Demasiada testosterona. La hormona predominantemente masculina fue una de las razones que, en su momento y según las conclusiones de varios estudios científicos, podía explicar la agresiva e irresponsable asunción de riesgos que provocó el fiasco de las hipotecas basura y el posterior desastre financiero a ambos lados del Atlántico, origen de la recesión mundial. O lo que es lo mismo si en vez de Lehman Brothers hubiera sido Lehman Sisters tal vez se hubiera podido evitar el desastre. Casi seis años después de su caída y a pesar de los numerosos informes favorables a incorporar a las mujeres a la industria financiera, las salas de contratación o los consejos de las entidades financieras siguen siendo territorio casi en exclusiva masculino. Pero si ese cambio no ha llegado en el ámbito privado, en el público sí. Al frente de las instituciones reguladoras que han de velar por que la poderosa industria financiera cumpla las reglas hay una soprendente mayoría femenina.
Janet Yellen, presidente de la Reserva Federal, el banco central estadounidense, el puesto de mayor poder en las finanzas internacionales, muestra la misma sensibilidad hacia el empleo que hacia la inflación. Mary Jo White, antigua fiscal, está al frente de la Securities and Exchange Comission (SEC), que supervisa a 35.000 entidades y ha impuesto multas millonarias a los bancos envueltos en la estafa de las hipotecas basura y otros fraudes. Christine Lagarde, directora general del Fondo Monetario Internacional, que ha sabido moderar la ortodoxia fiscal de la institución. Y la francesa Danièle Nouy, que dirige el nuevo Mecanismo Único de Supervisión europeo del BCE, decidida a dejar caer a los bancos más débiles para no usar el dinero del contribuyente.
Yellen, de 68 años, fue de las primeras que desde dentro de la Reserva Federal advirtió de los riesgos de la burbuja inmobiliaria en EEUU y del peligro de instrumentos como las hipotecas basura. Fue en 2007, meses antes de que estallara la crisis. Alumna aventajada de James Tobin en la Universidad de Yale, el padre de la polémica tasa a las transacciones financieras, Yellen ha sido siempre partidaria de una mayor y mejor regulación de los mercados financieros. Para hacerlo ahora en su mandato, cuenta con el respaldo de demócratas y republicanos que pactaron la ley de reforma de Wall Street Dodd-Frank, la más ambiciosa desde la Gran Depresión. La vigilancia a Wall Street es de los pocos temas en los que están de acuerdo los dos partidos tras los 700.000 millones de dólares de dinero de los contribuyentes recibido por las entidades para evitar un colapso financiero.
Mary Jo White, 66 años, ha puesto las sanciones más altas de la historia de la institución que preside. La última 920 millones de dólares a JP Morgan Chase. La SEC se creó de los excesos de Wall Street en 1929. Nació durante la Gran Depresión y fue junto al New Deal, insipirado en las recetas de aumento de gasto postuladas por John M. Keynes, una de las reformas más importantes introducidas por Franklin D. Rossevelt. La desregulación de la industria que inició Reagan y remató Clinton, la agencia perdió margen de maniobra y fue duramente criticada por no proteger a los pequeños accionistas y consumidores en la reciente crisis financiera. White, apodada Sid Vicius entre los amigos por su implacable carácter, se esfuerza ahora por recuperar la credibilidad perdida. A juzgar por el dinero recaudado a raíz de las sanciones impuestas en 2013, su primer año de mandato, un total de 3.400 millones de dólares, parece estar haciéndolo con bastante éxito.
¿Recuerdan la aparición de Lagarde en el estupendo documental Inside Job? Fue de las pocas autoridades críticas con los excesos de Wall Street. La que fuera ministra con Nicholas Sarkozy, salpicada por el affaire Tapie, ha dicho en alguna ocasión que "no es bueno que haya demasiada testosterona en una habitación donde se toman decisiones". Se ha mostrado siempre partidaria de aumentar la regulación y vigilancia sobre los mercados financieros "para salvarlos de sus propios excesos". Desde el FMI, que dirige desde 2011, la primera mujer en la historia de la institución creada tras la II Guerra Mundial y el colapso del patrón oro, se ha apremiado a EEUU a implementar en su totalidad los poderes de control sobre los mercados financieros que supone la Ley Dodd-Frank.
A diferencia de sus antecesores en el cargo, Lagarde ha sido capaz de hacer autocrítica sobre la gestión de la crisis de la eurozona. Admitió errores en las exigencias a Grecia, alertó sobre el empeño europeo de ejecutar programas de austeridad en tan breve plazo de tiempo y ha criticado a Alemania por no impulsar su demanda interna y acumular un superávit comercial excesivo.
Danièle Nouy, que dirige desde el pasado enero el mecanismo embrión de la futura unión bancaria europea, compate la reiterada preocupación de Lagarde sobre el vínculo entre el riesgo soberano de los Estados y los bancos en Europa. Si algo ha demostrado esta crisis es que los bonos del Estado no están exentos de riesgo y por ello es partidaria de que los bancos, cuyos balances están llenos de estos activos, deben hacer provisiones para evitar pérdidas. Francesa, de 64 años, hija de un cajero en el Banque de France, Nouy tiene 40 años de experiencia en la supervisión bancaria.
De mirada glacial, su determinación para dejar morir a las entidades débiles ha disparado las alarmas en Alemania o Italia, donde se resisten a que la supervisión europea llegue a las medianas y pequeñas entidades ya que la mayoría dificilmente superaría los tests de calidad europeos. Nouy vigilará 130 grandes bancos de la eurozona pero también tiene poder para presionar sobre las autoridades nacionales que quieran proteger sus bancos y dificultar la libre circulación del crédito en Europa, que va contra los Tratados de la Unión y ha sido uno de los principales obstáculos para la salida de la crisis.
En el estupendo artículo de portada del último número de The Economist se identificaba al rescate a la banca con dinero público y la falta de acción de los gobiernos en los dramas sociales durante esta crisis como uno de los factores del desencanto con la democracia y con Europa. La ciencia demuestra que la testosterona anima a tomar más riesgos y que la inclusión de las mujeres en el mundo de las finanzas puede equilibrar la toma de decisiones y evitar que se repitan algunos de los errores del pasado. Que estas decisiones ocurran al más alto nivel abre una puerta a la esperanza. Islandia, donde la salida de la crisis ha sido capitaneada por mujeres tras entrar en bancarrota, es un ejemplo de ello.
Hay 4 Comentarios
Yin/yang, estado/mercado. Lo curioso es que todas estas mujeres que han ascendido a lo más alto estén del lado del yin/interés general/estado. ¿podemos imaginar una mujer reemplazando a blankfein?. Qué básicos e inocentes somos ante los impulsos más primarios.
Publicado por: frydman | 11/03/2014 12:14:54
Entonces, la cobardía a la hora de tomar decisiones, ¿se puede atribuir a la falta de testosterona...?
Publicado por: tatalkar | 09/03/2014 4:32:13
No se les ha ocurrido pensar que algunas no deseamos el poder sino la felicidad.
Publicado por: Susana | 08/03/2014 10:17:37
no sé, no sé....Cuando los stándares son masculinos da igual que sea hombre o mujer quien se someta a ellos. Incluso las mujeres pudieran tener un plus de aquello que lamentamos como propio de hombres al tener que demostrar por el machismo imperante que a güevos no les gana nadie.
Publicado por: --------- | 05/03/2014 18:06:00