Con arte y sonante

Sobre el blog

En un mundo de liquidez casi ilimitada, en el que los bancos centrales dan al botón de imprimir billetes a la misma velocidad que Billy el Niño desenfundaba su revolver, los ahorradores (que hoy en día somos todos) han redescubierto el valor de los activos tangibles y limitados.
O sea, que empiezan y acaban. Metales preciosos, arte contemporáneo, antigüedades, vinos, coches de colección, diamantes. Bienes que a su escasez y potencial económico aportan su carácter material. Bienes con arte y sonantes.

Sobre el autor

Miguel Ángel García Vega

Periodista y modesto coleccionista de arte contemporáneo, Miguel Ángel García Vega lleva más de 15 años escribiendo en EL PAÍS. A veces de finanzas, a veces de sociedad, a veces de arte, pero siempre conectando la vida y los números. Este blog quiere ser una piedra de Rosetta con el que entender el universo de los bienes tangibles, que en ocasiones parece, como el mundo, ancho y ajeno.

Néstor Sanmiguel Diest: “He prendido fuego a dos hogueras llenas de obra”

Por: | 30 de julio de 2014

Néstor Sanmiguel Diest
Durante décadas fue casi una sombra. Al menos para el mundo del arte. Pocos habían oído hablar de él. En esos tiempos de desconocimiento fue activista sindical y trabajó durante años en una fábrica textil de Burgos como patronista de ropa de mujer. Manejaba con destreza los números, los tejidos, las formas. Casi como un oficio secreto pintaba en las horas que podía robar a la planta y al trabajo. Incansable. Pero callado. Sin embargo, en 1999 dijo: “¡Basta!”. Descolgó el teléfono, habló con su jefe y le espetó: “No vuelvo”. Quería dedicarse a pintar. A ser artista. Algo para lo que había trabajado durante decenios. Aquel año, Néstor Sanmiguel Diest (Zaragoza, 1949) pintó casi 800 trabajos en formato Din A4. Fue como si estallara. Una liberación. Tenía 50 años. Aun así transcurrirían otros diez sin tener casi visibilidad. De repente, en 2012, ficha por la galería madrileña Maisterravalbuena y detona un éxito inesperado. Le compran museos (Reina Sofía, Macba), fundaciones (Arco, Helga de Alvear), coleccionistas potentes internacionales y hay lista de espera para sus trabajos. En 2013, en la feria Frieze de Londres, despacha todo el estand en una hora. Demostrando, por si alguien tuviera alguna duda, que ser artista es correr la maratón, no los 100 metros lisos. Toda una enseñanza frente a la voracidad del mercado y las prisas de algunos galeristas.

Pregunta. ¿Dónde ha estado todos estos años?
Respuesta. Trabajando. Pero con un cierto nivel de reclusión y moviéndome en los márgenes del gremio. Es decir, muy lejos de Madrid. Porque consideraba que tenía que seguir aprendiendo antes de dar el paso y acercarme no solo a lo contemporáneo sino a la dedicación absoluta a este trabajo. Hasta finales de los años ochenta no asumí que sabía lo suficiente para ponerme a trabajar en serio.

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'Canal del molino', de Néstor Sanmiguel Diest.

P.
Porque antes del oficio de pintor hizo otros.
R. Sí, para ganarme la vida. Estudié en la Escuela Oficial de Sastrería de Madrid. Ahí aprendí el trabajo de patronista, que es lo que me ha permitido mantenerme en pie hasta que he podido dedicarme solo al arte. Pero si me lo pregunta, he vivido de ser patronista; sobre todo de mujeres.

P. ¿Qué marca la decisión de sustituir un oficio por otro? ¿Hay algo que lo desencadene?
R. Son cúmulos de circunstancias. Estaba saturado de trabajar por cuenta ajena y de tener que cumplir horarios infernales, al menos para mi manera de ser. Imagínese estar a las 6.30 de la mañana, abrir la fábrica y poner las planchas a calentar para que cuando viniera la gente todo estuviera en marcha y después dedicarme a hacer patrones. Llega un momento que dices: "¡Se acabó!" Yo lo resolví en un día. Descolgué el teléfono y llamé a mi jefe. No iba a volver más, le dije. No le iba a pedir indemnización ni nada de nada. Pero no regresaba, eso seguro. Era 1999.

P. Sin embargo entre 1985 y 1991 forma parte del grupo A Ua Crag en Aranda de Duero. No estaba tan desligado de ciertas corrientes artísticas.
R. Es cierto. Yo venía de un trabajo político y sindical muy fuerte. Evidentemente fueron años que trabajé muy poco en arte. Pero lo abandoné porque acabé bastante desilusionado ideológicamente. Me caí cuando empecé a ver las realidades con toda su crudeza.

Nsd_Las flores secretas, 1992
'Las flores secretas'. 1992.

P.
Esa desilusión se siente en su trabajo. Al principio tenía un componente político que con el tiempo se ha ido diluyendo.
R.  Lo personal se va diluyendo con los años porque te interesan otros sentimientos. Evito todo tipo de referencias a emociones o sentimientos míos. Me interesa capturar los ajenos. Humanamente no he sido una persona de grandes amores, aventuras locas; y con las drogas he coqueteado, por cuestiones generacionales, lo justito. Me atrae más lo que les sucede a los otros.

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Hora de vaciar los museos de obras expoliadas por los nazis

Por: | 25 de julio de 2014

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“Ha llegado el tiempo de limpiar los museos”.
La frase procede de un miembro del Gobierno francés. La pronuncia frente a decenas de personas en un foro público que trata sobre la restitución a sus legítimos dueños del arte expoliado por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial y los años anteriores. Porque algunos expertos aseguran que muchas instituciones estadounidenses y europeas no pasan el test del algodón de la transparencia ni del compromiso.

Hace algunos días, Ronald S. Lauder, presidente del Congreso Mundial Judío (WJC, por sus siglas en inglés), antiguo embajador de Estados Unidos en Austria y director honorífico del patronato del MoMA, señalaba con el dedo al museo Thyssen-Bornemisza en Madrid. “España solicitó y obtuvo ayuda estadounidense para recuperar arte robado a la Iglesia española de las manos de un coleccionista de Texas hace tres décadas, pero ha rechazado cualquier tipo de petición desde Estados Unidos para recuperar el pissarro de los Cassier”, se quejó Lauder.

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Objetos saqueados por los nazis a la espera de ser devueltos. Foto: Smithsonianmag.com/artenet.com.

Se refiere al litigio que gravita sobre Rue Saint-Honore, après midi. Effet de pluie (Calle de Saint Honoré por la tarde. Efecto de lluvia). Una de las mejores telas del pintor impresionista francés. El cuadro (81 x 65 centímetros) fue adquirido —se entiende que de buena fe— por el barón Heinrich Thyssen-Bornemisza en 1976 en la galería parisina Joseph Hahn. Sin embargo su historia plantea algunas dudas, al menos para una parte de los litigantes. Los herederos de la familia Cassier sostienen que la obra fue expoliada por los nazis a Lilly Cassier Neubauer, una mujer judía que se vio obligada a vender el lienzo por 360 dólares para conseguir un visado que la llevara a Estados Unidos. Más tarde, en 1958, algunos de sus familiares —que comenzaron una campaña para reunir el legado de Lilly— fueron indemnizados por la Administración alemana con 120.000 marcos de la época.  

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Los herederos de la familia Cassier llevan desde 2005 litigando por la propiedad de 'Calle de Saint Honoré por la tarde. Efecto de lluvia', una tela de Pissarro actualmente en la colección Thyssen-Bornemisza de Madrid.

Sin embargo, en 2000, Claude Cassier, un fotógrafo desconocido, nieto de Lilly, reparó, mientras visitaba las salas de los maestros impresionistas del Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid, en que en una de ellas colgaba el pissarro que fuera de su abuela. Durante 2005 empezó una pelea jurídica, la cual, con diversos avatares (la justicia estadounidense ha fallado a favor y en contra de ambas partes), llega hasta hoy.

El debate sobre la devolución de obra procedente del expolio nazi lleva encendido varias semanas en la prensa extranjera, lo que revela la sensibilidad del tema. El 30 de junio pasado, el propio Roland S. Lauder publicó un artículo (Time to Evict Nazi-Looted Art From Museums; algo así como: Hora de vaciar los museos de arte expoliado por los nazis) en el periódico The Wall Street Journal en el cual sostenía una tesis difícil de refutar. De una vez por todas, los museos deben actuar de manera responsable a la hora de devolver las obras expoliadas y dejar de argumentar pretextos legales y técnicos para no atender las demandas de los herederos. Porque en este tema llueve sobre mojado.

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La destrucción sistemática del patrimonio sirio

Por: | 21 de julio de 2014

Dura-Europos

Después de más de tres años de guerra civil, la situación del patrimonio histórico de Siria solo admite la calificación de catastrófica. Sitios arqueológicos del tremendo valor de Apamea, Palmira o Dura-Europos sufren el saqueo sistemático de bandas organizadas construidas, al mismo tiempo, por gente pobre y desesperada y profesionales del robo. Estos últimos son quienes tienen los contactos y los medios necesarios para sacar las piezas expoliadas fuera del país. Junto a ellos, Maamoun Abdulkarim, responsable de la Dirección General de Antigüedades y Museos (DGMA) de Siria, señala la implicación de grupos afines a Al Qaeda, marchantes e islamistas radicales. Demasiados enemigos para las viejas y desprotegidas ruinas de Siria.

Para darse cuenta de la magnitud del desastre hay que mirar desde el cielo. Fíjense en la primera imagen bajo estas líneas. Está tomada por satélite el 28 de junio de 2012. Capta el sitio arqueológico de Dura-Europos. ¿Recuerdan? Conocida como la “Pompeya del desierto sirio” anda a medio camino de Alepo y Bagdad, en las riberas del Éufrates. Por ella han pasado, y dejado su historia, el mundo heleno, romano y cristiano. La segunda fotografía se tomó el pasado 2 de abril y sí se percatan, arriba, a la derecha, verán un enjambre de puntos negros. Son cientos de pozos practicados por los saqueadores para expoliar piezas. Solo esa imagen sería evidencia más que suficiente para entender la magnitud del desastre. “Es una pesadilla”, admite Michel Al-Maqdissi, investigador del Louvre y hasta 2012 director de excavaciones de la DGMA.

Dura-Europoos junio 2012

Fotografía vía satélite tomada el 28 de junio de 2012 de la ciudad siria de Dura-Europos.

Siria excavaciones 2014

Imagen de Dura-Europos obtenida el 2 de abril de este año. En la esquina superior derecha, la ampliación de la foto muestra cientos de  pequeños pozos producto del expolio.

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Una fuga de arte que no cesa

Por: | 16 de julio de 2014

Contemplationdivinesothebys1

Debido al ruido y la furia que se siente estos días en el mercado del arte contemporáneo hay una subasta que ha pasado silenciosa a nuestro lado. Contemplation of the Divine (La contemplación de lo divino). Es la primera venta privada de Maestros Antiguos que organiza Sotheby’s. En este caso, en su sede de Londres. En ella se incluyen 20 pinturas y siete esculturas que abarcan desde finales del siglo XVI a la mitad del XVIII. Pues bien, 16 de estas piezas proceden de artistas españoles. Zurbarán, El Greco, Luis de Morales, Jorge Manuel Theotocópuli… De estos maestros se rematan telas de enorme calidad.

Algunas, incluso, estuvieron en su día en préstamo en El Prado. La puja termina hoy (16 de julio) y deja varias preguntas que inquietan. ¿Qué hacen estos cuadros en el extranjero? ¿Quién los vende? ¿Cuándo y porqué se permitió su salida? Ya que todos, en algún momento, salieron de colecciones nacionales.

Cada tela y cada escultura narra su propio pasado. Hemos rastreado —a partir de la información que ofrece la casa de subastas— la historia de algunos de esos lotes.

Francisco de Zurbarán. ‘San Francisco rezando’

Zurbarán Sotheby's Esta imagen (157,5 x 100,5 centímetros) devocional se puede fijar entre 1660 y 1665, hacia el final del periodo sevillano del maestro. La composición tiene ese aire de monumentalidad y el tratamiento de los volúmenes y el color tan propios del genio cacereño. La sencillez con la que representa al santo está dentro de las pautas y el espíritu de la contrarreforma. San Francisco se muestra en una gruta, arrodillado en oración y una roca le sirve como improvisado altar. Sobre ella, una calavera, símbolo de la mortalidad y la fugacidad de la vida, las Sagradas Escrituras y una sencilla cruz.

El éxito que tuvo en su tiempo esta composición lo evidencia la existencia de una variante (óleo sobre lienzo, 168 x 114 centímetros), que fue mostrada al público por primera vez en la reciente exposición dedicada a Zurbarán en el Palacio Diamanti de Ferrara (Italia). También se conoce una versión procedente de su taller, que atesora el museo de arte de Indianápolis (Estados Unidos).

La tela perteneció durante más de tres siglos a los condes de Ibangrande, cuyos descendientes vendieron la pintura en febrero de 2001 en la sala Alcalá Subastas (lote nº 288). En aquellos días, el lienzo estaba cubierto por una espesa capa de suciedad que dificultaba su atribución. De ahí paso a la galería Caylus (se puede ver en su web). El lienzo se restauró en Londres (así salió del país por primera vez), y en 2009 ya formaba parte del catálogo razonado de Odile Delenda. De hecho pudo verse hace poco en la muestra que se dedicó al pintor en el Palacio de Bellas Artes de Bruselas.

En cuanto a su valor ecónomico (el artístico es evidente), un san sebastián de una calidad similar a este san francisco se remató el 8 de julio pasado en Christie’s por 722.500 libras (909.000 euros al cambio actual).

Luis de Morales. ‘La Virgen del niño’ o ‘La Virgen del sombrero’

Luis de Morales Buena Sotheby'sEsta obra de pequeño tamaño (33,5 x 24,5 centímetros) estuvo en préstamo en El Prado durante la primera mitad del pasado siglo. Es un óleo sobre tabla que reúne muy bien todas las señas de identidad de ‘El Divino’. De ahí que la composición general recuerde a algunos trabajos de Rafael, mientras que la aproximación en las formas con el sfumato nos hable de la influencia, en el obrar del maestro extremeño, de Leornado y sus seguidores.

La tabla formó parte en su día de la gran colección que en el siglo XIX reunió Gonzalo Ulloa y Ortega Montañés, conde de Adanero (1833-1882), que incluía obras de Velázquez, El Greco, Zurbarán y Goya. Este coleccionista también contaba con, al menos, otra versión de La virgen con el niño, la cual se encuentra ahora en la Fundación Fondo Cultural Villar Mir (Madrid). Pues bien, el cuadro que se vende en Sotheby’s ha ido pasando de generación en generación dentro de la familia. ¿Precio? Una obra de similar tamaño y calidad se remató (lote 649) en la Sala Retiro de Madrid en 2012 por 550.000 euros. Otro precedente. En 2003 Sotheby’s vendió la composición El nacimiento de la Virgen (hoy en El Prado) por 558.000 libras (702.000 euros).

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La colección de arte de Detroit vale más de 3.000 millones de euros

Por: | 10 de julio de 2014

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Los números, tiranos, a veces imponen lógicas extrañas. La consultora Artvest Partners ha tasado 57.604 obras pertenecientes a la colección del museo de arte de Detroit (DIA, por sus siglas en inglés). Y tras tan numantino esfuerzo ha llegado a la conclusión de que el total de las piezas tiene un valor de mercado que oscila entre 2.700 y 4.600 millones de dólares (de 1.982 a 3.337 millones de euros). Una cantidad que los acreedores de la ciudad de Detroit (que recordemos está en bancarrota) verían como agua de mayo. Sin embargo, hay una letra pequeña que se vuelve grande. El verdadero precio al que podrían venderse, aseguran los responsables de Artvest, es de solo 850 millones de dólares (624 millones de euros). ¿Por qué? ¿Dónde ha ido el dinero?

Muchas de las piezas tasadas proceden de donaciones, con lo que la ciudad se arriesga a una lluvia de demandas por parte de quienes aportaron las obras en su día. Además el mercado para los Maestros Antiguos (donde la colección tiene uno de sus momentos fuertes) y los pintores europeos del XIX está flojo, lejos de la bonanza de 2007. Y para completar el pernicioso círculo, la salida en tromba de tantas piezas procedentes de una colección en desmantelamiento no ayudaría a conseguir buenos precios. Los coleccionistas y marchantes esperarían números de saldo.

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Mural de Diego Rivera, una de las obras emblemáticas del museo de arte de Detroit. Al ser un fresco no podría levantarse del muro para ser vendido.

Si vamos al detalle veremos que la valoración no recoge las 2.800 piezas (compradas con fondos estatales) que tasó el año pasado Christie’s. En su día, la casa de subastas les calculó una horquilla que oscilaba entre 454 y 867 millones de dólares (de 333 a 636 millones de euros, al cambio actual). Mucha polvareda levantaron en su momento esas cifras entre los acreedores, que acusaron a la casa de subastas de plantear una estimación muy por debajo de la realidad. Ahora se ha visto que esos números estaban bien trazados.

Aunque hay un detalle que evidencia lo que, de verdad, esconden los guarismos. El mural de Diego Rivera, uno de los iconos del DIA, no se ha tasado, relata la consultora neoyorkina Artvest Partners, porque al ser un fresco resulta casi imposible levantarlo de las paredes. Da miedo una reflexión de este tipo.

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Dos visitantes frente a una obra del DIA. La colección se ha valorado entre 2.700 y 4.600 millones de dólares (de 1.982 a 3.337 millones de euros).

Ahora bien, lo que sí deja la tasación es un ranking interesante para una mirada que mezcle arte y mercado. Las diez obras presumiblemente más caras. Un listado que tiene dos excepciones. En el informe original de Christie’s ocupaban los dos primeros puestos El baile de bodas (más de 200 millones de dólares), de Brugel 'El Viejo', y un autorretrato de Van Gogh (150 millones). Ahora hay otros ganadores.

Esta es la lista tal y como la transcribe el periódico local Detroit Free Press.

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Juan Uslé: "No he aprendido a pintar; y me alegro"

Por: | 09 de julio de 2014


Uslé Apertura

Hay que imaginarse la escena. Es de noche, las puertas están cerradas, las ventanas selladas con plástico y el lienzo de más de dos metros largos tendido en horizontal sobre la mesa del estudio. Silencio absoluto. Un latido del corazón. El bombeo de la sangre. Una línea sobre el lienzo. Un latido, la sangre, el trazo... Un gesto repetido centenares de veces, hasta completar la superficie. Esta es la forma en la que Juan Uslé (Santander, 1954), uno de los principales artistas contemporáneos españoles, concibe la que es su serie más rotunda: Soñé que revelabas. Lienzos predominantemente negros y grises, en los que refleja desde la guerra de Irak a la tristeza de los días. Telas buscadas por los coleccionistas, de la que solo concibe dos o tres al año, que ahora llegan, tras pasar por el Kunstmuseum de Bonn, al CGAC (Centro Galego de Arte Contemporánea). Veinte obras que evidencian que Uslé pinta desde la noche de los tiempos. Con razón ha llamado a esta muestra Luz oscura.

Pregunta. ¿Qué se puede ver en el CGAC? ¿Qué diferencias hay frente a la exposición de Bonn?
Respuesta. En esencia es la misma muestra que está enfocada en las obras que recoge Soñé que revelabas. Cuadros oscuros, grises virando a negro que de algún modo van surgiendo de forma intermitente cada cierto tiempo. Hago pocos: uno o dos al año. A veces salen tres. Aparecen, al menos así lo entendía al principio, como un revulsivo a esa especie de caleidoscopio de imágenes que llevamos dentro, que de alguna forma también configuran la otra parte de mi obra, que es compleja y dispar. Al principio estos lienzos eran una especie de limpieza. Una forma de crear un cuadro amnésico. De hecho así se titulaban algunos. Luego, cuando di forma al segundo lienzo, resuelto bajo la misma estrategia mecánica y procesual, al verlo sentí que estaba pintando la misma obra, justo lo contrario de lo que hacía habitualmente. A partir de entonces me plantee desarrollar esta imposibilidad como estrategia intencionada: pintar el mismo cuadro.

Uslé CGAC
Juan Uslé muestra en 'Luz Oscura', en el Centro Galego de Arte Contemporánea (CGAC), la que, quizás, es su serie más importante: 'Soñé que revelabas'.

P.
¿Cómo es la carpintería de esos Soñé que revelabas? ¿De qué manera los pinta?
R. La mecánica se centra en una idea: rellenar la superficie intentando reflejar ahí sistemáticamente el latido del pulso y el bombeo de la sangre. En estas obras siempre trabajo por la noche. Cierro las puertas. Sello con plásticos las ventanas. Intento conseguir un ambiente propicio. Algo similar a lo que hacía John Cage con su famosa cámara anecoica. Y empiezo a pintar. El pulso lo noto muchísimo por las noches. Tengo la tensión alta y allí donde me toco siento mucho el latido. Entonces tomo la brocha. Toco el pulso y comienzo a trabajar siguiendo ese ritmo. Ahora la pincelada más rápida, ahora más lenta. Voy escribiendo en la tela hasta rellenarla. Hace falta concentración y conlleva tensión, tiempo y, por supuesto, la imposibilidad de que todos los trazos sean iguales. Tampoco el pulso es siempre el mismo. Se acelera y desacelera.

P. ¿Y cuánto tiempo trabaja en estas piezas?
R. Varía, hay Soñé que revelabas que salen de una tirada y otros que te llevan seis meses. Hay cuadros que tienes en el estudio bastante tiempo, un año o más, y no les haces nada hasta que al final ves algo que no habías visto antes… A veces ha tenido que pasar un determinado acontecimiento en tu propio trabajo. Obras que se han cruzado entre el comienzo de esa tela. No siempre somos los mismos, ni sentimos lo mismo, no vemos lo mismo. Entonces nos cuesta entender, sobre todo si estamos en la aventura, en el viaje. En ese momento andamos descubriendo cosas y aprendiendo, que es de lo que trata la pintura.

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