Vivimos tiempos inesperados. Ninguna de las vigas maestras que han sostenido los principios económicos sobre los que nos movemos parece a salvo. Todo se cuestiona. Esta misma semana, el Partido Republicano, que se reúne en su convención de Tampa (Florida), dejaba caer su particular misil económico: “Volver al patrón oro”. Una idea que sería como arrojar una bomba de neutrones sobre la economía americana y por extensión sobre la mundial. Al menos así lo creen la mayoría de los analistas. Los republicanos, no.
El gran problema para Estados Unidos de regresar al patrón oro es que el país ha emitido demasiados dólares, aproximadamente 2,6 trillones, y no hay suficiente metal para respaldarlos al precio actual. “Para que las reservas de oro americanas [8.133 toneladas] pudieran dar contrapartida a los dólares en circulación, el metal precioso tendría que subir por encima de los 10.000 dólares la onza, cuando actualmente está en unos 1.600 dólares”, analiza Emilio Álvarez, gestor de metales preciosos. Este incremento exponencial desestabilizaría la economía de Estados Unidos y por contagio la de todo el planeta.
Golpe a la Reserva Federal
En el fondo, lo que evidencia esta propuesta es un ataque frontal a la Reserva Federal americana por parte del Partido Republicano. Es ahí donde hay que entender el sentido de esta vuelta al oro. El senador republicano por Texas Ron Paul (el gran pergeñador de esta idea) transmitía su particular mensaje de esta forma. “Si nuestro dinero estuviera respaldado por oro y plata, quienes están sentados en algunos de esos edificios de lujo no podrían simplemente apretar un botón para crear nuevo dinero. Tendrían que comerciar de forma honesta con otros negociantes que también tuvieran oro físico”. Un mensaje sencillo, que cala con facilidad. Pero como hemos visto, no es así ni de fácil ni de sencillo ni, tampoco, de buena idea.
Billete de 100 dólares acuñado en 1928, en cuya esquina superior se lee su convertibilidad en oro.
“Volver a un anacronismo que funcionó hace décadas no tiene ningún sentido. Hoy el mundo económico y sus flujos se mueven de forma muy diferente. Esta propuesta lo que busca es poner coto al margen de maniobra de la Reserva Federal”, apunta David Cano, socio de Analistas Financieros Internacionales (AFI). El Partido Republicano nunca ha visto con buenos ojos el recurso de imprimir billetes, o sea inundar el mercado de liquidez, como forma de activar la economía y combatir la crisis. Al contrario. Ellos consideran que esta política supone incrementar la inflación y contribuir a la pérdida de poder adquisitivo (empobrecimiento) de los americanos. Sus argumentos funcionan en esta línea. Cuantos más dólares hay en circulación más se diluye la divisa norteamericana y, por lo tanto, más cae el valor de cada dólar. ¿Consecuencia? Los precios suben, porque hacen falta más dólares “devaluados” para comprar la misma cantidad de vino, huevos o pan.
¿El fin del dólar?
Al final, si descartamos de esta ecuación la variable política, lo que subyace también es una incertidumbre sobre el futuro de la divisa americana. Algunos expertos vaticinan que habrá una reforma en el Sistema Monetario Internacional con el fin de sustituir el dólar como moneda reserva por una cesta de divisas, en la que estarían los derechos de giro del Fondo Monetario Internacional (FMI) junto a algunas monedas más y quizá el oro. Aunque esto supone no solo un cambio económico sino geopolítico de primera magnitud. Y, claro, esto ya es otra historia.
Fotos: cortesía BullionStreet.