España y Grecia tendrán en 2013 la peor evolución de entre 185 economías del mundo, según el FMI, y lo único que propone Europa, sometida al dictado de Alemania, es una dosis mayor de austeridad, la medicina que amenaza con matar al paciente. Esta obsesión unida al confuso apoyo de Berlín a importantes decisiones que permitirían a Europa vislumbrar la salida de la crisis de solvencia que padece desde hace
tres años, amenazan con romper la tregua
dada por los mercados a la eurozona tras la oferta de Mario Draghi de comprar la deuda de los países con problemas para financiarse como España.
Merkel aceptó el plan del Banco Central Europeo, a cambio, claro está, de más recortes. Sin embargo, ahora que España está lista para pedir un nuevo rescate, tras la presentación de unos presupuestos muy restrictivos, que van más allá incluso de lo solicitado por Bruselas, Berlín le dice que no. Tampoco acepta que la ayuda a la banca sea directa, en contra de lo pactado en junio. Mariano Rajoy, mientras, se muestra tranquilo. Se fuma un puro, y no en sentido figurado, y para estupor de muchos declara al Wall Street Journal estar "fascinado" con la situación (¡qué término desafortunado!). No parecen quitarle el sueño los intereses que paga el Estado, cuya factura pesa cada vez más en el déficit y resta recursos a otras partidas de los presupuestos claves para el crecimiento y la cohesión social. Ni tampoco la asfixia financiera del sector privado, que está profundizando la recesión en España. ¿Por qué no esperar a ver si la tregua de los mercados se prolonga hasta las elecciones gallegas del próximo día 21?