes están comprando las obras de arte que estos días han alcanzando récords mundiales en Christie’s o Sotheby’s.

Ritcher

Gerhard Richter. Abstraktes Bild (7983). 1993. Vendido por 21,8 millones de dólares.

Precios recalentados
Sin embargo, el ruido mediático de precios, artistas y revalorizaciones ha dado la voz de alarma y ya hay quien piensa que se está incubando la próxima burbuja en el mercado del arte contemporáneo. Por una parte, los precios se recalientan debido a una gran liquidez en el sistema (esto en España suena como una broma, cuando aquí conseguir un crédito resulta una odisea, pero ahí fuera es otra cosa); y, por otra, estos megarricos no solo determinan el valor económico de las obras sino que incluso, como bien explica el escritor Charlie Finch, crean, en un ejercicio de arrogancia, la narrativa que justifica ese valor.

El mercado es la crítica
Por ejemplo, la pintura de Andy Warhol titulada Gun (imagen de apertura), vendida en la vorágine de la última semana por algo más de siete millones de dólares, y que es un trabajo bastante menor y plano del artista americano, se ha convertido de repente en un icono, ya que, ¡ojo!, el artista fue tiroteado. Así lo explican algunos. ¿Entiende alguien la relación entre una cosa y otra?

Esta anécdota, que no es tal, refleja otro de los graves problemas que vive el arte de nuestros días: el mercado, o sea el dinero, ha sustituido a los críticos, que cada vez tienen una importancia menor a la hora de conformar el canon artístico de nuestra época. Habrá que preguntarse la razón, porque se les echa mucho de menos.

Cindy Sherman

Cindy Sherman. Untiled 94.1981. Rematado por 772.500 dólares.

Locura económica en el mundo del arte

Por: | 12 de mayo de 2012

Apertura

Hay algunas cosas que no son fáciles de explicar. El viernes pasado, el vicepresidente de la Comisión Europea y responsable de Asuntos Económicos, Olli Rehn, aseguraba que la recesión sería “suave y corta” en Europa y que una “débil” recuperación empezaría durante la segunda mitad de 2012. Al menos esos eran los cálculos que manejaba la institución. Ya hemos visto cuántas veces se han equivocado. Eso sí, el paro en España del 24% parece que no bajará.

Mientras, ese mismo día, al otro lado del mundo, en Nueva York, después de una dura competencia entre tres compradores, un autorretrato (debajo de esta líneas) del pintor Jean-Michel Basquiat (en su día novio de una jovencísima Madonna) se vendía por la friolera de 16,3 millones de dólares (12,6 millones de euros),que en la práctica suponía el récord del artista.

BasquiatEsta venta era el punto y final (de manera momentánea) a 72 horas de vértigo y locura en el mundo del arte, especialmente el contemporáneo. En solo tres días, los que van del 8 al 10 de mayo pasados, Christie’s, Sotheby’s y Phillips de Pury han logrado unas ventas de 741,9 millones de dólares (573,9 millones de euros). Por trasladarlo a nuestra olvidada peseta (un ejercicio mental muy recomendable), hablamos de 95.500 millones de rubias. Una barbaridad.

Borrachera de ventas
Nunca en su historia Christie’s había vendido tanto –en concreto 388,4 millones de dólares (300,7 millones de euros)– en una subasta de arte de posguerra y contemporáneo. De hecho se quedó muy cerca, a 15 millones de dólares, del récord absoluto que estableció Sotheby’s Nueva York en noviembre de 2007. Justo cuando la economía planetaria empezaba a pintar francamente mal. Por cierto, hay que recordar que esas cifras se han conseguido en un solo día (en concreto, una tarde) de ventas. Números mareantes.  


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Yves Klein. FC1 (Fire Color 1). 1962. Rematada el 8 de mayo en Christie's Nueva York por 36.482.500 dólares.

Haciendo un resumen de lo sucedido, conviene tener presente que Mark Rothko alcanzó su récord al venderse la pintura Orange, Red, Yellow (1961) por 86,8 millones de dólares; Roy Lichtenstein hizo lo propio con Sleeping Girl (1964) al encontrar comprador en 44,8 millones de dólares y otros artistas lograron cifras igual de estratosféricas, como Francisco Bacon (44,8 millones de dólares); Andy Warhol (37 millones de dólares) o Jackson Pollock (23 millones de dólares).

BACON

Francis Bacon. Figure Writing Reflected in Mirror. 1976. Vendida el 9 de mayo en Sotheby's Nueva York por 44.882.500 dólares.

Los ejemplos empiezan y no acaban. Y todo ello, hay que recordarlo, conviviendo de fondo con los 120 millones de dólares (el precio más alto jamás alcanzado por una obra de arte en subasta) que se habían pagado muy pocos días antes por una versión (la única de las cuatro variaciones de la obra que aún quedaba en manos privadas) de El Grito de Edvard Munch. Incluso en unos números más modestos, las famosas pipas del artista chino Ai Weiwei sumaron su propio récord al venderse una tonelada de ellas por 782.500 dólares (606.000 euros).

AI WEIWEI

Ai Weiwei. Kui Hua Zi. (Semillas de girasol). 2008-2010. Rematada el 9 de mayo en Sotheby's Nueva York por 782.500 dólares. Récord del artista.

No diga bono, diga pintura
Esta es, por escribirlo así, la topografía de la situación. Y qué lectura se puede hacer. Resulta evidente que hay una enorme liquidez (en manos, claro, de unos pocos) en el sistema y que el arte se ha consolidado como una activo financiero más (para lo bueno y lo malo) y, por lo tanto, se maneja con la misma frivolidad que unas acciones o unos bonos.

Jeff wall

Jeff Wall. Dead Troops Talk. 1992. Fotografía.Caja de luz. Edición de dos ejemplares. Adjudicada el 8 de mayo en Christie's Nueva York por 3.666.500 dólares. Récord del artista.

Otra reflexión es que cada vez existen más jugadores particulares, sobre todo chinos, rusos, brasileños, árabes, turcos e indios, que entran en este mercado. Unos atraídos por la pasión de coleccionar y otros (muchos) por la de especular. Entre medias, los precios suben y el sistema público (museos e instituciones) se queda fuera de juego. ¿Cómo va a poder pagar una institución pública 80 millones de dólares por un Rothko? Un ejemplo, el Prado pagó siete millones de euros por la extraordinaria sarga El vino de la fiesta de San Martín de Bruegel el Viejo, y ya fue un enorme esfuerzo para la institución. De hecho, usando el nuevo boom del mercado del arte algunos museos están aprovechando para vender obras, hacer caja y recoger fondos con el fin de comprar (lo poco que aún es posible) antes de que sea todavía más complicado. Desde luego, es una estrategia que tiene evidentes limitaciones.

Bruegel

El Prado compró por siete millones de euros a un particular la sarga El vino de la fiesta de San Martín, de Bruegel el Viejo.

Y esto nos lleva a una pregunta capital, que habrá que contestar en otra entrada. ¿En manos de quiénes estamos dejando algunas de las grandes obras del arte de nuestro tiempo? ¿Son grandes coleccionistas o son grandes oportunistas? Nuestro legado cultural, que es, no lo olvidemos, la interpretación de nuestro propio tiempo, depende de esa respuesta.

 

Para ampliar información sobre el autorretrato de Jean-Michel Basquiat resulta muy interesante este vídeo explicativo de la propia casa de subastas Phillips de Pury.

 

Fotografía de apertura: Artnet. Protestas ante la subasta de El Grito, de Munch.

 

 

 

Gerhard Richter multiplica 25 veces su cotización

Por: | 01 de mayo de 2012

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Gerhard Richter trabajando en su estudio de Colonia (Alemania).

El próximo 8 de mayo, la sala neoyorkina de Christie’s sale a escena con toda la artillería pesada artística (Mark Rothko, Jackson Pollock, Gerhard Richter, Willem de Kooning, Yves Klein, Clyfford Still, Jasper Johns) bajo el brazo. Quiere poner a prueba el momento que vive el mercado del arte contemporáneo. ¿Habrá afectado la crisis a los megamillonarios? Esa élite dentro de la élite que puede permitirse pagar 30 millones de dólares por una cuadro de Jackson Pollock de algo más de metro y medio de longitud. Pues según se comenta en el entorno de la firma de subastas parece que la mayoría de esos lotes dirigidos a los ultrarricos ya están atados y bien atados. Hay pujas, hay compradores y se venderán. O sea que previsiblemente alguien pagará entre 20 y 30 millones de dólares (tal vez más) por el cuadro Number 28 de Jackson Pollock (uno de sus clásicos dripping, fechado en 1951, y que mide 76 x 137 cm), o entre 35 y 45 millones de dólares (pueden ser más) por el óleo sobre lienzo (236 x 204 cm) de Mark Rothko titulado Orange, Red, Yellow (1961).

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Jackson Pollock (1912-1956); Number 28. Óleo sobre lienzo. 1951. (76,5 x 137,4 cm).

Pero además de la evidente constatación de un mundo cada vez más fragmentado, donde una reducida oligarquía económica aumenta su pujanza, lo reseñable (desde el punto de vista que enlaza arte y mercado) es la consagración del artista alemán Gerhard Richter (Dresde, Alemania, 1932) dentro del reducidísimo Olimpo de los pintores vivos que venden sus obras por encima de los diez millones de dólares (7,5 millones de euros). Unas cifras que al propio artista le parecen desmesuradas, pero ya se sabe que el mercado del arte atiende a muy pocas razones que no sean sus propias leyes.

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Gerhard Richter (Dresde, Alemania, 1932); Seestück (licht bewölkt), 1969. Óleo sobre lienzo (200 x 200 cm).

El lienzo de 20 millones de dólares
Lo cierto es que en el último año, o año y medio, la cotización del pintor germano se ha disparado hacia cantidades inabordables para casi todas las instituciones públicas. Un ejemplo. Gudrun, una brillante pintura creada en 1987, que está dominada por diagonales rojas y amarillas, se vendió en Sotheby’s de Nueva York en noviembre del año pasado por 18 millones de dólares (13,6 millones de euros al cambio actual), más del doble (7,5 millones) de su máximo estimado. En 2001 esa misma tela se había rematado en la sala londinense de idéntica casa de subastas por 783.106 dólares. En una década se revalorizó el 2.298%. Casi 25 veces más. Una locura.

Por si se lo preguntan, el récord del artista está en los 20,8 millones de dólares (15,7 millones de euros) que alcanzó, también el año pasado y también en Sotheby’s, Abstraktes Bild, una colorida (y seamos sinceros, algo recargada) composición sobre lienzo en la que predominan los rosas y los azules. Su precio de salida era de 9 millones de dólares.

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Gerhard Richter (Dresde, Alemania, 1932); Abstraktes Bild. 1997. Óleo sobre lienzo (260 x 340 cm). Récord del artista en 20,8 millones de dólares (15,7 millones de euros). Cortesía: Marian Goodman.

El Reina Sofía paga 40 millones (de pesetas)
Resulta complicado explicar cuáles son los resortes que hacen que un artista pase en tan poco tiempo de valorarse a unos precios muy elevados a otros absolutamente astronómicos. En el caso de Richter se dan varias circunstancias. Es un creador canónico. Está absolutamente aceptada la calidad de su trabajo. De hecho, forma parte de todas las grandes colecciones de los principales centros de arte del mundo (por cierto, el Reina Sofía posee un díptico verde excelente de grandes dimensiones que en su día costó solo –entiendan el adverbio dentro de este mundo– unos 40 millones de las viejas pesetas). Y el año pasado, coincidiendo con su ochenta cumpleaños, la londinense Tate Modern le dedicó una retrospectiva, lo que ha calentado aún más el interés por el artista. Y también es cierto que son muy pocas las voces (una de ellas es el crítico Charlie Finch) que cuestionan su trabajo. Por lo tanto, goza de la admiración del público en un sentido más amplio de lo imaginable. Un dato. El avance del documental Gerhard Richter Painting

 

ya lleva más de 64.000 visitas en Youtube, cifras más propias de un grupo musical que de un pintor que ha recorrido la figuración y la abstracción. 

Extremadamente codiciado
En este contexto, Christie’s pone a la venta en un único día –el 8 de mayo– seis pinturas de gran calidad del artista alemán. Solo los precios mínimos de salida suman 29 millones de dólares (21,9 millones de euros). “Richter es uno de los grandes artistas vivos y forma parte de los pocos pintores realmente innovadores de nuestro tiempo”, reflexiona Francis Outred, responsable del área de Arte de Posguerra y Arte Contemporáneo de Christie’s en Europa. Y añade: “En el mercado sus trabajos son extremadamente codiciados por los coleccionistas de todo el mundo. De hecho, en los últimos tiempos nosotros hemos vendido algunas de las mejores pinturas del maestro alemán”.

2557-49 Gerhard Richter - Abstraktes Bild Violett 1986

Gerhard Richter (Dresde, Alemania, 1932); Abstraktes Bild Violett. 1986. Óleo sobre lienzo (200 x 179,7 cm).  

Quizá, prosigue Francis Outred, la mejor forma de ilustrarlo sea a través de la tela Kerze -“una auténtica obra maestra”, a juicio de Outred, que no se había visto en público desde 1986– y que se subastó en Christie’s en octubre de 2011. Hubo cinco postores y uno se hizo con la pieza por 10,5 millones de libras (12,8 millones de euros), el récord mundial del artista en ese momento. Como hemos visto, no tardaría mucho en pulverizarse. Solo un mes.

 

Cortesía de las fotografías: © Christie’s Images Limited 2012. Excepto la imagen de apertura de Gerhard Ritcher que pertence al documental Gerhard Richter Painting.

 

 

 

 

 

 

 

El País

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