Tras tres años de poner paños calientes y miles de millones de euros gastados sin haber resuelto la crisis de desconfianza que azota a la eurozona, los mandatarios europeos han decidido pasar a mayores: en los últimos días se filtran informaciones sobre los planes de la Comisión y el BCE para avanzar en la unión bancaria y la integración fiscal y sobre cómo combinar la cesión de soberanía que estas medidas requieren con la legitimidad democrática... Estos planes, que se podrían aprobar en la cumbre una vez más clave (esta vez parece que sí...) que celebra la Unión Europea los días 27 y 28 de junio, sirven desde luego para dar el espaldarazo institucional que desesperadamente necesita el desacreditado proyecto de la moneda común, pero, dado que es probable que se necesite reformar los tratados y, en muchos casos, la aprobación de los respectivos parlamentos, ¿llegarán a tiempo para salvar al euro?
A tiempo para evitar el rescate soberano a España, que parece inevitable pues la financiación en los mercados del Tesoro es insostenible a los tipos de interés actuales. A tiempo para evitar que Italia vaya detrás de España, ahora que Silvio Berlusconi amenaza con abrir una brecha en el apoyo del parlamento a Mario Monti al declararse partidario de la salida de Italia del euro. A tiempo para contrarrestar la ola populista antieuropea que se extiende peligrosamente por el viejo continente. A tiempo para que la fe de los ciudadanos en Europa no desaparezca del todo y accedan a ceder poder a unas instituciones cada vez más impopulares, tanto para las economías deficitarias de la periferia como para las muy solventes del Norte.