A finales de 2012 se publicó en España el primer libro que documenta, con un ángulo diáfano, la vida de la comunidad china en nuestro país: "¿Adónde van los chinos cuando mueren? Vida y negocios de la comunidad china en España" Lo ha escrito Ángel Villarino, corresponsal en Asia del diario mexicano Reforma y de La Razón, y le ha dedicado casi dos años de trabajo.
En sus diez capítulos, el libro trata de diseccionar los intríngulis del quehacer cotidiano de los 200.000 inmigrantes chinos que viven legalmente en España. Y también de los que residen ilegalmente. Para ello, Villarino ha hecho viajes por nuestra geografía y por China, sobre todo en el este del gigante, según me explicó en una entrevista en la que confesó que “el principal desafío ha sido la reticencia a hablar por parte de la comunidad china, sobre todo en Madrid (en Barcelona fue algo más sencillo)”. Nada exclusivo de los chinos, en su opinión. “Por otra parte, después de 10 años trabajando en el extranjero me ha sorprendido muy negativamente la opacidad que hay en España respecto a cifras, datos oficiales, acceso a funcionarios, etcétera. Países como México están más avanzados que España en este sentido”.
Los diez capítulos del libro avanzan sobre las cuestiones principales de la comunidad, desde el conocido método de inmigración clandestina por medio de las cabezas de serpiente, hasta cómo piensan los chinos de segunda o tercera generación que, según Villarino, demuestran menos voluntad de trabajo y sacrificio que sus padres. Y quizá ahí resida la clave de una integración total con nuestra sociedad: el fin de considerar España o Europa como un lugar donde el único objetivo es prosperar económicamente y, en ocasiones, a cualquier precio.
La obra fue escrita antes de que la Operación Emperador saltara a las portadas de los periódicos. Villarino trabajó a posteriori en una actualización que el lector agradecerá, porque de otra forma algunos de los entrevistados por el periodista español, como Gao Ping o el policía Miguel Ángel Gómez, imputados en la trama, habrían aparecido con un ángulo equivocado.
El libro, basado en más de 300 entrevistas, no pretende ser una obra de periodismo de investigación sobre cómo prosperan realmente los chinos. No hay que buscar en ella una inmersión al estilo Gomorra. El suyo es más bien un relato pintoresco y poliédrico, cercano a veces a la antropología, como cuando cuenta la importancia de las bodas chinas en el entramado financiero-institucional, o cuando relata a través de los recién llegados el infortunio de vender cervezas en la Gran Vía de Madrid mientras se soportan insultos y xenofobia.
Ello no implica que Villarino no aborde durante un capítulo entero (“Importo cien mil bragas cada semana”, personalmente creo que el mejor) la cuestión de la ilegalidad e irregularidad que tiñe de forma frecuente los negocios chinos en nuestro país. Inspirado en obras similares publicadas en Italia (“Chi ha paura dei cinesi?”, 2008; “I Cinesi non muoiono mai. Lavorano, guadagnano, cambiano l’Italia”, 2008), Villarino se adentra en los puertos de la Comunidad Valenciana, donde explica de forma clara los múltiples sistemas que los importadores chinos –claves en el entramado de los bazares, pero también en el suministro de las grandes superficies- zigzaguean por las regulaciones españolas y europeas para evadir impuestos. No sin la “ayuda” de los agentes que despachan la mercancía, como explica en la entrevista para este blog.
“Los importadores chinos, seguramente no todos pero sí muchos, han hecho muchas trampas, a menudo asesorados por agentes españoles. Sucede además que importadores que en principio eran honestos se vieron obligados a hacer trampas también para poder competir con los que no lo estaban siendo. El problema, creo, no es sólo de la comunidad china, sino de unas autoridades que han estado permitiendo, por falta de controles, por corrupción o por lo que sea, que se introduzcan toneladas y toneladas de mercancía mal tasada. Existía, y esto me consta, una sensación de impunidad a la que los chinos reaccionaban como reaccionarían muchos españoles (recordemos que España tiene una de las economías sumergidas más voluminosas de la OCDE). ‘Si no nos van a hacer nada, si no hay peligro, ¿por qué pagar más?’. Creo que la mentalidad china a la hora de hacer negocios ha engranado perfectamente en España, un país con una economía sumergida gigantesca y con normas sociales y económicas "flexibles", por decirlo con un eufemismo”.
Hay 2 Comentarios
Más bien una mirada rancia y carente de rigor...
Publicado por: Jean Sol Partre | 25/04/2013 13:43:52
El artículo no tiene desperdicio. Retrata muy bien la realidad
que corroe a la comunidad internacional. Lo del negocio sumergido de los chinos no es nada nuevo. Lo practican también los no-chinos. Napoleón, en su tiempo, presagió sobre "el peligro amarillo" en el sentido de emerger como una gran potencia en los siglos siguientes, es decir, como una gran rival de los imperios europeos.
Publicado por: RAMÓN | 21/04/2013 11:16:37