Parece que el arte contemporáneo español está condenado a ser un fantasma que deambula por la escena internacional. Hace unos días se daba a conocer la lista de los artistas que participarán en el programa, por así decirlo, general de la Bienal de Venecia de este año. Bajo el título de Il Palazzo Enciclopedico, el comisario Massimiliano Gioni reúne obras de 154 creadores. Hay estadounidenses (33), italianos (12), ingleses (13), alemanes (8), suizos (8), rusos (3), holandeses (3), checos (2), austriacos (2)… ¿Y españoles? Ninguno. Es cierto que está Lara Almárcegui, pero como representante del pabellón español. O sea, en el lado oficial.
La muestra, según ha contado el propio Massimiliano Gioni, gira en torno a “las obsesiones y el poder de transformación de la imaginación”. Y, a su juicio, “la exhibición difumina la línea entre artistas profesionales y amateurs, outsiders y asimilados, y, a la vez, persigue una aproximación antropológica al estudio de las imágenes”. En este discurso no encaja ningún creador español. “No ha trabajado en los años que ha sido director asociado en el New Museum de Nueva York con artistas españoles. Así que tampoco creo que se le puedan pedir explicaciones”, razona una galerista madrileña.
Massimiliano Gioni presenta en Venecia su propuesta Il Palazzo Enciclopedico.
Lejos de la libertad que asiste a cualquier comisario a la hora de escoger los artistas con los que trabaja, lo que ha sucedido en Italia también nos sitúa frente al espejo de nuestra propia realidad. La presencia de creadores españoles en eventos de primer nivel internacional, ya sea la Documenta de Kassel o la Bienal de Venecia, es históricamente ínfima. Entonces, no por repetida, hay que hacerse la pregunta. ¿Por qué no estamos presentes en el programa general de la Bienal más importante de arte del mundo?
“La respuesta a esta pregunta solo la tiene una persona: Massimiliano Gioni”, apunta franco el artista Daniel Canogar. “No estoy planteando una pregunta retórica, sino que creo que alguien que le conozca, en nombre de todos los que trabajamos en el arte contemporáneo de este país, debería hacerle esa pregunta [fue formulada por correo electrónico sin hallar, de momento, contestación]. Creo que su respuesta sería muy aleccionadora. Quizás nos daría una “receta” para saber cómo afrontar los obstáculos que ocurren a la hora de difundir el arte contemporáneo español”, apunta este artista. “Lo que está claro”, avanza Canogar, “es que tanto la difusión que hacen las galerías españolas, como la del Ministerio de Cultura no da resultado. No se trata de enfadarse, ni de echar la culpa ni a los de dentro ni a los de fuera, sino de hacer un estudio de porqué la difusión del arte contemporáneo español no funciona, y buscar las soluciones. Para ser claros: hace falta un lobby cuyo único fin sea esa difusión”.
El programa general este año estará vacío de artistas españoles. El Corderie en el Arsenal. Fotografía de Guilio Squillacciotti. Cortesía: Bienal de Venecia.
Bueno, es un arranque, una propuesta, porque la valía de nuestros creadores no es la que se encuentra en entredicho. El artista vasco Sergio Prego, uno de los que gozan de un currículo más internacional, lo define con precisión de cirujano: “Somos tan buenos, tan malos o tan mediocres como los de fuera”. ¿Entonces?
Quizá sea solo cuestión de emplear un verbo: “tener”. “La clave de esa presencia, un déficit que también tiene Portugal”, apunta João Fernandes, subdirector del Museo Reina Sofía, “es tener instituciones; tener colecciones institucionales y privadas; tener coleccionistas que apoyen a los artistas propios; tener proyectos específicos y tener sistemas de enseñanza artística y difusión con orientación internacional”. ¿Tenemos todo esto? “Desde luego que no”, apostilla el coleccionista Marcos Martín Blanco. “Y la crisis no va a ayudar. Así que será muy difícil que los artistas españoles, a pesar de que los hay excelentes, ocupen el lugar que por talento merecen. Aunque ojalá me equivoque”, remata. Eso, ojalá se equivoque.
Visita guiada por 'Il Palazzo Enciclopedico'
Paweł AlthamerAlmech, Deutsche Guggenheim, Berlín. Octubre 2011–Enero 2012.
© Pawel Althamer. Fotografía: Mathias Schormann.
Eliot Porter
Chipping Sparrow, Great Spruce Head Island, Maine
Dye transfer print perteneciente al álbum Pájaros en vuelo, 1979.© 1990, Amon Carter Museum, Fort Worth, Texas. Donación de Eliot Porter.
Cortesía de Daniel Greenberg y Scheinbaum & Russek Ltd., Santa Fé, Nuevo México.
Thierry De CordierMer Montée. 2011.
Óleo y tinta china sobre lienzo.170 x 270 cm.
Colección privada. Bélgica.Cortesía del artista y de Xavier Hufkens, Bruselas.Fotografía © 2013 Dirk Pauwels.
Drossos P. Skyllas
Three Sisters (1950-53)
Óleo sobre lienzo.
147,3 x 99,1 cm
Colección de Robert M. Greenberg y Corvova Lee.
Imagen: cortesía de Ricco/Maresca Gallery (Nueva York).
J.D. ‘Okhai Ojeikere
Aja Nloso Family, 1980.
Gelatina de planta: 50 x 60 cm.
Cortesía de André Magnin (MAGNIN-A), París.
© J. D. ’Okhai Ojeikere
Simon Denny
Instlación: “Deep Sea Vaudeo”. Galería Buchholz. Colonia. 2009.
Cortesía: Galería Buchholz. Berlín/Colonia.