Subastadas obras auténticas del mayor marchante de falsos de la historia

Por: | 10 de enero de 2016

Glafira-rosales
Es el relato de la mayor estafa en la historia del mundo del arte.
Entre 1994 y 2009, la marchante mexicana Glafira Rosales vendió —ella misma lo ha reconocido— más de 60 obras falsas que semejaban trabajos de Barnett Newman, Clyfford Still, Jackson Pollock, Willem de Kooning y Mark Rothko, entre otros. Un fraude de 80 millones de dólares (73,2 millones de euros), de los cuales 33 millones fueron directamente a su cuenta bancaria, según la investigación. En el ajo andaban también Pei-Shen Quian, un pintor (foto inferior) de origen chino que había llegado a Estados Unidos en 1981 y, acorde con la fiscalía estadounidense, los españoles José Carlos Bergantiños Díaz, pareja de Glafira, y su hermano Jesús Ángel. De hecho, Estados Unidos ha pedido la extradición de ambos. Sin embargo no parece fácil que la Justicia española acceda. El Tribunal Supremo es poco favorable a esta clase de reclamaciones. Mientras todo esto sucede en los juzgados, Pei-Shen Quian se ha refugiado en China, un país que no tiene tratado de extradición con la tierra de las barras y estrellas. Desde allí, el artista sobre quien recaen las sospechas de haber creado los falsos ha negado su implicación en el engaño.

Glafira 2 Pero no todo era un espejismo en el elaborado trampantojo de Glafira Rosales. Durante años fue comprando piezas legítimas para su colección. Lo hizo, por ejemplo, a través de Sotheby’s, Phillips y Christie’s. Pues bien, como fórmula de resarcir en parte a los estafados se han subastado en los últimos meses las obras verdaderas del mayor marchante de falsos de la historia.

Bajo este paradójico paisaje, la casa de pujas Gaston & Sheehan puso a la venta durante el año pasado 236 lotes confiscados a Glafira en su residencia de Long Island (Nueva York), con los que recaudó unos cinco millones de dólares (4,57 millones de euros). Entre lo más granado, piezas de Motherwell, Ad Reinhardt y Warhol. Aunque el mejor remate se lo llevó un lienzo, Le Bijou (1957), de Richard Pousset-Dart, que se vendió por 325.100 dólares (288.000 euros).

Apertura Glafira Rosales La galería neoyorquina Knoedler & Company cerró en 2011 por las demandas de coleccionistas engañados por las obras que comercializó Glafira Rosales. Foto: Robert Holmes (Corbis).

La venta se ha efectuado por tramos a lo largo de 2015 y a través de Internet. Por los primeros 179 lotes se consiguieron 4,3 millones de dólares (cuatro millones de euros) y por los 58 restantes, unos 532.000 dólares (486.000 euros). Todos, al parecer, auténticos. “Durante la tasación no surgieron motivos para una autentificación detallada”, explica, en declaraciones al periódico The New York Times, Lynzey Donahue, portavoz de los Marshals (policía judicial) de Estados Unidos. Y apunta: “Si alguna obra se hubiera visto que era falsa, los Marshals no habrían permitido su venta”. Tampoco se informó a los clientes de la procedencia de las mismas, algo que sí se hizo cuando se subastó el patrimonio del financiero Bernard Madoff. Otro estafador confeso. Pero en vez del arte, del dinero.

Imagen de apertura: 'Red Hat Portrait of Glafira Rosales' (Retrato con sombrero rojo de Glafira Rosales). La marchante mexicana fue declarada culpable en 2013 de vender 60 obras falsas de grandes maestros del arte. Cortesía: Gaston & Sheehan y The New York Times.

 

 

 

 

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Sobre el blog

En un mundo de liquidez casi ilimitada, en el que los bancos centrales dan al botón de imprimir billetes a la misma velocidad que Billy el Niño desenfundaba su revolver, los ahorradores (que hoy en día somos todos) han redescubierto el valor de los activos tangibles y limitados.
O sea, que empiezan y acaban. Metales preciosos, arte contemporáneo, antigüedades, vinos, coches de colección, diamantes. Bienes que a su escasez y potencial económico aportan su carácter material. Bienes con arte y sonantes.

Sobre el autor

Miguel Ángel García Vega

Periodista y modesto coleccionista de arte contemporáneo, Miguel Ángel García Vega lleva más de 15 años escribiendo en EL PAÍS. A veces de finanzas, a veces de sociedad, a veces de arte, pero siempre conectando la vida y los números. Este blog quiere ser una piedra de Rosetta con el que entender el universo de los bienes tangibles, que en ocasiones parece, como el mundo, ancho y ajeno.

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