Con arte y sonante

Sobre el blog

En un mundo de liquidez casi ilimitada, en el que los bancos centrales dan al botón de imprimir billetes a la misma velocidad que Billy el Niño desenfundaba su revolver, los ahorradores (que hoy en día somos todos) han redescubierto el valor de los activos tangibles y limitados.
O sea, que empiezan y acaban. Metales preciosos, arte contemporáneo, antigüedades, vinos, coches de colección, diamantes. Bienes que a su escasez y potencial económico aportan su carácter material. Bienes con arte y sonantes.

Sobre el autor

Miguel Ángel García Vega

Periodista y modesto coleccionista de arte contemporáneo, Miguel Ángel García Vega lleva más de 15 años escribiendo en EL PAÍS. A veces de finanzas, a veces de sociedad, a veces de arte, pero siempre conectando la vida y los números. Este blog quiere ser una piedra de Rosetta con el que entender el universo de los bienes tangibles, que en ocasiones parece, como el mundo, ancho y ajeno.

"Los museos están admitiendo el regreso de los príncipes"

Por: | 30 de marzo de 2013


01-JOAO FERNANDEZ

El nuevo subdirector del Museo Reina Sofía dispara palabras. En español. En portuñol. En inglés. Es el pasado miércoles y estamos en su despacho. La luz inunda la sala como un bálsamo extendido por un dios diligente. “Es lo mejor que tiene”, concede. Sabedor que su artífice, el arquitecto francés Jean Nouvel, deja a Madrid una obra fallida. Pero João Fernandes (Braganza, 1964) ha decidido no hacer rehenes. Se enfrenta al mercado del arte, a los coleccionistas, al valor de las obras y al verdadero papel del museo en estos tiempos de crisis y espectáculo sin que le tiemble el pulso ni las frases. Tiene mérito. Es zorro viejo. Ha estado nueve años al frente del Museo Serralves de Oporto y entre otras participaciones codirigió, junto con su amigo Vicente Todolí, la 50º Bienal de Venecia (2003). De hecho, en Serralves mostró a Manoel de Oliveira, Alvaro Siza, Robert Rauschenberg, Paula Rego o Dara Birnbaum. Creadores tan diferentes que no admiten una clasificación común. Artistas cuyas propuestas hieren como balas. Como el arte y el mercado. Como la vida.

Pregunta. ¿Hasta qué punto el mercado del arte ha parasitado el museo?

Respuesta. El mercado es dominante en el mundo del arte contemporáneo. Y muchos museos empiezan a ser un eco directo. Antes los museos legitimaban las obras que después circulaban por el mercado. Pero ya no es así. Hoy el mercado, las ferias de arte y los coleccionistas privados (que muchas veces son quienes deciden las colecciones de los museos) están colocando al museo en una situación nueva. Los museos están admitiendo el “regreso de los príncipes”. O sea, el coleccionista privado, con sus gustos particulares, empieza a ser cada vez más visible en las colecciones.

Reina Sofía Lie

Imagen nocturna del interior de la ampliación del Museo Reina Sofía firmada por el arquitecto francés Jean Nouvel.

P. Hablando de "príncipes". Acaban de incorporar a varios coleccionistas privados de enorme peso y presupuesto personal (Helga de Alvear,  Patricia Phelps de Cisneros) al patronato. ¿No es una rendición al mercado?

R. Creo que es una fórmula mixta. No se puede ver la financiación y la gestión de los museos como una mera oposición entre dos modelos. Lo público frente a lo privado. Hoy es imposible que un museo sea gestionado solo de forma estatal. Lo que no es deseable porque lo convierte en un instrumento político. El museo es un espacio de confrontación de ideas. No deben ser lugares instrumentales de poder. Es un lugar donde se comparte una experiencia. Por esta razón es siempre un paso adelante hacia una mayor ciudadanía. Es un espacio para el reconocimiento de la diversidad humana en el mundo.

P. Suena muy bien, pero hoy, raramente, es así. Manda el espectáculo.

R. Bueno, el modelo económico y de financiación pasa mucho por la integración de los museos en el sistema del espectáculo, algo que ha cambiado el mundo de la cultura en nuestro tiempo. Muchas veces cuando la creación artística se ve apropiada por un circuito de difusión basado en la idea del espectáculo, el mercado y el consumo entonces se pierde la singularidad. Hoy los museos son para personas que no conocen ni buscan el arte. Buscan ir a los museos por estar ahí, pero no para saber lo que sucede. El gran problema del museo no es solo atraer al público sino saber qué hacer con él. Cómo a través de sus programas y exposiciones puede dirigirse a sus visitantes para que no solo sean turistas ocasionales. 

02-JOAO FERNANDES P. Volvamos a usted. Sustituye en el cargo a Lynne Cook, alguien de quien el sector artístico madrileño se quejaba de su escasa cercanía. Nunca aprendió español y se dejaba ver más bien poco por las galerías.

R. Yo tengo una familiaridad y un conocimiento mayor del contexto. El Museo Reina Sofía ha sido para los portugueses una forma de conectarse con el mundo del arte que no llegaba a Portugal. El aislamiento era grande. Recuerdo esos viajes que se hacían para ver las exposiciones. Cuando empecé mi carrera como comisario uno de mis primeros proyectos fue Peninsulares. Hice viajar entre ambos países a más de 40 artistas de galerías de Portugal y España.

P. Parece un acto de contricción y propósito de enmienda. ¿Cuáles serán sus propuestas de exposiciones?

R. Lo primero que me ha pedido Manolo [Manuel Borja-Villel, director del Museo Reina Sofía] es que monte la exposición, que ya estaba programada [por Lynne Cook], de Robert Adams (New Jersey, 1937). Uno de los artistas que más quiero. Siempre había soñado con hacer esta muestra. Pero ya estoy trabajando [se estrena en mayo próximo con una exposición del brasileño Cildo Meireles] en distintos proyectos de cara al futuro. Desde programas con artistas jóvenes a antológicas de creadores con una obra más desarrollada.     

Robert Adams 3

La obra del fotógrafo americano Robert Adams, con el montaje del nuevo subdirector del Reina Sofía, se muestra estos días en Madrid.

P. ¿Qué artistas españoles le interesan?

R. Estar aquí es una oportunidad muy grande para saber lo que pasa. Por ejemplo, lo que el Museo Reina Sofía está mostrando con sus colecciones es muy útil para mí. Porque más allá de los nombres conocidos (Miró, Dalí, Picasso) existen bastantes artistas por descubrir, que el aislamiento de la pintura española había impedido que tuvieran una mayor difusión internacional.

P. ¿La futura Ley de Mecenazgo será un punto de inflexión?

R. En todos los países ha sido muy importante. Sin ella sería imposible la existencia de instituciones culturales en Estados Unidos. Y todas las naciones europeas están desarrollando algún tipo de fórmula similar.

Reina Sofía colas
"El gran problema no es atraer público al museo, sino saber qué hacer con él", reflexiona João Fernandes. Colas en el exterior del Museo Reina Sofía.

P. Dentro de esta invasión del mundo privado, del dinero, en el museo, ¿es partidario de los préstamos? ¿Los aceptan?

R. Una colección es un punto de vista. Una colección institucional es diferente de la de un privado. Porque tiene un programa de actuación que no depende de un gusto personal ni de las circunstancias del mercado. Ahora bien, existen muchas obras de arte que son accesibles a los coleccionistas privados pero no a las colecciones de los museos. Por eso resulta impensable que un museo hoy no tenga que relacionarse también con préstamos de colecciones privadas y otras instituciones. El museo debe abrirse a los préstamos, pero siendo consciente de que una colección no se hace de préstamos. Los que de verdad nos interesan son los que nos gustaría que un día se quedaran en el museo. Como ocurre en el mundo anglosajón.

P. Sí, pero en Europa se supone que es el Estado, a través de las políticas culturales públicas, quien debe hacer ese papel. No la iniciativa privada.

R. A mí me encantaría que en cien años alguien mirara las colecciones que estamos haciendo aquí y pueda decir: “Aquella gente hizo lo que tenía que hacer para que nosotros podamos conocer el arte de ese tiempo”. La idea es estar muy atentos a lo que hacen los coleccionistas. Por ejemplo, pueden arriesgar más con los jóvenes artistas que nosotros. Pues un museo es un lugar ya muy filtrado.

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"Una gran obra de arte es aquella que te cambia la vida", apunta João Fernandes.

P. Dada la proliferación casi ad infinitum de artistas y obras que vivimos estos días, ¿es el momento más difícil en la historia del arte para separar el grano de la paja?

R. Aunque a escalas diferentes, los problemas continúan siendo los mismos. En todas las épocas había una realidad dominante a la hora de elegir y otra minoritaria. Muchos de los artistas que más apreciamos hoy en día en su tiempo fueron minoritarios. Por esta razón, las ferias de arte, que actualmente son espacios de circulación de obras, no pueden sustituir a los puntos de vista que los museos pueden desarrollar con sus colecciones. Una gran obra de arte es la que te cambia la vida.

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Las casas de subasta empiezan a asumir algunas funciones que antes eran patrimonio exclusivo de la crítica.

P. ¿Han sustituido los catálogos de Sotheby’s o Christie’s a la crítica?

R.  Sí y no. Sí, por la investigación que permiten sobre las obras. Y no, porque la crítica siempre implica una visión que se alimenta de las circunstancias. Lo interesante es que la crítica supone un punto de vista y los catálogos jamás lo tienen. La cuestión no es homogeneizar el mundo, sino que todos seamos capaces de navegar en su increíble diversidad.

  João Fernandes explica la exposición del fotógrafo alemán Thomas Struth en el Museo Serralves de Oporto.

¿Por qué un Ferrari es más rentable que un piso?

Por: | 25 de marzo de 2013

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En diez años, los mejores coches de colección se han revalorizado un 395%. La única inversión que la supera en el mundo es el oro (434%). En la imagen, Ferrari 340 Competición Spyder de 1953.

Fíjense en la infografía. Elaborada por el periódico Financial Times –a partir de un estudio de la consultora inmobiliaria Knight Frank– es como abrir una ventana al sol en un día de tormenta. Revela muchas cosas. Pero no solo sobre el mercado del arte o el inmobiliario, sino, sobre todo, acerca del mundo en el que estamos, o hacia el que nos dirigimos.

Las inversiones alternativas ganan más que las tradicionales

 

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Fuente: Financial Times.

De hecho, muestra la imparable separación entre las clases medias y una élite cada vez más amplia y pudiente. Los millonarios (definidos como aquellas personas que tienen un patrimonio líquido –acciones, deuda, fondos de inversión– de al menos 30 millones de dólares) crecen por el Nuevo Mundo como un bálsamo extendido por un asesor financiero diligente. Hoy en día hay más de 63.000 personas en el planeta que tienen un patrimonio superior a los 100 millones de dólares, según la consultora Ledbury Research. Y crecen con fuerza. Un 26% desde 2006. Además se espera que el porcentaje siga aumentando. En contraste, Cáritas nos enfrentaba la semana pasada a nuestra realidad. Casi el 22% de los españoles vive cercado por la pobreza relativa (menos de 7.300 euros de ingresos anuales).    

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Las grandes marcas son el objetivo de los coleccionistas. De LaFerrari, último modelo de la enseña italiana, se han fabricado 499 unidades a un precio de 1,35 millones de euros. Ya se han vendido todos.

Este mundo, que parece desgajarse en dos, deja interesantes (o preocupantes, según se quiera leer) fotografías respecto a los bienes tangibles y de colección. Por dar un titular. Un Ferrari es más rentable que una casa. Como suena. El HAGI Classic Car Index (analiza la evolución de los precios de coches de colección) se ha revalorizado en los últimos diez años (hasta el tercer trimestre de 2012) un increíble 395%. Solo el brillo del oro (434%) le supera. A su lado, las monedas (248%), los sellos (216%) y el vino de grandes añadas y bodegas (166%) muestran el empuje de estas inversiones de “pasión”, como les gusta llamarlas a algunas consultoras. De fondo, el arte, tanto moderno como contemporáneo, se ha convertido con mucho en la inversión alternativa más popular del planeta. Así lo muestran sus ganancias. En diez años se anota un 199%. Muy por encima de una propiedad residencial en Nueva York (72%), Londres (103%) o París (117%). En términos de inmuebles, solo los recalentados mercados de São Paulo (211%) y Hong Kong (221%) superan al arte. 

Los coches ganan la carrera al índice S&P 500  

HAGI Index

Fuente: historicautogroup.com

 Los sellos raros compiten en ganancias con el oro

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Fuente: Stanley Gibbons.

El vino se resiente por la caída de las ventas de Château Lafite en China

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Fuente: Live-ex Fine Wine 100 index.

¿Y el arte? “Bueno, el arte es el principio y el final de todo. Estamos viendo una separación entre ricos y pobres que no veíamos desde el comienzo de la revolución industrial. Y, a pesar de la crisis, se están dando compras masivas en algunos segmentos del mercado y en determinados autores por parte de multimillonarios rusos, árabes y latinoamericanos. ¿Consecuencia? Los precios se tensionan y suben con fuerza”, analiza el coleccionista Paco Cantos.

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Dos operarios cuelgan Femme assise près d’une fenêtre, de Picasso. La obra más cara (44,7 millones de dólares) vendida en subasta en febrero de 2013.

En febrero pasado vimos como se pagaban 44,7 millones de dólares por Pablo Picasso (Femme assise près d’une fenêtre) y 42 millones por una obra de Amadeo Modigliani (Jeanne Hébuterne, Au Chapeau). Dos remates de vértigo. “Y aunque los compradores no han trascendido, todo indica a Asia y Oriente Medio”, describe el coleccionista Marcos Martín Blanco. Afortunadamente en el arte no todo es una estrategia de dinero. “Hay que comprar a creadores jóvenes, pues tienen precios asequibles y además el potencial de convertirse en artistas de peso”, aconseja el coleccionista Fernando Meana. Y remata: “Es la forma de poder entrar en este mundo”. Sin embargo, las grandes revalorizaciones residen en los grandes nombres. Existe un axioma a la hora de comprar. Por regla general, cuanto más dinero se paga por una obra menos riesgo se corre. Los multimillonarios rusos, chinos, árabes y latinoamericanos parecen llevar tatuada en la piel esta idea. Y, sin duda, se han dado cuenta de que a medio plazo el arte es el ferrari de la inversión.

Guía para lograr una 'vida buena'

Por: | 22 de marzo de 2013

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Dicen los médicos que a Luis Arbea Aranguren cada vez que mira el reloj siente que el tiempo le amenaza. Dicen que sufre esclerosis múltiple. Una enfermedad con un pronóstico duro. Pero los galenos se equivocan. Este filósofo y sicólogo navarro, que en los años de plomo no dudaba en plantar cara a ETA desde la universidad, es una ola de vida y energía. Ni la enfermedad ni sus inconvenientes logran arañarle. Parece tallado en madera de boj. “Un hombre que vive con intensidad el presente no muere nunca”, afirma rotundo citando al filósofo Wittgestein.  Así que uno descuelga el teléfono y pregunta: “¿Profesor, qué es hoy en día, en esta España ceniza, tener calidad de vida?” Y el periodista martillea. “¿Se puede tener calidad de vida sin trabajo? ¿Sin salud? ¿Con miedo? ¿Problemas? ¿Desespero? ¿Incertidumbre? ¿Sabiendo, como cuentan todos los números, que somos cada vez un país más pobre?”

A estas dudas se han enfrentado, a  través de los siguientes párrafos, economistas, filósofos, escritores, sociólogos, altos directivos, sicólogos, políticos. Cada uno con su particular lectura. Aunque hay una reflexión que lo inunda todo. La falta de trabajo es el gran escollo de nuestro país y nuestro tiempo. “El principal enemigo de la calidad de vida, que yo prefiero llamar “vida buena”, es el paro”, afirma el filósofo Javier Sábada. Sin embargo, no es una alcuza de peso insoportable. Hace tiempo que sabemos que el trabajo da sentido al ocio, pero la falta de empleo no debe congelarnos. “Una situación de crisis no tiene que eliminar la búsqueda de la felicidad; no tiene que arrasarla. Al contrario. Cuanta más crisis más tenemos que intentar ser felices para sobreponernos a ella”, reflexiona Javier Sábada.

Desde luego no resulta fácil, pero estar en paro no es algo esculpido en bronce. Es un periodo, y como tal hay que esforzarse para que finalice pronto. “El desempleo merma nuestra calidad de vida, pero no solo por la pérdida de ingresos sino porque repercute en cuestiones tan profundas como la autoestima, la integración o la realización personal”, narra Manuel Pimentel, expolítico y empresario. Por eso resulta prioritario que la persona no pierda esa percepción de que es valiosa.

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"Hay que aprovechar la crisis, que nos ha bajado de la nube", asegura el filósofo Luis Arbea Aranguren. "Ni somos tan libres ni tan demócratas ni tan opulentos".

A veces, sobre todo estos días, vivir es también un ejercicio de pérdida. Luis Arbea Aranguren tiene trabajo, de hecho es un reconocido profesor de sicología de la UNED en Pamplona, pero le falta la salud, afectado, como hemos visto, por una enfermedad degenerativa bastante cruel. Aun así ha alzado un parapeto construido de realismo. “Hay que aprovechar la crisis, que nos ha bajado de la nube. Nos hemos sentido libres, demócratas y opulentos”, desgrana Arbea Aranguren. “Y no somos ni tan libres ni tan demócratas ni tan opulentos”.

Evidentemente esto último es innegable. Solo hay que sentarse en un banco y mirar nuestra realidad. O leer los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). La tasa de riesgo de pobreza está en el 21%. Y el 12,7% de las familias cuenta que llega a final de mes con mucha dificultad. Como país, y en términos de riqueza, en 2007 éramos la 8ª potencia del mundo y en 2011 fuimos la 12ª. Por si fuera poco, la Caixa anticipa que este año el PIB de España decrecerá un 1,5%.

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"Si vivir bien es solo acumular, entonces es una vida de almacén", reflexiona el filósofo y escritor Fernando Savater.

La economía se ha puesto en nuestra contra. Pero, ¿también la calidad de vida? No. Simplemente hay un cambio de paradigma. La parte material –que es importante hasta tener cubiertas las necesidades básicas– se ve compensada por otras voces que llegan, sobre todo, desde dentro. “Cada uno tiene que crear su propio concepto de calidad de vida”, recomienda el filósofo Fernando Savater. “Si vivir bien es solo acumular, entonces es una calidad de vida de almacén”, advierte. “Tenemos que aprender a fabricar humanidad y no a atesorar pertenencias”. Y deja una imagen para la reflexión: “La gente que no es capaz de disfrutar de un soneto, se tiene que comprar un coche”. 

Como se ve, el enfoque es importante. Javier Urra, doctor en sicología y ex Defensor del Menor en Madrid, cree que, al igual que si se tratara de un singular Aleph, todo se concentra en “tener un proyecto de vida. Es lo más valioso y a la vez lo más complicado, porque exige vocación, criterio y voluntad”. Sobre esta terna, Javier Urra dibuja una respuesta a nuestra pregunta que le lleva a una serie de ideas, que cita como un torrente. “Tener alguien que te quiera y a quien querer; tener la conciencia de que cuando nos vayamos de aquí hicimos algo que mereció la pena; tener sentido crítico para entender la vida, para saber envejecer y aprender a manejarse con el deterioro que vendrá con la edad; tener un sentimiento espiritual y saber apreciar la belleza”.

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"Una persona solo es feliz cuando tiene una calidad ética alta", recuerda Antonio Garrigues Walker citando a Fernado Savater. /ALVARO GARCÍA.

Es como una vuelta a un cierto renacimiento o a un tiempo ilustrado, que parece que en los últimos años nos lo hemos ido dejando a jirones por las esquinas de la burbuja inmobiliaria, los mercados financieros, la avaricia de algunos, o de decenas, y la pérdida de valores esenciales que han sido irremplazables durante décadas para edificar una sociedad sana. Es la reivindicación de la variable ética, elemento insustituible en la calidad de vida.

Un maestro del pensamiento liberal, Antonio Garrigues Walker (imagen inferior), letrado de gran prestigio, abre la conversación con una cita de Fernando Savater: “Una persona solo es feliz cuando tiene una calidad ética alta”. Y España, asegura, vive un descenso evidente de esta virtud. Pero junto a esta llamada a la conciencia, también incide en el valor de “conservar la curiosidad intelectual, puesto que ayuda a mantener un sustrato de futuro y de esperanza”.

Garrigues Walker Además, hoy más que nunca, conviene recordar que lo que vendrá no está escrito. E incluso con una economía a la contra es posible mejorar la percepción que tenemos sobre la calidad de vida, “ya sea porque disminuyen las expectativas o bien porque sube el aprecio hacia cosas que antes se daban por sentadas y que no percibíamos que eran privilegios”, razona María Dolores Dancausa, consejera delegada de Bankinter.

Se podría decir que en esto de la calidad de vida es como si hubiéramos mirado a todas direcciones menos dónde deberíamos haberlo hecho. Quizá debimos haber mirado a nuestro lado. Hay que recuperar el toque humano; al otro. “Es importante ir más allá de lo inmediato y apoyarnos en la inversión afectiva”, recomienda la sicóloga Laura Rojas Marcos. “Tener el cariño de nuestros seres queridos y sentir que significamos algo en la vida de los demás. Podemos perder el trabajo, pero hay que hacer una verdadera trastada para perder a un amigo”. Siguiendo este hilo, Manuel Pimentel relata cómo desde hace tiempo vivir bien tiene más proximidad con “las relaciones humanas que con las económicas”. Y también con la cercanía de la cultura. “Una persona culta es capaz de disfrutar más de la vida gastando menos dinero que una inculta”, observa Savater. “Recomiendo la cultura para ahorrar”, ironiza a media sonrisa.

Esta defensa de lo próximo y de lo culto es tan importante como valorar esas cosas en apariencia menores. Un café con los amigos, una conversación, una llamada de teléfono a tiempo o besar a alguien que te llena todo. Pequeños gestos que son una victoria.  

Calidad de vida apertura

Conviene no olvidarlo: el futuro no está escrito.

Y es que en la “vida buena” –en terminología de Javier Sádaba– “el primer mandamiento moral es ser feliz. Pero no es una felicidad light o posmoderna; es una felicidad que hay que trabajarse”. La cultura del esfuerzo como reacción frente al riesgo de perder calidad. Pero también la búsqueda de respuestas a ciertas preguntas. Porque en momentos difíciles es cuando nos planteamos los caminos. “¿Cómo puedo mejorar? ¿Era sostenible hacia dónde estábamos yendo?”, se interroga el escritor Albert Figueras. “Lo que nos está pasando es una oportunidad para repensar la sociedad. Es el momento de plantearse una sociedad más humana, pero también es el tiempo de decir no a los abusos. Recortar en educación, sanidad, cultura… ¡Esto es intolerable! ¡Es lo básico!”, exclama. “Hay que pensar en estas cosas y a partir de aquí construir en positivo. De una forma que recoja a todos, no que sea excluyente, como ha pasado hasta ahora”.

“Todos”. Quizá desde el inicio de la Transición nunca había tenido tanta trascendencia este adjetivo en España. “En época de crisis habría que desarrollar el nivel moral, la “conciencia satisfecha”. Es ponerse en la piel del otro. Esto da una enorme felicidad”, aconseja Javier Sábada.

Manifestación EL PAÍS

"Recortar en educación, sanidad y cultura es intolerable. ¡Un abuso!", exclama el escritor Albert Figueras.

Pero ¿y el dolor? ¿Y lo físico? ¿Y esa piel? ¿Se puede tener calidad de vida en el sufrimiento de una enfermedad grave? En la sección de oncología pediátrica del Hospital Montepríncipe de Madrid, la oncóloga Blanca López-Ibor convive a diario con él (pero también con la alegría), y su experiencia de tiempo le dice que sí. “Incluso en las situaciones más límites, más duras, la vida de un enfermo terminal o en cuidados paliativos merece la pena. Cada día que amanece merece la pena”, recalca.

Desde hace años se reúne dos veces al mes con padres que han perdido a sus hijos por accidentes o enfermedades. Y les lanza preguntas difíciles. Como estas:

– ¿Si cuando tenías en brazos a tu bebe te hubieran dicho que a los ocho años se iba a morir de un tumor cerebral, lo habrías tenido?  ¿Hubieras preferido evitar el dolor de los días venideros?

Hospital

Tener los servicios sanitarios públicos garantizados es un elemento innegociable de la calidad de vida. En la imagen, el Hospital Rey Juan Carlos de Móstoles (Madrid)./CRISTÓBAL MANUEL.

Blanca López Ibor asegura que siempre escucha de esos padres la misma respuesta: “Sí, lo hubiera tenido”. Y recuerda: “A lo largo de estos años de práctica profesional si algo he aprendido es que la vida, por el mero hecho de vida, siempre tiene calidad”. Quizá otros médicos podrían aportar sus matizaciones, pero entraríamos en los predios de qué consideramos “morir con dignidad”. Y no son las palabras de este reportaje. Por eso, tal vez, deberíamos quedarnos con la voz sosegada del economista José Luis Sampedro, y escuchar: “Tenemos una sola vida y la obligación de vivirla”.

Porque justo en este momento llama a la puerta uno de los elementos que más frena sentirse bien y que tanto constriñe en esta época: el miedo. Y aquí hay un axioma irrefutable: “No tener miedo es vivir mejor”, apunta Albert Figueras. Frente a este sentimiento, Laura Rojas Marcos opone la serenidad. “Es necesaria, pues tenemos demasiadas incertidumbres y ansiedades y esto hace que tengamos mala calidad de vida”.

     Raymond Carver

“¿Y conseguiste lo que querías en la vida?/ Lo conseguí/. Considerarme amado, sentirme amado sobre la tierra/” Raymond Carver. En la fotografía, el escritor y poeta (fallecido en 1988)  junto con su mujer, la poetisa Tess Gallagher.

Desde luego, con lo que cae, no resulta sencillo disipar esas nubes negras, pero al final se trata de recuperar la esencia, aquello que nos resulta imprescindible; y cuidarlo. Aquello que, quizá, trabaja contigo, vive contigo o duerme a tu lado. En el verano de 1988, poco antes de morir de cáncer, el escritor y poeta estadounidense Raymond Carver puso título en su casa de Port Angels (Washington) a uno de sus poemas finales. Lo llamó Último fragmento. En una cuartilla, en la cocina de la planta baja, escribió: “¿Y conseguiste lo que querías en la vida?/ Lo conseguí/. Considerarme amado, sentirme amado sobre la tierra/”. Quizá solo de esto se trate este oficio de tinieblas que algunas veces llamamos vivir.

(Imagen de apertura: EFE/Nic Bothma).


 

 

Semana de pasión en la fotografía

Por: | 20 de marzo de 2013

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, 2005. Marilyn Minter. 101,6 x 68,6 cm. Edición 3/5. Estimado: 12.000-18.000 dólares. 

Es la Semana Grande de la fotografía. Entre el 2 y el 6 de abril próximo, Sothebys, Christie’s y Phillips ponen en el mercado nada menos que 900 lotes a la venta. Son muchos. Pero estas tres grandes casas de subasta esperan que acudan los coleccionistas de medio mundo. A pesar de que la pintura continúa siendo el soporte preferido (representa el 70% de las ventas en subasta de Occidente), la fotografía consiguió recaudar el año pasado, según datos de la consultora Artprice, 150,9 millones de dólares (116,8 millones de euros). De hecho, demostró su fortaleza con algunos remates muy elevados, tanto para artistas modernos como contemporáneos. Dos ejemplos. László Moholy-Nagy (Hungría, 1895-1946; Fotogram, 1.250.000 dólares) y Jeff Wall (Vancouver, 1946; Dead Troops Talk, 3.666.500 dólares) dejaron secuela en los bolsillos de algunos millonarios.

Con esta inercia tras de sí, Phillips se estrena el 2 de abril y lo hace con “El coleccionista curioso. Importantes fotografías de la colección del Doctor Anthony Terrana”. Título largo y ampuloso que deja a la venta 165 lotes. Es un conjunto dispar y con escaso riesgo. Predominan los grandes nombres y algunos creadores emergentes (los menos). Y, sin duda, las piezas de mayor calidad se hallan antes en los autores modernos que en los contemporáneos. Pero es muy interesante analizar y recorrer esta colección, pues refleja bastante bien ese main stream actual. ¿Qué compran, estos años de crisis planetaria, los coleccionistas de fotografía?

A algunos esta colección, de tan previsible, les parecerá comisariada por una casa de subastas. Otros, sin embargo, la verán como la mirada individual de alguien que destina su dinero, tiempo (le ha llevado 20 años reunir el conjunto) y esfuerzo a coleccionar. Pero, lejos de adoctrinamientos, cada uno debe extraer su propia lectura y trazar su propio criterio. El de Phillips está claro, espera lograr por la colección entre 3.700.000 y 5.400.000 dólares (2.861.300-4.175.460 euros). Ahí están, esperando comprador, Alfred Stiegltiz, Richard Avedon, Robert Frank, Ansel Adams, William Eggleston, Sally Mann, Philip-Lorca diCorcia, László Moholy-Nagy, Alec Soth… ¿Se aventuran a recorrer estas piezas?

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Untitled (Biloxi, Misisipi). 1972. William Eggleston. 31,4 x 45,1 cm. Edición 4/15. Estimado: 70.000-90.000 dólares.


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Shells. 1927. Edward Weston. 19,1 x 23,5 cm. Edición 4/15. Estimado: 120.000-180.000 dólares.


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Tatjana, Veiled Head, Tight View, Joshua Tree. 1988. Herb Ritts. 48,3 x 36,8 cm. Edición 7/25. Estimado: 12.000-18.000 dólares.


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Lyon Stadium. Circa 1929. László Moholy-Nagy. 23,5 x 17,5 cm. Estimado: 90.000-120.000 dólares.


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Trolley. New Orleans, 1955-56. Robert Frank. 30,8 x 48,3 cm. Estimado: 200.000-300.000 dólares.


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Head #04. 2000. Philip-Lorca Dicorcia. 120,7 x 151,1 cm. Edición 1/10. Estimado: 15.000-25.000 dólares.


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Alicante, España. 1933. Henri Cartier-Bresson. 30,2 x 45,1 cm. Edición 4/15. Estimado: 8.000-12.000 dólares.


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North Atlantic Ocean, Martha's Vineyard. 1986. Hiroshi Sugimoto. 42,2 x 54,3 cm. Edición 9/25. Estimado: 20.000-30.000 dólares.


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Candy Cigarette. 1989. Sally Mann. 48,9 x 59,7 cm. Edición 8/25. Estimado: 60.000-80.000 dólares. Esta misma imagen, en otra copia, es récord de la artista norteamericana: 265.500 dólares.


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A-1 Motel. 2005. Alec Soth. 101,6 x 127 cm. Edición 1/7'. Estimado: 12.000-18.000 dólares.


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Untitled. 2008. Dash Snow. 94 x 62,5 cm. Edición 1/3. Estimado: 12.000-18.000 dólares.


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Venice, Italy. 1911. Paul Strand. 24,1 x 31,8 cm. Única. Estimado: 180.000-220.000 dólares. Una de las pocas fotografías que existen del viaje del artista a Europa.


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Trailer Camp Children, Richmond, California. Circa 1936. Ansel Adams. 34 x 24,1 cm. Edición 4/15. Estimado: 7.000-8.000 dólares.

(Todas las fotografías, cortesía de Phillips de Pury).

Mi familia muerta

Por: | 18 de marzo de 2013


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Mi familia muerta, escultura del joven artista argentino Adrián Villar Rojas, es una impactante pieza de 28 metros de largo de greda cocida al sol que reproduce una ballena varada.

Sobre las hojas caídas de un bosque de araucarias, una ballena de 28 metros de largo aparece varada. En su piel se proyectan multitud de pequeños cráteres, como marcas de viruela. Parecen doler. El gigante, inerte, reposa sus últimos minutos. La imagen sobrecoge. ¿Qué hace el mayor mamífero vivo de la tierra agonizando entre esa hojarasca? ¿Cómo ha llegado ahí? Pero si nos acercamos veremos que no es real, aunque pudiera parecerlo. Es una ballena de madera y greda cocida al sol. La obra lleva un título inquietante, Mi familia muerta, y la firma Adrián Villar Rojas (Rosario, Argentina, 1980), uno de los últimos grandes talentos (acaba de fichar, por cierto, por la todopoderosa galería americana Marian Goodman) de la escena artística internacional.

Mi familia muerta fue la sensación de la Segunda Bienal del Fin del Mundo que se celebró durante 2009 en la ciudad argentina de Ushuaía. Ya saben, la más septentrional del planeta. Un lugar lejano. Una pieza remota. Esta obra discurre en ese espacio tan brumoso que separa (si es posible) el site-specific (obras concebidas para un lugar concreto) y el célebre land-art (arte imaginado, creado y producido como interacción con la naturaleza).

Villar rojas (2) Piezas como esta le han permitido a Villar Rojas lograr el pasaporte para la última Documenta de Kassel.

Eran los años sesenta en los Estados Unidos. Y junto al land-art empezaban a despuntar el arte povera (y su reutilización de materiales pobres), el minimalismo (con su búsqueda de lo frío y esencial) o el accionismo (donde el sexo y la violencia eran dos elementos básicos de trabajo). En este turbulento entorno –al que había que añadir la agitación social y política que vive Estados Unidos durante esas décadas– los creadores del land-art ven las posibilidades plásticas que tienen piedras, maderas, tierras, ramas o, sencillamente, la luz para alterar la tierra, ya sea una ladera de una montaña o las arenas de la playa, con un sentido artístico. En principio, sosteniendo una mirada efímera, el agua, el viento o incluso las propias personas marcarían el fin de la obra. Quedarán fotos, vídeos, bocetos o maquetas para atestiguar lo que alguna vez fué.

Jame Turrel
James Turrell (Los Ángeles, California, 1943) fotografiado en la Fundación Montenmedio (Cádiz). Detrás se observa su obra Second Wind, la mayor pieza pemanente que ha creado en Europa.

Desde luego todo este movimiento tiene una fácil relación con el mundo mítico de los cuadrantes solares de Stoneheng o de los túmulos funerarios celtas o precolombinos. Aunque también nos habla de nuestra infancia. ¿Quién no ha dibujado con una rama seca en la arena de la playa? ¿Quién no se ha enfadado con el mar cuando las ha borrado?

“Arte de lo ligero”
Richard Long (Bristol, 1945) es uno de los creadores más señalados de este movimiento. Su obra está en el camino. Documenta, mediante fotografías, sus paseos por el mundo. Mueve unas ramas, agrupa unas piedras a modo de sendero o las traslada de una playa del este de Inglaterra a otra del oeste, ordena unas algas… Registra toda clase de sonidos: silbidos, trinos, rebuznos, aullidos… Pequeños –o grandes– gestos como expresión artística. “Arte de la movilidad, de lo ligero y la libertad. Simples actos creativos de caminar y registrar lugar, localidad, tiempo, distancia y medición”, resume Richard Long. Por ejemplo, en su pieza (se exhibe en el museo holandés De Pont), Bolivian Coal Line (1992), el artista construye un camino de carbón de 2,28 x 26 m de longitud, que nos remite a las duras condiciones de extracción del mineral en el país latinoamericano.

Richard Long
En primer plano, Círculo de Bilbao, exhibida en el Guggenheim, es una instalación construida con trozos de pizarra. En la pared, al fondo, una obra de Jannis Kounellis./Luis Alberto García.

Esta forma de mirar al land-art tiene algo de manifiesto fundacional. De principio. Sin embargo, cada creador nos lleva por su propio sendero a la marmita del arco iris. Walter de Maria crea, en 1977, su mítica obra Lightting filed (Campo de rayos) con 400 postes de acero formando un rectángulo, que instala en los llanos occidentales de Nuevo México (Estados Unidos). ¿Se imaginan qué persigue el artista? Provocar una tormenta eléctrica en una zona donde abunda este meteoro. El sonido y la furia como material plástico.

Envolver el Reichstag
Además de Long y De Maria, quizá el artista más reconocido sea al búlgaro-norteamericano Christo (quien, por cierto, acaba de inagurar su pieza Big Air Package en el Gasómetro de Oberhausen, Alemania). Al lado de su esposa, Jeanne-Claude (fallecida en 2009), envuelve edificios con gran carga histórica como el Reichstag (1995) en Alemania o lugares míticos para los amantes de medio mundo, como el parisino Pont Neuf (1984). Casi 25 años les cuesta conseguir los permisos, pero en 2005 logran poner en pie The Gates (Las puertas). Uno de sus proyectos más personales. Unas 7.000 entradas, a modo de dinteles con un bastidor de metal, que recorren Central Park en Nueva York. Decía Jeanne-Claude que era una las obras de las que estaba más satisfecha.

Christo Boceto El arte pegado a la tierra, la tierra como expresión del tiempo y de la vida. “Lo interesante desde el punto de vista del mercado es que al ser propuestas efímeras se mueven, al menos un poco, ajenas a los avatares de subastas y galerías”, reflexiona el coleccionista Marcos Martín Blanco. Quedan, eso sí, fotografías, dibujos (en la imagen superior, boceto de 2010 para la obra de Christo Over the river), esquemas, maquetas o algunas piezas recreadas a menor escala, que los artistas utilizan para financiar sus proyectos y las galerías para hacer caja. Pero el dinero no deja de ser tierra en el ojo de los creadores que, de verdad, son grandes.

Dennis
Espiral que se retuerce hasta convertise en una casa. La pieza remite a conceptos como ritmo y fluido. Es una obra de uno de los grandes del Land Art, Dennis Oppenheim (1938-2011), y está instalada en Grand Rapids (Míchigan, Estados Unidos).  WWW.DENNIS-OPPENHEIM.COM

Divesas fases del montaje de la obra Big Air Package (2010-2013), de Christo, que estos días se muestra en el Gasómetro de Oberhausen (Alemania). Fotos: Wolgang Volz. Copyright: Christo.

Christo 1

Christo 2

Christo 3

 

Precolombinos y el rosario de la aurora

Por: | 15 de marzo de 2013


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Gran Venus Callipyge. Cultura Chupicuaro (Guanajuato, México). Cerámica policromada. Periodo Maya Preclásico. Precio: alrededor de 2 millones de euros. Foto: cortesía Sotheby's/ArtDigital Studio.

Nunca antes se había ofrecido en subasta una colección de arte precolombino tan importante. Los próximos 22 y 23 de marzo en Sotheby’s París, 313 lotes buscarán comprador. La casa de pujas estima que podría recaudar unos 15 millones de euros por una parte de la colección Barbier-Mueller. Es un conjunto irrepetible. Primero, porque es el fruto de dos generaciones de coleccionistas. La comenzó Josef Mueller (1887-1977) y la amplió en nuestros días su hija, Monique, y su marido Jean Paul Barbier. Y segundo, porque contiene algunas obras maestras que hoy, desde luego, nunca podrían abandonar sus países de origen. Aunque, como veremos, la procedencia de ciertas piezas de la colección aún despierta muchas dudas.

Pero lo que le da una singularidad añadida es que bastantes lectores recordarán que hasta hace pocos meses las obras de la Barbier-Mueller habitaban justo enfrente del Museo Picasso de Barcelona. Sin embargo, la crisis las ha llevado fuera de España. Y una vez más el país ha perdido patrimonio. ¿Es así? ¿Estamos ante una pérdida importante?

Una colección de 14 millones de euros
El Museo Barbier-Mueller de Arte Precolombino abrió en 1997 fruto del empuje de los fastos del 500º aniversario del descubrimiento de América. Y hasta hoy se fue defendiendo, con una notable programación, impulsado en términos de visitas también por el tirón turístico de su vecino malagueño. Sin embargo, cinco años de crisis consiguieron socavar sus fuerzas. Bueno, la recesión fue un causa, pero a la que se suma el desencuentro con los propietarios. Los hijos de Monique y Jean Paul no estaban muy interesados en la colección y sus padres la ofrecieron a la ciudad. El problema, como tantas veces, era el precio. “La familia quería unos 40 millones de euros y nuestra tasación era de 14 o 15 millones”, apunta una fuente próxima a la operación. Una cantidad, por cierto, similar a la que espera recaudar Sotheby’s. Por lo tanto, si a la ecuación de la crisis económica le añadimos la variable del desinterés de los hijos y el desacuerdo en el precio de venta, la enajenación al mejor postor era inevitable.

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Escultura azteca de 37,5 cm. Dios del Agua (1300-1521). México. Basalto recubierto de cinabrio. Precio estimado: 500.000-600.000 euros. Foto: cortesía Sotheby's/ArtDigital Studio.

Ahora bien, regresemos al principio. ¿Deberíamos haber evitado esta salida? Los expertos valoran la gran calidad de la colección, pero no la consideran irremplazable. “Hubiera sido mejor que se quedará, pero para España no supone una pérdida de nuestro patrimonio porque nunca formó parte de él", reflexiona Félix Jiménez, subdirector del Museo de América de Madrid. “Es una colección privada suiza en préstamo”, remata.

“Pasadísimas de precio”
Desde luego no es comparable a la del propio Museo de América, que alberga 25.000 objetos, entre ellos obras maestras como la “Estela de Madrid” o el “Códice Tudela”. Aun así, Félix Jiménez confirma que intentarán ir a la subasta y pujar, sobre todo, por las piezas relacionadas con Mesoamérica. Aunque a su juicio “están pasadísimas de precio”. La misma idea transmite Jaume Bagot, responsable de la firma de arqueología que lleva su nombre. “Vamos a intentar comprar, pero los precios de partida son muy elevados”, asegura. Ya se sabe que en esta clase de colecciones no solo se paga la pieza, sino también la reputación de su propietario. En este caso es una colección que ha tenido muchas exposiciones internacionales y que ha generado infinidad de bibliografía. Y el pedigrí arqueológico también tiene su caché.

 Pero en toda subasta de precolombinos hay dos asuntos muy espinosos. La procedencia de las piezas y su autenticidad. Sobre esta última, Félix Jiménez lanza una reflexión intranquilizadora. Pensemos en la Grecia Clásica. ¿Una vasija, una crátera, del siglo IV A.C. con una escena en la que se ha repintado en la actualidad el 80% de la misma hay que considerarla falsa o auténtica? “Al fin y al cabo, el gran valor reside en esa imagen”, incide este experto. Busquen su propia respuesta.

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Pato en vuelo (1.200-1521). Cultura Terasque. Tzintzuntzán, Estado de Michoacán (México). Cerámica bicolor. 17,6 cm. Precio estimado: 1.500.000-2.000.000 euros.

El otro tema espinoso es el origen de los objetos. En concreto hay una obra (que no estará en la subasta) de la colección Barbier-Mueller cuya procedencia ha generado muchas dudas: La máscara de Río Azul (abajo), una bellísima pieza ceremonial (que representa al dios sol, Kinish Ahau) de origen Maya extraída de tierras guatemaltecas. Valorada en unos 14 millones de euros, el Gobierno sudamericano, cuando la localizó en 2001 en Barcelona, presentó una demanda que no prosperó. Ahora se supone que está en Suiza. Y para algunos su procedencia es, aparentemente, fruto del expolio.

Rio-Azul-Mask-from-National-Geographic-243x300Sotheby's, seguro de la procedencia de las obras
Habrá que ver qué sucede en el futuro. Quizá Guatemala levante la mano y reclame mucho más fuerte. O de otra manera. Por ahora, en Sotheby’s, narran que “durante los últimos meses hemos estudiado detalladamente la procedencia de la colección y estamos seguros de las obras que ofrecemos en subasta. No obstante”, agregan, “prestaremos atención a cualquier nueva información que se presente y acogeremos (sic) un diálogo sobre temas particulares”. No es la primera vez que una subasta de precolombinos acaba en disputas legales, retiradas de piezas y huida de coleccionistas. O sea, como el rosario de la aurora. De momento, México ya ha denunciado a la casa de subastas y le reclama la restitución de 51 piezas, mientras que Perú pide el retorno de 67 objetos por considerar que salieron de forma ilegal del país. Ya cantan los gallos de la aurora.

 

 

El País

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