Es la primera exposición conjunta en casi 50 años de dos grandes de la pintura: Gerhard Richter (Dresde, Alemania, 1932) y Sigmar Polke (1941-2010). Juntos ocupan bastantes páginas en el libro de la historia del arte de las últimas tres décadas. La muestra reúne 65 obras procedentes de 30 colecciones. Hasta aquí podría parecer una excelente propuesta de un museo o de un centro de arte. Sin embargo, lo singular es que la organización y el comisariado corren a cargo de una sala de subastas. En este caso, Christie’s. Y nos pone frente a una dura evidencia: el mercado del arte quiere hacer de museo, de comisario y de crítico. Es una forma de validar sus propuestas, de aportar pedigrí a las obras y, claro, rematarlas a mejor precio. En nuestros días, existe una corriente intensa que lleva a profesionales que trabajan en casas de pujas o coleccionistas a dar sustento teórico a muchas exposiciones. Y el movimiento inquieta. Nunca los críticos de arte fueron tan necesarios como estos días y nunca tuvieron tan poco peso e importancia.
Gerhard Richter, 'Vierwaldstätter See' ('El lago de Vierwaldstatt') . 1969. Óleo sobre lienzo. 120 x 150 centímetros. Cortesía: Christie's.
Con estas ideas transportadas en el aire, el próximo 24 de abril Christie’s Mayfair (Londres) presenta Polke/Richter-Richter/Polke. Combinando obras a la venta y en préstamo de colecciones privadas, la casa de pujas rememora la célebre exposición conjunta de ambos pintores en la galería h de Hanover (Alemania) en 1966. Incluso hay dos cuadros de aquella muestra: Flämische Krone (Richter) y Bavarian (Polke) junto a trabajos de otros periodos. Reunidos bajo una única mirada narran la evolución tan dispar de los dos creadores hasta la muerte en 2010 de Polke. También son el reflejo de una relación que en principio fue muy cercana pero que con el tiempo se fue transformando en una fuerte rivalidad. Como sucedió con Lucian Freud y Francis Bacon. O Matisse y Picasso. De hecho, Gerhard Richter contaba con sinceridad, hace algunos años, este desencuentro: “Me acuerdo de lo profunda que era nuestra amistad, pero también de lo dura que resultaba a veces. En perspectiva me asombra su brutalidad. Estábamos muy inseguros de nosotros mismos, y cada uno trataba de enmascararlo a su manera. Solo puedo decir que fue así. Polke derivó hacia una dirección sicodélica y yo hacia una clásica”.
Gerhard Richter, 'Flämische Krone' ('Corona flamenca'). 1965. Óleo sobre lienzo. 89,5 x 110 centímetros. Cortesía: Christie's.
Se podría escribir un tratado en el mundo del arte sobre amistades rotas, sin embargo quedan las piezas. La exposición es una declaración de intenciones y del valor (también económico) del óleo, el lienzo y los barnices en un tiempo en el que se ponía en cuestión su vigencia. La amistad entre ambos artistas comenzó en los años sesenta con la ambición de reinventar la pintura. Había que destruirla para volver a crearla. Cada uno lo haría por un camino distinto. A partir de fotografías Richter difumina las imágenes, las enturbia, como si sufrieran miopía, a su paso al lienzo. Mientras que Polke, inicialmente, utiliza un tipo de impresión comercial (raster-dot-process, según su acepción inglesa) para ampliar la trama de imágenes que extrae de periódicos. Al aumentarlas, el resultado habita entre lo abstracto y lo figurativo. Muy lejos de las pinturas de puntos ampliadas, y planas, de Roy Lichtenstein.
Volvamos a 1966. Ese año marca el comienzo de la creación por los dos pintores del realismo capitalista. Era una forma, irónica, de enfrentarse al realismo socialista. Hay en esta exposición dos cuadros de 1965 que reflejan este pensamiento: Bavarian (de Sigmar Polke, a la izquierda) y Flämische Krone (Richter). El primero es una de esas imágenes expandidas de Polke tomadas del periódico y el segundo es una borrosa lámpara de araña. Una ácida versión Pop que refleja las condiciones económicas y sociales de la Alemania occidental y su abrazo al capitalismo. Tanto Richter como Polke habían crecido en la Alemania del este (abandonaron el país antes de que se levantara el muro) y veían con desconfianza ciertos movimientos. Por ejemplo, el peso incesante soviético y estadounidense en una tierra dividida.
Gerhard Richter, 'Kleine Strasse' ('Carretera pequeña'). 1987. Óleo sobre lienzo. 61,6 x 83 centímetros. Cortesía: Christie's.
De eso, entre otras cosas, habla esta exposición. “Después de la muestra de 1966, Richter y Polke salieron disparados a toda velocidad en direcciones totalmente opuestas, como polos magnéticos que se repelen. Richter tomó un camino más clásico, Polke uno cósmico”, reflexiona Darren Leak, experto de Christie’s y comisario de Polke/Richter-Richter/Polke junto al escritor Kenny Schachter. De cualquier forma, dos artistas irrenunciables para entender los derroteros que desde entonces ha tomado la pintura.
Sigmar Polke. 'Laterna Magica' ('Linterna mágica'). 1988-1996. Resina sobre poliéster transparente. Pintado por el reverso y el anverso. 134 x 154 centímetros. Cortesía: Christie's.
Nota:
Como parte de la estrategia comercial de Christie’s, la exposición coincide con Alibis: Sigmar Polke 1963-2010, que se celebra del 19 de abril al 3 de agosto de 2014 en el MoMA (Nueva York). La muestra viajará después a la Tate Modern de Londres y al Museo Ludwig (Colonia, Alemania). Por su parte, Gerhard Richter tendrá una antológica en la Fundación Beyeler (Basilea, Suiza), coincidiendo con la feria Art Basel, entre el 18 de mayo y el 7 de septiembre de 2014.
Imagen de apertura: 'Taking a bath together' ('Tomando un baño juntos'): Sigmar Polke (al fondo) y Gerhard Richter (al frente). 1966. Foto: cortesía del archivo de Gerhard Richter. 2014.
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