“Toda vida es un proceso de demolición”. Esta frase del escritor Francis Scott Fitgerald acude, veloz, cuando converso con Nimfa Bisbe, directora de la colección de arte contemporáneo de la Fundación Bancaria La Caixa.
Trato de averiguar qué ha sucedido con las colecciones de las empresas privadas durante estos inacabables años de crisis. Recuerdo que la del banco estadounidense Lehman Brothers fue vendida al mejor postor. El mismo destino compartieron los fondos de Afinsa y Forum Filatélico, ambas enlodadas en un fraude piramidal que asfixió el futuro de miles de personas. También sé que la implosión del ladrillo obligó a subastar en Londres los estupendos chillida, kapoor y baselitz de la promotora española Urvasco. O que el NRB Bank alemán vendió en noviembre pasado dos warhol por 121 millones de euros. Oscuros presagios.
'Se cuenta detrás del hueso. Espacio de dólor'. 1983. Planchas de plomo, hierro y anillas de plata. La primera obra que la Caixa adquirió para su colección de arte contemporáneo.
Regreso a la conversación con Nimfa Bisbe. “Esta colección tiene un objetivo: mostrarse al público. No está concebida, como muchas otras, para decorar despachos”. Quizá piense en algunos bancos o constructoras. Ninfa defiende la mirada de la Caixa. Desde 1985, por iniciativa de su entonces director general, Josep Vilarasau, la caja compra arte y en todos estos años se ha comprometido, de verdad, con la plástica actual. Su primera adquisición fue una habitación de siete metros forrada de plomo del artista germano Joseph Beuys. Se lee como un editorial: “Prohibido hacer concesiones al mercado”. Manda la calidad del trabajo, no las modas.
Un instante en la exposición 'Big Band Data' en la Fundación Telefónica. Foto: Álvaro García.
Porque una colección es un pacto tácito con la sociedad y su tiempo. Se asume o no. Nadie obliga. Desde hace una década, la compra de arte en Telefónica está “congelada”. El frío adjetivo llega de Laura Fernández, directora de las colecciones de la compañía. La teleco parece más interesada en irse por los cerros tecnológicos que por los artísticos. María de Corral, quien fuera creadora de su colección de fotografía contemporánea, censuraba este olvido en un coloquio en la sala CentroCentro de Madrid. Y Coca-Cola hace cuatro años que dejó de comprar en Arco.
Pero Telefónica o Coca-Cola no son versos sueltos. La Fundación Banco Santander —sus fondos acogen más de 1.000 obras de distintas épocas— también ha enfriado sus compras y las colecciones pertenecientes a las extintas cajas de ahorro han desaparecido. “El arte es un objeto prescindible”, sostiene Elisa Hernando, directora de la colección del bufete Uría Menéndez. Esas palabras, sinceras, martillean mientras contemplo un soberbio díptico (Regina in caelum assumpta) del pintor Anselm Kiefer en el vestíbulo madrileño del despacho de abogados. ¿Por qué prescindir también del arte en tiempo de tantas carencias?
Dos imágenes de la exposión de la Colección Goetz en las salas de la Fundación Banco Santander de Madrid.
El problema de muchas colecciones es que han sido de aluvión. Una pieza de aquí, otra de allá. Fiadas al empuje personal de algún alto directivo y sin encajar dentro del discurso de la empresa. Tampoco ayuda la falta de una Ley de Mecenazgo. Quizá por eso, en Santander, en el Centro Botín (un empeño privado de la dinastía de banqueros), las olas rompen de otra forma. Desde 2000 compran las obras de los artistas que becan. Con ellas, y un presupuesto de 800.000 euros al año para adquisiciones, moldearán su lectura de esta época. Lo cuenta, con una voz envolvente, como de edredón, Benjamin Weil, el director artístico. Mientras, en Madrid, Carlos Urroz, responsable de Arco, echa cuentas en su despacho. Este año han comprado en la feria DKV Seguros, Unión Fenosa e Iberdrola. ¿Quién sabe? Quizá no todo sea un proceso de demolición.
Imagen de apertura: Recreación virtual del Centro Botín en Santander proyectado por el arquitecto Renzo Piano.
Hay 4 Comentarios
Lamentablemente el arte no es valorado cuando existen crisis, es lo primero "princindible" en estas épocas, solo cuando las cosas van bien, las personas son capaces de mirar en eta dirección... pero cuando la crisis es esa larga sombra merodeando alrededor de ti, como si de un puñado de vuitres se tratara dando vueltas por en lcielo alrededor tuyo... entonces no hay tiempo para pensar en el arte...
Publicado por: Paco el del barco | 12/02/2019 10:06:44
Al final imagino que la crisis, aunque en diferente medida, ha acabado pasando factura a algunas empresas que han decidido equilibrar cuentas vendiendo sus colecciones.
Publicado por: Tests de personalidad | 11/06/2015 17:37:07
Giremos la mirada. Apostemos por una demanda distinta. Los géneros se adaptan. Los artistas también.
No todo son Bancos, Centros de Arte Contemporáneo, Centros de Congresos y Grandes Fundaciones.
Eso es puro evergetismo.
Holanda siglo XVII. Basta recordar.
Buen artículo, un saludo.
Publicado por: Manuel | 20/05/2015 8:56:19
Ciertamente, como explica el personaje de uno de mis cuentos " vender el Modigliani, es porque me queda un futuro chiquitito así". En una palabra: no nos queda futuro o al menos desde nuestra perspectiva no tenemos siquiera certidumbre de su presencia. Luego al trascender esas ventas por parte de un banco no es una buena señal.
Publicado por: bergante | 18/05/2015 19:15:51