El 22 de abril. Esta es la fecha límite que tiene el Gobierno británico y sus instituciones culturales para no perder una de las joyas de su patrimonio artístico. Es una cuestión de tiempo pero, sobre todo, de dinero. Un comprador extranjero ha cerrado un acuerdo para hacerse con la mejor pintura de Nicolas Poussin que albergan las colecciones del Reino Unido. La tela (imagen superior) The Infant Moses trampling Pharaoh’s Crown (El infante Moisés pisoteando la corona del Faraón) saldrá de las islas si el Estado no consigue igualar en un plazo de tres meses la oferta de un coleccionista privado: 14 millones de libras (17 millones de euros). Una cifra bastante superior a la cotización actual de Poussin.
El cuadro del pintor clasicista francés del siglo XVII ha estado durante más de dos siglos en el país y ahora podría perderse para siempre. Alarmado, el ministerio de Cultura ha prohibido temporalmente la salida de la obra. Tiene 90 días para encontrar el dinero. Un plazo que de forma excepcional puede prorrogarse hasta el 22 de octubre sí, de verdad, hay alguna posibilidad de conseguir esa pequeña fortuna.
El óleo fue vendido al coleccionista hace dos meses por los administradores de la mansión de Woburn Abbey (Bedfordshire, Inglaterra), en representación del duque de Bedford, con el propósito de conseguir fondos para restaurar el palacio y poder conservar al menos parte de una estupenda colección que incluye, entre otras piezas, 24 canalettos y un soberbio, y recién descubierto, rembrandt.
'Retrato de un anciano' obra atribuida en 2012 a Rembrandt y que pertenece a la colección del duque de Bedford (Inglaterra).
La pérdida del óleo preocupa a las autoridades inglesas que han visto como hace escasos meses una de las obras emblemáticas de la National Gallery, Niño con paloma, un cuadro de Picasso de 1901 en el que ya se aventuraba su época azul, corría la misma suerte y terminaba en Catar. “Sería una terrible lástima que este extraordinario trabajo de Poussin dejara el país para siempre. Espero que podamos encontrar un comprador en el Reino Unido y que permanezca aquí para disfrute de los británicos”, apuntaba al comienzo de la semana Ed Vaizey, ministro de Cultura.
Por ahora, el comité que vigila la exportación de bienes culturales (Committee on the Export of Works of Art and Objects of Cultural Interest) ha frenado la salida. Aunque por poco tiempo. El Reino Unido tiene que luchar en este tema contra sus propias contradicciones. Londres es, junto con Nueva York, el principal mercado para el arte del mundo y sus leyes en este tema no pueden ser restrictivas si quieren seguir manteniendo el negocio. Sin embargo este laissez faire, laissez passer provoca estas situaciones. Fuera de las islas, además, cada vez hay una mayor tensión sobre las obras. Países como Catar quieren construir sus propias colecciones y están adquiriendo con avidez piezas antiguas, modernas y contemporáneas para sus museos. A esto se suman los coleccionistas millonarios de siempre, ya sean estadounidenses o chinos.
La colección de la masión Woburn Abbey (fachada principal) alberga 24 'canalettos'. El mayor número de obras del pintor italiano en manos privadas.
El problema es que Bruselas quiere acercar la legislación española, francesa y italiana —mucho más restrictiva en la exportación de obras de arte— a la británica. Si esto ocurriera España, que ya tiene un serio problema de pérdida de su patrimonio histórico, enfrentaría situaciones similares a las de la tela de Poussin. ¿Y de dónde, con la que cae, se iban a conseguir 17 millones de euros para proteger una obra que narra la historia de cómo Thermutis, la hija sin descendientes del Faraón de Egipto, salvó la vida a Moisés siendo niño?