El crítico estadounidense Jerry Saltz ha dicho de él, en un tono áspero, que es el “lord sith” del mundo del arte y también le ha llamado el flautista de Hamelín del “nuevo cinismo”. Nadie, ni quiera el coleccionista británico Charles Saatchi, había escuchado unas palabras tan críticas en el siempre contenido mundo del arte. Pero con Stefan Simchowitz no existen espacios intermedios. Para unos, sobre todo sus clientes, es un revolucionario; otros solo ven al mayor especulador en décadas.
El coleccionista británico Charles Saatchi.
Una vez más en el principio y el fin de todo se halla el dinero. Simchowitz amasó su particular fortuna al vender en 2007 por 200 millones de dólares a Getty Images su agencia de fotografía (MediaVast) especializada en moda y famosos. Antes, entre 1996 y 2007, había producido, con escaso éxito, cerca de 13 películas independientes. Sin embargo Simchowitz lo vio claro tras desprenderse del negocio: era el momento del arte. Los precios ya eran altos y había trazado sus cálculos. Podría conseguir, como ha reconocido, cientos de millones de dólares en tres décadas invirtiendo en artistas emergentes. Convirtiendo a corto plazo 10.000 dólares (su gasto medio en una obra) en un millón. En el camino sacudiría el obsoleto mundo del arte dominado por el circuito que enlaza poderosas galerías, comisarios e instituciones.
Su principal arma es la tecnología. Redes sociales como Instagram (tiene 70.000 seguidores), que utiliza para promocionar los artistas que descubre. La idea es sacar el mayor provecho al mundo de la imagen. Un espacio que conoce muy bien. A fin de cuentas se ve como el Mark Zuckerberg del arte. Por eso su objetivo es revolucionarlo. Fracturar su statu quo.
Graduado en la prestigiosa universidad de Stanford en 1992, su estrategia es encontrar a artistas jóvenes y ofrecerles, a cambio de obra, el sustento básico. Taller, materiales y unos ingresos fijos al mes. El mantra resulta bastante claro. Es mejor invertir en una obra rotunda de un creador emergente que hacerlo en un “warhol menor” o en un “[Yayoi] kusama de segunda”. Son las expresiones que recoge un amplio perfil que le dedicaba la semana pasada The New York Times. En el fondo se trata de comprar pronto y vender rápido. Asumir riesgo. Esta estrategia le ha hecho figurar en numerosas listas negras.
Exposición con dos lienzos del artista estadounidense Joe Bradley.
Hay algunas galerías de primer nivel que ya no le venden obra. Pero no es sencillo decirle “no”. Compra fuerte y no todas están en condiciones de desbaratar una venta de un chico que comienza. Él lo sabe y conoce el precio que paga por ello. “Soy la viva imagen del demonio de la especulación”, relataba al periódico estadounidense. Pero se defiende. “Todo lo invierto en arte. No tengo otros ingresos. Gano 100.000 dólares, pago mis impuestos y los 50.000 restantes los destino a apoyar la carrera de algún artista emergente”.
A día de hoy su colección alberga unas 1.500 obras, con predilección por el trabajo de Kour Pour, Óscar Murillo, Joe Bradley, Parker Ito, Tauba Auerbach o Cory Arcangel. Algunos de los nombres que más suenan ahora en el mercado. Artistas muy jóvenes que en un par de años han pasado de los 10.000 a los 200.000 dólares. Incluso más. Es el caso del colombiano Murillo, quien suma a sus elevados precios una kilométrica lista de espera por sus trabajos.
Cory Arcangel. Photoshop CS: 110 by 72 inches, 300 DPI, RGB, square pixels, default gradient “Yellow, Violet, Red, Teal”, mousedown y=16450 x=10750, mouse up y=18850 x=20600, 2009. Whitney Museum. © Cory Arcangel. Cortesía del artista y Team Gallery (Nueva York).
En esta peculiar interpretación del arte Simchowitz no está solo. Cuenta —como hemos visto— con miles de seguidores en las redes sociales y un ecléctico grupo de coleccionistas-inversores a los que aconseja. Apunten. Nicolas Berggruen (financiero multimillonario famoso por que prefiere vivir en hoteles en vez de en una residencia fija), Orlando Bloom (actor), Sean Parker (cofundador de Napster), Justin Smith (jugador profesional de póker) o Keith Rivers (linebacker de los Bufallo Bills). “En Nueva York todo es snob y alta sociedad, todo muy aristocrático; todos esos tíos de la antigua escuela. ¿Quién dice que el arte es solo para Eli Broad [uno de los principales coleccionistas del mundo] y los Rockefellers?”, se cuestiona Stefan en el rotativo estadounidense.
¿Un visionario o lord sith?
'Faded', 2011. Acrílico sobre lienzo de Kour Pour, uno de los artistas apoyados por Stefan Simchowitz. Cortesía: Kour Pour.
Foto de apetura: En el centro, rodeado de amigos, colaboradores y su mujer (derecha), el coleccionista Stefan Simchowitz. Foto: Cortesía 'The New York Times'/Nathanael Turner.
Hay 2 Comentarios
Es mercado. Es negocio y especulación. Es así desde que el mundo es mundo. Luego el tiempo depura y corrige. Pero este no es ni mejor ni peor que el resto de elementos del mercado.
Publicado por: Ed | 05/01/2015 13:19:20
Muy espabilado este Stefan, pero con todo esto, como se lo llevan entre unos cuantos, están haciendo que el arte que manejan se convierta en antiarte y el verdadero, el que se te mete por los sentidos, se encuentre a pie de calle, donde ellos no ven lo suficiente para advertirlo o, simplemente, lo ignoran.
Publicado por: pop | 02/01/2015 16:44:49