Con euros y a lo loco

Sobre el blog

La entrada en el euro de España y otras economías del Sur de Europa les permitió financiarse a unos tipos de interés históricamente bajos. Particulares y administraciones se endeudaron para gastar a lo loco. En el caso español, la fiesta acabó con el pinchazo de la burbuja inmobiliaria. Ahora toca pagar esos excesos, aprender del rigor fiscal y capacidad de ahorro de nuestros socios alemanes y reformar la economía para encontrar un nuevo modelo productivo que nos permita volver a crecer. Pero, ¿cuánta austeridad nos podemos permitir en medio de una recesión? Y ¿servirá esta para que Alemania se fíe de sus socios del sur y acceda a reforzar institucional y financieramente la deficitaria unión monetaria? El futuro del euro depende de ello.

Sobre la autora

Victoria Carvajal

Victoria Carvajal, economista por la New York University, fue redactora en la sección de Economía de El País en los años convulsos de la peseta en su recta final hacia la unión monetaria. Ahora en este blog pretende analizar el también convulso momento que vive la zona euro y otros temas relacionados con la economía internacional.

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La inevitable (y necesaria) intervención de Europa en la banca...

Por: | 28 de mayo de 2012


El ex presidente de Bankia, Rodrigo Rato, abraza al ministro De Guindos.


Puede que España no tenga "intención", como dice Mariano Rajoy, pero es probable que no le quede más remedio que pedir la ayuda de Europa para sanear el sector financiero español. Si Bankia necesita 23.500 millones, todos se preguntan ¿cuánto necesitará el resto del sector financiero español? Y si sólo Bankia ha superado la cifra global que manejaba el ministro Luis de Guindos hace nada, ¿de cuánto estamos hablando y cómo se puede financiar el saneamiento del sector en el actual contexto de austeridad fiscal y con los costes de financiación disparados? Y ¿cómo se han desbordado las previsiones de esta manera? Asesorada por Goldman Sachs, con un ministro de Economía que fue alto ejecutivo de Lehman, la gestión de la crisis de Bankia por parte del Gobierno y el Banco de España, que ha resultado en una inesperada escalada del coste de su rescate, deja mucho que desear. Eso sin hablar de las pérdidas que asumirán los diluidos accionistas que compraron Bankia cuando salió a Bolsa en julio de 2011, en una operación avalada por el anterior Gobierno socialista.

El baile de cifras resulta una broma de muy mal gusto, sobre todo, porque el resultado es que los escasos recursos públicos, recortados de partidas que comprometen la competitividad futura del país, como Educación o I+D, se han destinado y destinarán a sanear una entidad que ha gestionado sus cuentas de una forma irresponsable: hace tres meses declaró un beneficio de 305 millones para 2011 y ahora desvela que en realidad en ese periodo sufrió pérdidas por valor de 2.979 millones. Eso, más el mal cálculo del riesgo en su cartera inmobiliaria (necesita 4.000 más de los 8.745 millones previstos) o la decisión de provisionar de forma contundente el resto de cartera crediticia "dado el escenario económico adverso" (5.500 millones más) elevan a 19.000 millones de euros lo que necesita la entidad. Pero si cuatro días antes, el lunes 21, el ministro lo valoraba en 7.000 o 7.5000 millones. Un auténtico despropósito.

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Chega de saudade

Por: | 09 de mayo de 2012

Euro-debt-crisis-flags-europe

El crecimiento está ahora en boca de todo mandatario europeo que se precie, incluida Angela Merkel. Hace tan sólo unas semanas era un tema casi tabú por la obsesión de Alemania de creer que la austeridad es la única manera de salir de la crisis y así dar una lección a sus socios menos disciplinados del sur. No es que la señora Merkel haya cambiado de opinión de la noche a la mañana. Lo que está claro es que no puede permitirse quedarse aislada tras la victoria del socialista François Hollande en las presidenciales francesas y está dispuesta a hablar de crecimiento si eso sirve para salvar el eje franco alemán que vertebra la política de la aurozona. Pero su idea de crecimiento dista bastante de la de Hollande: ni hablar de abrir el acuerdo de disciplina fiscal para incorporar un plan de crecimiento y ni por asomo Alemania va admitir que este cueste dinero. Sólo cree en aplicar reformas estructurales para crecer.

Así que no parece que se pueda pensar en un mini Plan Marshall ni nada por el estilo. Pero el cambio de discurso ya ha permitido, por el momento, que la Comisión Europea abra la posibilidad de relajar los plazos de reducción de déficit, que en el caso español resultan prácticamente imposibles de cumplir, además de suicidas. Sea como fuera, hay un soplo de esperanza en la UE. Y lo que está claro es que hay que actuar porque el tiempo apremia: en casi toda la eurozona arrecian los datos negativos que apuntan a que la segunda recesión en menos de tres años será duradera; la huida de los inversores de los mercados periféricos es contante y amenaza con hacer insostenible el pago de la deuda, y crece de forma alarmante la popularidad de partidos políticos extremistas a derecha e izquierda, como se ha visto en Francia o en Grecia, que amenazan las posibilidades de avanzar en la integración y la cesión de autonomía como vía para salvar la eurozona.

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Las instituciones del desencanto

Por: | 03 de mayo de 2012

El País

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