Damien Hirst ha decidido dejar la galería Gagosian tras 17 años de relación.
Larry Gagosian, el galerista más poderoso del mundo, tiene un serio problema. Algunos artistas empiezan a dejarle. Algo insólito en su carrera. Siempre ha tenido lista de espera para entrar y exponer en algunas de sus 12 galerías distribuidas por medio mundo. Pero ahora le están dejando. Su estrella viva más rutilante, Damien Hirst, se va. El creador más rico del mundo (se le estima una fortuna personal de 215 millones de libras, unos 262 millones de euros), y autor del célebre tiburón sumergido en formaldehído (La imposibilidad física de la muerte en la mente de alguien vivo) ha cogido las de Villadiego y tras 17 años de relación rompe con Gagosian. El marchante californiano, por si acaso, ha mandado una conciliadora misiva a la prensa. Será que no conviene llevarse mal entre los poderosos. “Ha sido un gran honor trabajar con Damien durante los últimos 17 años […] Le deseamos los mayores éxitos en el futuro”, dice la nota. Pero es un duro golpe en los ingresos de Gagosian que, de acuerdo con la revista Forbes, son de unos 925 millones de dólares (702 millones de euros) al año. Otro golpe, este no cuantificable, es el que recibe su ego.
Larry Gagosian junto a Jeff Koons, otro artista, como Hirst, que le está siendo infiel. Foto: Revista Forbes. Andrew H. Walker/Getty Images.
El problema añadido es que otra megaestrella del mainstream artístico, como es Jeff Koons, ha decidido exponer en David Zwirner, una galería rival de Gagosian, durante el mes de mayo y con obra nueva. Nada de recurrir al “almacén”. Y no está muy claro sino será el primer paso antes de dejar la galería. Y para rematar las despedidas, Yayoi Kusama –la artista de los “puntos coloreados”– también se va. A Kusama –que vive en un institución siquiátrica de Japón por voluntad propia desde los años setenta– la hemos visto en el Reina Sofía en 2011 y este año ha tenido retrospectivas en el Whitney Museum de Nueva York y en la Tate Modern de Londres. O sea, deja Gagosian en el momento de mayor reconocimiento internacional... y de ventas.
Luciérnagas en el agua (2002), de Yayoi Kusama. Espejo, plexiglás, 150 luces y agua (281,9 × 367 × 367 cm). Whitney
Museum, Nueva York © Yayoi Kusama. Fotografía: Jason Schmidt.
¿Quién se queda con el tiburón?
Esto plantea dos derivadas. Una, a corto plazo. ¿Quién fichara en Nueva York a Hirst? A pesar de que su mercado se sostiene gracias, sobre todo, a las ventas en Asia, especialmente en Hong Kong, aún sigue siendo una máquina de hacer dinero. A otro nivel, pero igual de apetecible, es fichar a Kusama. A largo plazo, hay una evidencia de que los artistas se han vuelto cada vez más infieles con sus galerías. Pues casos similares los hemos visto este año con Sterling Ruby y Anselm Kiefer. Así que ese sentimiento de pertenencia a una galería de por vida de un creador, que ha imperado durante años, se ha roto. Es la dinámica de los tiempos; perdón... del mercado.
Yayoi Kusama trabajando en su muestra de la londinense Tate Modern.
Hay 1 Comentarios
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Publicado por: FRAESMA | 23/12/2012 0:47:13