¿Qué hace falta para que Europa cambie de rumbo? ¿Por qué insiste en negar que los severos planes de ajuste están deprimiendo la actividad mucho más de lo previsto? ¿De verdad se cree que es posible reducir el endeudamiento sin crecimiento? ¿Por qué, en defenitiva, seguir negando la evidencia? Grecia acumula 16 trimestres de crecimiento negativo, Irlanda, 12, Portugal, siete, España, cuatro... La Unión Europea en su conjunto ha entrado oficialmente en recesión este último trimestre... La idea de que los recortes acabarían teniendo efectos expansivos en las economías ha demostrado ser equivocada. Las previsiones de todos los organismos internacionales, las últimas son las de la OCDE, lo confirman: la principal amenaza para el crecimiento de la economía mundial sigue siendo la eurozona.
No obstante, los fundamentalistas de la austeridad, los países acreedores liderados por Alemania, siguen sin dar su brazo a torcer. Por mucho que quieran negarlo e intenten convencer a sus electorados de que su firmeza les está permitiendo reducir el desvío de fondos a los países deudores, el resultado es que la austeridad no hace más que abultar la factura de las transferencias de cara al futuro: cuanto más se agudiza la recesión, más se alejan los objetivos de consolidación fiscal y más se alarga la dependencia de estos de la ayuda internacional para pagar sus deudas. Pero nadie se atreve a llevar la contraria a Berlín.