Con euros y a lo loco

Sobre el blog

La entrada en el euro de España y otras economías del Sur de Europa les permitió financiarse a unos tipos de interés históricamente bajos. Particulares y administraciones se endeudaron para gastar a lo loco. En el caso español, la fiesta acabó con el pinchazo de la burbuja inmobiliaria. Ahora toca pagar esos excesos, aprender del rigor fiscal y capacidad de ahorro de nuestros socios alemanes y reformar la economía para encontrar un nuevo modelo productivo que nos permita volver a crecer. Pero, ¿cuánta austeridad nos podemos permitir en medio de una recesión? Y ¿servirá esta para que Alemania se fíe de sus socios del sur y acceda a reforzar institucional y financieramente la deficitaria unión monetaria? El futuro del euro depende de ello.

Sobre la autora

Victoria Carvajal

Victoria Carvajal, economista por la New York University, fue redactora en la sección de Economía de El País en los años convulsos de la peseta en su recta final hacia la unión monetaria. Ahora en este blog pretende analizar el también convulso momento que vive la zona euro y otros temas relacionados con la economía internacional.

Y el euro apenas se deprecia...

Por: | 18 de junio de 2014

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La cuestión del euro y su resistencia a bajar trae de cabeza a más de uno. No sólo empresas como Zara y otras europeas, sobre todo de los países periféricos como España, que han hecho un esfuerzo monumental por diversificar sus mercados para esquivar la crisis de la demanda interna de la eurozona, ven cómo sus resultados a la hora de repatriar beneficios se ven mermados por la fortaleza de la moneda europea, la cuestión del euro fuerte sigue siendo la asignatura pendiente de Mario Draghi. Pese a las contundentes medidas de relajación monetaria anunciadas hace un par de semanas, el euro se deprecia a un ritmo frustrante. Tan frustrante que está dificultando la salida de la crisis, pues no hay manera de aligerar el peso de la deuda pública y privada ni de alejar el fantasma de la deflación.

El BCE tiene claro que un euro más débil es fundamental para luchar contra la deflación. Las importaciones serían más caras y las exportaciones, motor de la salida de la reciente crisis, más baratas y atractivas. Las multinacionales como Zara y otras no verían mermar su cuenta de resultados y aplazarían inversiones. La decisiones de compra de los consumidores no se retrasarían a la espera de que cayeran los precios. Las empresas invertirían en crear empleo y en bienes de equipo si confiaran en que la demanda por sus productos se iba a incrementar y etc... En resumen, es una de las claves para que la tímida salida de la crisis que viven los países más afectados por las políticas de austeridad pudiera consolidarse.

Pero los mercados no parecen reaccionar con la celeridad deseada a las medidas recientemente anunciadas por la autoridad monetaria, algunas de ellas sin precedente en otro banco central occidental, como el cobro de una tasa a los bancos que depositen dinero en sus arcas en lugar de prestarlo a otras entidades, además de la reducción generalizada de sus tipos y el programa para prestar 400.000 millones de euros a los bancos que presten a las pymes. Ni siquiera parece haberles impresionado que el italiano advirtiera: "Y esto no se acaba aquí." Dando a entender que si hiciera falta usarían medidas no convencionales como la compra de bonos soberanos por parte del BCE a las entidades al estilo de la Fed y su Quantitive Easing...  Es más, parece que las políticas de estímulo a la economía real son las que más apoyan la fortaleza del euro.

¿Ha calculado mal los tiempos Draghi? El mismo día que el BCE anunció la batería de medidas para hacer menos atractiva la tenencia en activos denominados en euros, más allá de lo que muchos se esperaban conociendo la resistencia de su principal socio, Alemania, a abrir la mano, la moneda comunitaria cerró la sesión más alta que la abrió. En diez días sólo se ha depreciado un 0,8% y sigue en máximos desde hace casi un año. Draghi ha indicado desde hace meses que una parte importante de la política monetaria es "influir el tipo de cambio para asegurar su objetivo de estabilidad de los precios". O dicho en román paladino: la inflación en la zona euro está en el 0,5% (en algunos países que no crecen es incluso negativa) y el mandato del BCE es el 2%. Si el euro se depreciara, sería más fácil acercarse a ese objetivo. Pero este se le aleja y la recuperación mientras está en juego...

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Los mercados esperan que la corrección del tipo de cambio dólar/euro venga de la mano de una política monetaria claramentente más restrictiva de Estados Unidos. Es decir, que los tipos de interés suban más en este país. La potencia norteamericana se encuentra en un momento diferente a la eurozona en su ciclo económico, con tasas de crecimiento en torno al 3% y una inflación del 2%, pero la fortaleza comercial de la eurozona, con un superávit (de más de 30.000 millones de euros en el primer trimestre de 2014) frente a sus socios comerciales, sigue suponiendo un freno a la depreciación del euro. Hay otro factor novedoso: en los últimos meses ha aumentado la demanda de euros y que también supone un freno a su caída: los países emergentes han duplicado sus emisiones en euros para aprovecharse de sus tipos de interés más bajos y por tanto más atractivos que el dólar o que sus monedas locales.

Dada la resistencia del euro a depreciarse pese a la radical relajación monetaria anunciada por Draghi uno sólo puede esperar que la solución venga de mano de la fortaleza de la economía norteamericana. Que realmente se desequilibre la balanza de los tipos de interés. Pero ello tardará tiempo. Ya tiene bastante la Fed manejando la delicada retirada de sus inyecciones mensuales de liquidez y los efectos de esta en los tipos de interés y en la recuperación de su economía como para preocuparse de echar una mano a sus socios europeos, a los que, por otra parte, ha criticado en múltiples ocasiones su fundamentalismo a la hora de aplicar las políticas de austeridad y no colaborar con la salida de la crisis. Todo apunta a que la caída del euro seguirá siendo frustrantemente lenta a menos que Mario Draghi decida sacar otro conejo de la chistera.

 

'Super Mario' contraataca

Por: | 05 de junio de 2014

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Su paso por Goldman Sachs le está sirviendo de mucho en su mandato al frente del BCE. Mario Draghi conoce bien los resortes de los mercados financieros y si hace casi dos años logró desactivar la crisis del euro sólo con una amenaza verbal, al estilo de un Bernanke o Greenspan al frente de la Fed, esta vez sabía que había llegado la hora de actuar, que había que acompañar la magia de sus palabras con hechos. La débil recuperación de la eurozona, además de su credibilidad, estaban en juego.  Con la bajada de los todos los tipos de interés que usa el BCE para intervenir en los mercados (depósitos, marginal y refinanciación) y la nueva 'barra libre' a las entidades, Draghi aspira a estimular la actividad económica y el consumo, alejando así el fantasma de la deflación, apuntalar la tímida recuperación y frenar la apreciación del euro que está limitando los beneficios de las empresas exportadoras.

En contra lo que esperaban los más optimistas, Draghi no ha anunciado la adopción de medidas extraordinarias, como la compra de bonos y otros activos a las entidades financieras (Quantitive Easing) usada de forma contundente por Reserva Federal, el Banco de Japón o el de Inglaterra para estimular sus economías. Aunque sí ha dicho que la institución se está preparando para tomarlas si fuera necesario. El hecho de que hayan descartado por el momento esta manera no ortodoxa de inyectar dinero al sistema (cuyos éxitos por otro lado están aún por confirmar en los países donde se ha practicado...), no resta importancia a la acción del BCE.

Desde que ocupó la presidencia en noviembre de 2011, Draghi ha dado la vuelta a la gestión de la política monetaria europea con respecto a sus predecesores. En su misión de salvar la eurozona, el italiano ha desafiado repetidas veces el limitado mandato del BCE, lo que le ha provocado un enfrentamiento constante con el principal accionista de la institución, el ultraortodoxo Bundesbank alemán e incluso el Tribunal Constitucional de ese país. En esta ocasión, decidido a  sacar toda la artillería pesada, ha propuesto una medida sin precedentes en la corta historia de la entidad ni entre otros bancos centrales de las economías avanzadas: cobrar un interés del 0,10% a los bancos que depositen el dinero en el BCE en lugar de prestarlo a otras entidades. Para asegurarse de que el dinero fluye a la economía real, la autoridad monetaria anunció dos nuevas barras libres de liquidez a la banca por valor de 400.000 millones de euros al 1%.

ECB RATES

Draghi está decidido a conseguir que los bancos cumplan de una vez su función: prestar dinero a las empresas para que la economía crezca. Y es que a pesar de las masivas inyecciones de liquidez en diciembre de 2011 y febrero de 2012 (por un valor total de algo más de un billón de euros -el PIB de España-), las repetidas bajadas de los tipos de interés oficiales (esta sería la sexta como indica el gráfico de arriba) y el dinero gastado por los contribuyentes en el saneamiento de las entidades, el crédito sigue sin fluir, sobre todo en los países del Sur de Europa. La fragmentación monetaria (la diferencia a la que se financia una empresa española, italiana o portuguesa frente a una alemana por las mayores dudas sobre la solvencia de sus Estados) junto con los cada vez más exigentes requisitos de solvencia a las entidades, han supuesto el gran obstáculo.

Pero los mercados han ido recuperando la confianza en las economías periféricas. España se financiaba al 7,6% a 10 años en verano de 2012 y ahora lo hace por debajo del 3% y esta semana ha colocado deuda a tres años por debajo del 1%, todo un récord y algo impensable hace sólo un año. Ello ha permitido reducir la brecha entre los tipos a los que se financian las empresas en el Sur y Norte de Europa. Los resultados de los bancos, por su parte, van mejorando en la medida en que han ido limpiando sus balances. Y sin embargo, el crédito, sobre todo a las pymes, seguía siendo el principal obstáculo a la recuperación.

¿Qué más hacía falta? ¿Será este el empujón definitivo que necesitaba la economía europea para apuntalar la salida de la crisis? Quien ocupara un cargo de responsabilidad en Goldman Sachs cuando el banco de inversiones asesoró al Gobierno griego para manipular sus cuentas públicas y entrar en la Unión Monetaria, se ha convertido en el héroe indiscutible de la crisis del euro. Super Mario contraataca. Esperemos que esta vez sea la definitiva.

 

 

 

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