"Soy huérfano. Quiero ir a la escuela, pero ahora no tengo otra opción. Debo excavar la tierra en busca de oro".
Esta es la voz de Robert, un niño de 11 años que trabaja en una explotación de este metal en el Congo, en concreto en la región de Kivu. Esas tres frases resumen su historia y también anuncian un drama: el del oro y el del Congo. Un drama que tiene como protagonistas a viejos conocidos de nuestro tiempo: la avaricia, la violencia y la desesperación.
¿Puede un país con la riqueza aurífera del Congo haber exportado 23 kilos, han leído bien, de este metal en los seis primeros meses del año? Aunque hablemos solo de la zona noreste del territorio. ¿Imposible? Estas son las cifras oficiales. La verdad es que se estima que más de 600 millones de dólares (463 millones de euros) en oro salen del país todos los años. Así lo narra un excelente trabajo de la ONG estadounidense Enough Project, que denuncia como grupos armados congoleños están ejerciendo la mayor de las presiones para controlar el metal y sus minas, que, en la mayoría de las ocasiones, son simples agujeros en la tierra de decenas de metros de profundidad sin las más elementales condiciones de trabajo. De hecho, el colapso de los túneles mata a cientos de trabajadores todos los años. Solo en agosto, cita Enough Project, a partir de una información de la BBC, murieron diez mineros. En la realidad, menos del 5% están registrados por las autoridades, y se estima que el 40% son niños.
Secuestros y asesinatos
Por si fuera poco, la presencia de esos grupos armados, que intentan controlar la producción y el comercio del metal, aumenta cada día. Esto se deja sentir con nitidez en Kivu, una zona en el noreste del país. Allí la producción estimada oscila entre cinco y siete toneladas de oro al año, lo que supone un valor que va de 285 a 400 millones de dólares. Pues bien, un porcentaje grande de esta cantidad –acorde con la organización americana– se encuentra en manos de grupos violentos que amenazan a los civiles con secuestros y asesinatos, entre otros abusos.
Hasta no hace mucho, la situación no era tan dramática, pero a medida que Estados Unidos, y las empresas tecnológicas, han ido aumentado sus exigencias en la compra de tres metales básicos para ese sector –que también produce el Congo–, como son el titanio, el tungsteno y el estaño, los rebeldes y los contrabandistas han vuelto sus ojos sobre el oro.
Venta a contrabandistas
Pero para que el drama, en su desenlace más fatal, o sea, la pérdida de vidas humanas, se consume, resulta necesario leer una serie de capítulos, que nos llevan desde el Congo a Suiza pasando por Dubai.
El oro es vendido, sobre todo en áreas como Kivu, directamente a los contrabandistas, que lo transportan, explica Enough Project, en maletines a algunos países vecinos, como Uganda, Burundi o Tanzania, y de allí viajan por avión a Dubai. Donde, por lo que parece, los controles fronterizos no son particularmente exhaustivos. De hecho, si a los aduaneros se les ocurre preguntar, para evitar problemas, se justifican argumentando que el oro procede del sur de Sudán. Pero esto es una excepción. "Generalmente vuelo con el metal en mi equipaje de mano. Realmente nadie lo comprueba", cuenta Jacques, uno de estos contrabandistas, a Enough Project.
Fundir el metal
Una vez en Dubai, el metal se vende a comerciantes locales, que se encargarán de refinarlo o bien de transformarlo en joyas. Pero ¿por qué escogen este país? Básicamente debido a su localización geográfica, la escasa intromisión gubernamental –se estila el laissez-faire– y por la ínfima fiscalidad de las operaciones. Con estas credenciales, no extraña que un 25% de todo el oro del planeta se trate en ese emirato. Pero el viaje no termina aquí.
La mayor parte del oro refinado en Dubai llega a Suiza, en concreto a bancos como UBS o Credit Suisse, con el fin de ser vendido físicamente a inversores de todo el mundo, o para que sirva de contraparte a infinidad de productos financieros. De hecho, Dubai exportó en 2009 unos 10.500 millones de dólares (8.100 millones de euros) en lingotes, y la mayoría fueron –asegura Enough Project– al país helvético. Por lo tanto, la duda es: ¿cuántos de estos lingotes tienen sangre o abusos detrás? Habrá que empezar a preguntarlo con insistencia, porque uno solo ya es demasiado.
El viaje del 'oro turbio' en seis paradas
1º Minas de oro: niños mineros y soldados
2º Contrabandistas congoleños: pago a los señores de la guerra
3º Contrabandistas regionales: transporte de oro en maletines procedentes de Uganda, Burundi y Tanzania
4º a. Dinero en metálico para los comerciantes y refinadores de oro: centros de fundición en Dubai
4º b. Joyeros en Oriente Medio e India
5º Bancos: acumulan en Suiza oro para inversores de todo el mundo
6º Joyerías: compra directa de los consumidores
Fuente: Enough Project