Arde el cielo y abrasa la tierra en el Yemen. Entre medias se pierden vidas humanas y un patrimonio milenario. Los ataques de la coalición liderada por Arabia Saudí junto a los de los grupos afines a Al Qaeda y el autoproclamado Estado Islámico (EI) han dañado y destruido 47 sitios arqueológicos yemeníes. La cifra y la voz de alarma proceden de la Organización General de Antigüedades, Museos y Manuscritos (Goamm, por sus siglas en inglés).
La ciudad amurallada yemení de Shibam, conocida como el 'Manhattan del desierto', por sus impresionantes torres, ha sufrido graves daños en la guerra.
Este terrible daño, como explica el periódico The Art Newspaper, ha pasado mudo frente a lo ocurrido en el norte de Irak o Siria, pero la tragedia es de las mismas dimensiones. De hecho, la contabilidad de esta barbarie deja un panorama yermo. En ella se incluye la destrucción total o parcial de tres sitios declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco: Saná, Zabid (antigua capital de Yemen en los siglos XII y XV) y Shibam. Esta última es conocida con el apodo del Manhattan del desierto por sus impresionantes torres construidas en el siglo XVI. A esta pérdida se suman los destrozos que ha sufrido la mezquita de Qubbat al Mahdi en la capital Saná. Un ataque suicida del Estado Islámico en junio pasado ha causado enormes desperfectos en el monumento religioso.
Imagen de la ciudad vieja de Saná, capital del Yemen, antes de la guerra. Fotografía: © UNESCO / Maria Gropa.
Sin embargo esta destrucción está pasando silenciosa en occidente. ¿Las razones? Primero, el país queda muy lejos y segundo es una de las naciones más pobres de la tierra. Por si no fuera suficiente es un Estado fallido. Bajo este paisaje ¿cómo puede proteger y defender Yemen un patrimonio que además es poco conocido y está infravalorado? Tanto es así que “no tiene llamativas antigüedades clásicas como si posee Palmira [en Siria]”, apunta Samir Abulac, presidente del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS) en The Art Newspaper. También es cierto que parte de esta destrucción procede, desde mayo de 2015, de la coalición prooccidental que lidera Arabia Saudita. Sus ataques aéreos de castigo contra los rebeldes houthis, que han derrocado al presidente en ejercicio, Abdrabbo Mansur Hadi, contribuyen, se quiera o no, al desastre. “En tiempo de guerra las fuerzas militares no prestan atención al valor del patrimonio de un yacimiento si consideran que es necesario bombardearlo”, reflexiona Abulac. Además algunos enclaves arqueológicos tienen valor estratégico para los houthis, lo que añade fuego a la gasolina. Este es el triste razonamiento que explica la destrucción el pasado junio de un tesoro: la fortaleza medieval de Al Qahera en Taiz. Idéntico final tuvo un mes antes, en mayo, el Museo Regional de Dhamar, que quedó convertido en cascotes. En ese caos de escombros se recuperaron unos 700 objetos. Eso sí, la justificación de Arabia Saudí fue que los rebeldes escondían allí armas. Algo complicado de entender teniendo en cuenta que había vigilancia en las salas las 24 horas del día.
La fortaleza medieval de Al Qahera, en el suroeste del país, fue destruida el pasado junio por la aviación saudí. Fotografía: AP.
Al menos 47 sitios arqueológicos han sido dañados o destruidos en la guerra del Yemen. Uno de los más afectados es la ciudad de Saná (la imagen fue tomada en 2004). Fotografía: © UNESCO / Francesco Bandarin.
Sea como fuere esta destrucción tiene que terminar. Ya se ha perdido demasiado. Como el yacimiento de Baraqish, cuyo templo y murales habían sido restaurados hace poco. Por ahora, y para la esperanza, surgen algunos compromisos. “Después del primer bombardeo de la ciudad antigua de Saná, los saudís prometieron no empezar otra vez. Pero lo hicieron. Sin embargo desde hace varias semanas no ha habido nuevas destrucciones en la ciudad vieja. Y espero que continúe este respiro”, relata Nagi Thowabeth, director de la Organización General para la Preservación de los Yacimientos Históricos en Yemen (GOPHY, según sus siglas inglesas).
Porque en este terrible juego de destrucción pierde la historia, pierde la vida y pierde el patrimonio de toda la humanidad. O sea, de todos nosotros.
Fotografía de apertura: Varias personas buscan supervivientes entre los restos de los edificios destruidos por los bombardeos en Saná. EFE.
Hay 6 Comentarios
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No conocía este Manhattan del desierto, pero creo que no tardaré en visitarlo.
Publicado por: RyV | 03/02/2019 17:23:17
Tierra pobre pero preciosas sus construcciones, las destruyen, se pierde valor y ¿quién las vuelve a reconstruir? Sus gentes son duras como las tierras donde viven.
Publicado por: Noemí | 08/02/2016 20:11:24