Puede que España no tenga "intención", como dice Mariano Rajoy, pero es probable que no le quede más remedio que pedir la ayuda de Europa para sanear el sector financiero español. Si Bankia necesita 23.500 millones, todos se preguntan ¿cuánto necesitará el resto del sector financiero español? Y si sólo Bankia ha superado la cifra global que manejaba el ministro Luis de Guindos hace nada, ¿de cuánto estamos hablando y cómo se puede financiar el saneamiento del sector en el actual contexto de austeridad fiscal y con los costes de financiación disparados? Y ¿cómo se han desbordado las previsiones de esta manera? Asesorada por Goldman Sachs, con un ministro de Economía que fue alto ejecutivo de Lehman, la gestión de la crisis de Bankia por parte del Gobierno y el Banco de España, que ha resultado en una inesperada escalada del coste de su rescate, deja mucho que desear. Eso sin hablar de las pérdidas que asumirán los diluidos accionistas que compraron Bankia cuando salió a Bolsa en julio de 2011, en una operación avalada por el anterior Gobierno socialista.
El baile de cifras resulta una broma de muy mal gusto, sobre todo, porque el resultado es que los escasos recursos públicos, recortados de partidas que comprometen la competitividad futura del país, como Educación o I+D, se han destinado y destinarán a sanear una entidad que ha gestionado sus cuentas de una forma irresponsable: hace tres meses declaró un beneficio de 305 millones para 2011 y ahora desvela que en realidad en ese periodo sufrió pérdidas por valor de 2.979 millones. Eso, más el mal cálculo del riesgo en su cartera inmobiliaria (necesita 4.000 más de los 8.745 millones previstos) o la decisión de provisionar de forma contundente el resto de cartera crediticia "dado el escenario económico adverso" (5.500 millones más) elevan a 19.000 millones de euros lo que necesita la entidad. Pero si cuatro días antes, el lunes 21, el ministro lo valoraba en 7.000 o 7.5000 millones. Un auténtico despropósito.