¿Lo peor ha pasado? ¿Será que las autoridades europeas creen que diciéndolo muchas veces va y se cumple? Y, si es así, que se lo digan a la prima de riesgo española, la de los bonos soberanos y no la de Cádiz. España paga ya un 5,5% de intereses para financiarse a 10 años en los mercados interacionales, o 360 puntos más que a Alemania, el nivel más alto desde enero. A juzgar por esta evolución, el riesgo de insolvencia vuelve a estar sobre la mesa y la posibilidad de que España tenga que reestructurar su deuda ya ha dejado de ser remota para algunos.
Mario Draghi cree que la situación se estabiliza y que los peores momentos de la crisis de la eurozona han quedado atrás. A juzgar por la alarmante evolución del coste de financiación de España, nadie lo diría. Tal vez pretenda calmar a sus opositores alemanes dentro del Banco Central Europeo que preside, contrarios a las masivas inyecciones de liquidez que ha dado a la banca. O aspire con sólo decirlo a exorcizar el peor escenario posible, que España o Italia entren de nuevo en una espiral alcista de sus tipos de interés que haga insostenible su financiación en el largo plazo.
No es difícil reconocer la triple amenaza que acecha a la eurozona: el agravamiento de la recesión ante un inflexible calendario de consolidación fiscal; el elevado endeudamiento público y privado que impide relanzar la demanda (en el caso de España suman un 363% del PIB según Mckinsey Global Institute), y la frágil situación de la banca que obstaculiza el crédito a empresas y particulares. Y todo ello en un entorno de menor crecimiento de las economías emergentes y de imparable encarecimiento del petróleo. En España, ese panorama se ve agravado por una tasa de paro que roza ya el 25%. ¿Alguien da más?