Heriberto Araujo y Juan Pablo Cardenal

Sobre los autores

Heriberto Araujo y Juan Pablo Cardenal son periodistas españoles en China desde 2007 y 2003, respectivamente. Juntos han escrito el libro "La silenciosa conquista china" (disponible ya en español, mientras se traduce a cinco idiomas), una investigación de dos años por 25 países en el mundo en desarrollo para comprender la expansión del gigante asiático y sus consecuencias. Ahora le siguen los pasos también a la irrupción de China en Occidente.

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Injerencia en asuntos internos

Por: | 30 de noviembre de 2012

Una delegación de altos diplomáticos chinos ha estado esta semana en España comprobando ‘in situ’ el estado de cosas después del mayor golpe policial contra la mafia china realizado en nuestro país. Los representantes de Pekín justificaron su viaje por la necesidad de “conocer de primera mano” el asunto y para “tener pruebas para convencer a los chinos que viven en China de que en España no existe sinofobia”.

Gao ping

Compruebo atónito que dicho viaje, y sobre todo el hecho de que los diplomáticos chinos fueran recibidos por altos cargos de Interior y Exteriores españoles, no haya levantado la más mínima polvareda. Como si los camaradas comunistas hubieran ido a España a tomar café.

La cuestión es estética y de fondo. ¿Qué hace el Gobierno español reuniéndose con el régimen chino a propósito de una investigación policial y judicial en curso en nuestro país? ¿Qué lleva al Ejecutivo español a tener que dar explicaciones a un gobierno extranjero a propósito de un caso que está en sede judicial? ¿Qué clase de pleitesía es esa? Que el régimen chino esté acostumbrado a trastear con sus jueces no significa que España deba prestarse a ese juego.

Mafia china

Porque claro, no estamos hablando de un caso de discriminación, o de una cuestión de Estado, o de una causa humanitaria. Estamos ante uno de los mayores golpes dados nunca en Europa contra la mafia china, lo que supuso prisión preventiva para varias decenas de ciudadanos chinos. Un golpe contra supuestos delincuentes acusados de blanqueo de capitales, falsificación documental, fraude masivo a Hacienda, explotación de trabajadores y otros delitos. Por tanto, ante la delincuencia organizada no debe haber más diálogo que la ley.

Y, realmente, el Gobierno español debería explicar de qué se habló en esas reuniones con sus amigos comunistas. ¿Qué clase de información se les dio a los chinos? ¿Se negoció alguna cosa? ¿Hubo presiones en algún sentido? ¿Qué tipo de explicaciones pidieron? ¿Se vieron con alguien del poder judicial?

Aparte de lo anterior, además está la actuación de Pekín. Sorprende, a bote pronto, semejante movilización; ya querrían ver tanta sensibilidad gubernamental muchos residentes de la propia China, empezando por los millones de peticionarios chinos que llevan años pidiendo justicia –sin éxito– por los atropellos de distinta índole sufridos durante los 30 años del mal llamado ‘milagro chino’.

Pero sobre todo, lo verdaderamente sorprendente es ver cómo en este caso la dictadura china no haya aludido a la “injerencia en los asuntos internos de terceros países”, uno de los bastiones que guían la política exterior del gigante asiático. Ya presionaron en su día a Madrid a propósito de la causa tibetana abierta en la Audiencia Nacional, una coerción no sabemos si amistosa u hostil pero, en cualquier caso, una intrusión en toda regla.

Mafia images

Ahora, la visita de la misión diplomática china a nuestro país es exactamente eso, una intrusión en los asuntos internos de España. Un país serio con políticos y diplomáticos de altura habría sacado a la palestra ese argumento para frenar en seco la intromisión china. Pero, claro, llevamos toda una vida siendo “los mejores amigos de China en la UE”, y así nos luce el pelo. De hecho, nada simboliza mejor la naturaleza de nuestra relación con el país asiático que el hecho de que nuestra diplomacia aluda siempre a esa frase pomposa, vertida por un alto político de Pekín.

Nuestros políticos en Madrid y –sobre todo– nuestros diplomáticos en Pekín, que abogan desde hace años por complacer a la mayor dictadura del planeta, deberían saber a estas alturas que dicha estrategia no nos ha reportado ningún beneficio. Deberían haber aprendido ya, de hecho, que el régimen chino sólo respeta a los países que se mantienen firmes en sus principios. De haber sido así, no habrían osado traspasar los límites de lo institucionalmente inaceptable.

El País

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