Heriberto Araujo y Juan Pablo Cardenal

El bolsillo y la vergüenza

Por: | 15 de mayo de 2012

En ocasiones, la diplomacia española se esfuerza por ideologizar la relación con China, pero esa no es la vía para triunfar comercialmente en el gigante.

Es apasionante leer en On China de Henry Kissinger la importancia del ritual para la diplomacia de la China del siglo XVIII. La corte imperial del Hijo del Cielo era un lugar elitista y minucioso en las formas cuando las primeras delegaciones británicas llegaron a Cantón para exigir que el país abriera las puertas al comercio internacional. Nada comparado con la vulgaridad que impuso siglo y medio después el maoísmo.

Rememora Kissinger el choque cultural acaecido cuando los mandarines quisieron imponer a los “bárbaros” británicos el kowtow como condición sine qua non para tener audiencia con el emperador. Los orgullosos anglosajones se negaban a conceder al Hijo del Cielo una reverencia mayor que a su rey, conscientes de que el gesto es el primer paso para dejarse dominar (algo que recuerda Chris Patten en sus memorias como último gobernador británico de Hong Kong). Los británicos del XVIII querían igualdad entre Estados. Los chinos, escandalizados, se negaban de plano: ¿cómo iba a ser el Imperio del Centro igual a otra nación? Zhongguo había sólo uno, y el resto eran Estados tributarios, sin importar el valor de sus artilugios de vapor o sus supuestos logros científicos. Por eso exigían a Lord George Macartney y a sus sucesores que se plegaran hasta acariciar el suelo con la cabeza cuando el emperador hacía acto de presencia.

Chinakowtow

Los británicos han mantenido la dignidad en sus relaciones con China desde entonces. Eso no les impidió cometer tropelías, como las Guerras del Opio, o mostrarse deferentes en cuestiones como la devolución de Hong Kong en 1997, una concesión de la que extrajeron petróleo: trato preferencial para sus compañías y la aceptación de “un país, dos sistemas” por parte de Pekín. Está claro que siempre defienden sus intereses, y esa premisa destila algo de hipocresía cuando hablamos de relaciones entre naciones. Pero no es nada comparable a lo de nuestra diplomacia.

Durante mis cinco años y medio en Pekín he conocido a dos embajadores españoles, y les he escuchado declaraciones que, por el bien de España, espero que no trasciendan a los líderes chinos. Recuerdo decir al anterior representante -ahora en Camboya- que Zapatero no podía reunirse con el Dalai Lama porque “eso sería como si Hu Jintao recibe a miembros de ETA en Pekín”. El actual, más ducho en este arte de mediar entre países, no llega ya tan lejos en lo verbal, consciente quizá de que su expediente está cubierto tras decir en junio de 1989, cuando los tanques arrasaban Tiananmen, que se respiraba en la capital china la misma paz que en su natal Seu d’Urgell. La frase ha quedado para la historia en sus propias memorias chinas (La segunda revolución china, Destino, 2007), en las que flirtea con una teoría negacionista de la magnitud de la matanza.

 

 

El primer ministro británico, David Cameron, se reunió ayer con el Dalai Lama en Londres, y Pekín ha vuelto a poner el grito en el cielo. Londres aclaró desde el principio que se trató de una reunión “privada”, pero, pese a la crisis europea y los bolsillos hondos de Pekín, la cita deja claro que no habrá kowtow. Lo mismo hacen Francia, Alemania y Turquía, cuya talla en el mundo acaso sea similar a la nuestra, pero su dignidad en las relaciones con China es mucho mayor. Ankara no titubea en defender públicamente los derechos de los uigures, pese a ser otro de los temas tabúes para Pekín. Y todos siguen haciendo negocios, vendiendo trenes y centrales nucleares por valor de miles de millones de dólares, mientras a nosotros nos costó sangre, sudor y lágrimas que nos dejaran importar algo tan emblemático para España como el jamón. Y eso que prometimos apoyar el levantamiento del embargo de armas durante nuestro mandato en la UE

Cameron Clegg y Dalai

Nuestra diplomacia debería aprender de la experiencia de otros países. No podemos ser pusilánimes y rebajarnos por voluntad propia. Hay que desideologizar las relaciones con China, porque esa estrategia no funciona. El gigante tiene, como todos, intereses. Nada más. Por eso no invertirá en nuestra deuda si somos insolventes y seguirá copiando la tecnología de nuestras empresas si no actuamos. ¿Por qué seguimos gritando a los cuatro vientos que somos “el mejor amigo de China en la UE”? ¿Por qué no ponemos el listón más alto? Postrarnos nos hace débiles de entrada. Y además atenta contra los valores de nuestra sociedad, donde la libertad –señor embajador- es un activo irrenunciable.

Hay 12 Comentarios

Totalmente de acuerdo con que hay que desideologizar la relación con China y establecer reciprocidad; no puede ser que China dicte a otros países con quién pueden reunirse o no sus dirigentes.
Por lo demás, es obvio el tono despechado del artículo, derivado del caso "el Cervantes no quiere presentar mi libro".
Algunas declaraciones de los embajadores están sacadas de contexto. Lo que dijo el exembajador Blasco sobre no quiere decir que ETA y el Dalai sean lo mismo en su opinión, pero desde el punto de vista chino sí, lo cual es un despropósito y una gilipollez, pero es así para Pekín.
Y lo del "flirteo" de Bregolat con el negacionismo... Él no niega la matanza, lo único que dice es que no se produjo en la plaza misma, sino en las calles aledañas, lo cual no la hace menos brutal y horrible, pero es un simple detalle. Las imágenes que grabaron los corresponsales de TVE entonces, que han permanecido ocultas hasta hace poco, así lo demuestran.
Seamos realistas: por talla internacional, España no puede, menos aún ahora, codearse con China de igual a igual; sería necesaria una mayor integración de la política exterior europea, pero obviamente a países como RU o Alemania no les conviene.
Una última cosa: Londres no devolvió HK por "deferencia", sino que lo hizo en cumplimiento del tratado de cesión del territorio.

Todos los estados actúan de la misma manera para defender sus intereses internacionales, sin importar cuan democrático sea su sistema político.


Achacar a China todos los males del mundo mientras simultáneanete se invaden países o se obliga a otros a aceptar la tutela del FMI es un descaro mayúsculo.


Sí, China es una dic tadura. Pero en la diplomacia internacional cada cual defiende sus intereses. Eso es obvio. Pretender que la diplomacia de otros países sea "humanitaria" mientras se mantiene bajo ocupación militar a terceros países es muestra de in increíble doble estándar.


Por cierto, blogs como éste toman partido abiertamente en la lucha de poder internac ional, obviamente del lado de los europeos. Pero en América Latina no nos tragamos esos cuentos. Nuestros dictadores (al igual que los del mundo árabe) fueron apoyados abierta o solapadamente por EEUU y buena parte de los países europeos, con notables excepciones.


Más recientemente, no nos olvidamos las imágenes -de la década pasada- de nuestros presidentes democráticamente electos arrodillados frente al representante del FMI, organización de escasa transparencia y abiertamente antidemocrática, la que siempre ha sido controlada por los europeos.


A otro perro con ese hueso. Los chinos pueden ser imperialistas y autoritarios, eso lo sabemos. Pero mientras más actores haya en este mundo globalizado menos poder tienen de imponernos sus condiciones. Nosotros, la eterna periferia del mundo, preferimos que el poder mundial esté lo más repartido posible, porque así podemos imponer nuestras condiciones con mayor facilidad. En un mundo unipolar, estaríamos sujetos (como sucedió en la década de 1990) a la dependencia obligada de EEUU y -en menor medida- de Europa.


¡¡¡Bienvenido sea el multipolarismo!!!

Hola!
Os escuche en la entrevista en "Mundo Babel de Radio 3 hace unos
sábados.Anote el libro y cuando hubo ocasión lo compre.
Ya lo he leído y quisiera aceros el siguiente comentario: Sobre la
presencia China en Cuba aparte del pie de foto 14 no ponéis nada más.
Referencias al régimen de Castro ,de Fidel cuando es ahora Raúl quien
"manda"por su relación con Venezuela y ya está.
Para los que hemos visitado la isla y nos hemos sorprendido al ver su
barrio Chino pues nos hubiera gustado una explicación sobre la
presencia China o¿ la razón es que esta no es tan depredadora como en
otros lugares?.
Gracias!
Gerardo Carrasco Rodríguez

Creo que hay que estar abierto al mercado con los país orientales y que sus culturas no influencie en los negocios.

nakosina-

¿Y eso sólo lo hacen los chinos? Yo pensaba que formaba parte del juego diplomáticos de todos los países.

Orin-.

Razón de más para que de una vez se funde Europa como Estado federado y desaparezca ya de la faz de la tyierra ese Estado llamado España. Los trastos inútiles al desván.

Magnífico artículo. Por fin alguien, que conoce la realidad del país, pone las cosas en su sitio. El gobierno chino, aunque pretende hacer creer a los gobiernos extranjeros que para hacer negocio con ellos hay que ser "buenos amigos", en lo que no es sino un burdo intento de manipulación, cosa que por desgracia consiguen cuando tratan con diplomáticos que manejan tópicos sobre China en vez de conocimiento de su realidad. Los chinos hacen negocios con alguien si tienen algo que ganar. Punto. No porque les caigas simpatico o no. De hecho, pretenden amistad contigo si creen que tienen algo que sacar de tí. Eso lo sabe cualquiera que tenga un mínimo conocimiento de la realidad china.

Los gestos revelan la naturaleza de quienes los hacen. Las genuflexiones de la diplomacia española, y no solo en China, definen la posición de inferioridad que ocupamos en el mundo. Esta es la verdad, no estamos al nivel de alemanes, franceses o turcos, por muchos jamones que vendamos. Por supuesto no estamos al nivel de los británicos del SXVIII. La digna irrenunciable libertad, es una mercancía de poco valor hoy día, por la que nadie dará un dólar, aunque si es posible que nos lo quiten, si negamos la reverente sumisión ante los estados dominantes. Es lo que se espera de un súbdito pobre. Cuando nos postramos ante Estados Unidos o Alemania, renunciando a nuestra soberanía política y económica, estamos describiendo nuestra trágica realidad, somos parte de los estados denominados canallas que comparten un sistema que se podría definir como canallocracia. Dentro de este sistema se nos permite mantener la dignidad de estado libre y democrático. Siempre que entreguemos al cesar lo que es del cesar, podremos conservar la verticalidad, si no lo hacemos podemos ser expulsados del club, para convertirnos en un estado canalla a secas.

La diplomacia española, históricamente pésima, se ha caracterizado siempre por su arrogancia y altivez, incluso cuando ya no somos nadie. Ha faltado mano izquierda, porque los españoles no la tuvimos nunca. Por cierto, no me creo el 75% de todo lo que se dice y se viene publicando sobre China en los últimos diez o quince años.

Bravo por el articulo. Nuestra pauperrima diplomacia como la mayoria de nuestros politicos se arrastra por el mundo. Ni siquiera son capaces de poner el idioma español al nivel que merece. Donde esta nuestra relacion co America Latina que nos es mucho mas sencilla. Ni punto de comparacion con la zorreria de la diplomacia britanica. Por eso nos zurraron durante la transicion entre imperios. Solo una salvedad al articulo. Yo no despreciaria la epoca se Mao y ad miraria solamente el imperio chino. Estoy seguro de que los chinos actuales han aprendido de los dos sistemas.

Muy buen articulo y creo que tienes razon, y el problema es que muchas veces el tratar de defender tu dignidad lleva a malas decisiones o malos acuerdos, en esta pagina pueden encontrar mas informacion sobre china por si estan interesados, es una de mis favoritas bit.ly/eslaredchina

Completamente de acuerdo... no existen precios dignos, como tampoco hay dignidad a buen precio. Son temas de ámbitos diferentes.

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Sobre los autores

Heriberto Araujo y Juan Pablo Cardenal son periodistas españoles en China desde 2007 y 2003, respectivamente. Juntos han escrito el libro "La silenciosa conquista china" (disponible ya en español, mientras se traduce a cinco idiomas), una investigación de dos años por 25 países en el mundo en desarrollo para comprender la expansión del gigante asiático y sus consecuencias. Ahora le siguen los pasos también a la irrupción de China en Occidente.

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