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Racismo y violencia en Brasil

Por: | 30 de noviembre de 2012

Uno de los mayores mitos sobre los que se ha fundado la construcción del Estado en Brasil, reside en la presunción de que la enorme diversidad de la sociedad brasileña se traduce en un trato cordial y generoso con sus ciudadanos, independientemente del color de su piel y su origen étnico. Desde este punto de vista, las múltiples inequidades existentes, tan evidentes como la diversidad de la nación, no pueden ser atribuidas a otro factor que a la persistencia de desigualdades de clase y no a estructurales procesos de discriminación racial o étnica. Así las cosas, Brasil es un país injusto, pero no racista; socialmente desigual, pero no segregacionista con los portadores de ciertos atributos que los transforman en racialmente discriminados.

Contra esta visión, que ha estado lejos de ser un patrimonio exclusivo de las derechas más conservadoras, se han levantado un significativo número de organizaciones, activistas e intelectuales, particularmente del movimiento negro, ya desde comienzos del siglo XX. Las disputas, sin embargo, no han sido siempre favorables a estos sectores que, durante décadas, debieron enfrentarse al “racismo cordial” como una ideología en apariencia inquebrantable y que ofusca las evidencias de profundos procesos de discriminación basados en el color de la piel o en el origen étnico de millones de brasileños y brasileñas, generalmente pobres o muy pobres. Poner en la agenda del debate público la existencia del racismo institucional, ha constituido uno de los mayores esfuerzos y logros de estos movimientos combativos y democráticos. Una aspiración que, durante la última década, se ha consolidado, dejando caer la máscara de una nación supuestamente tolerante y acogedora con todos sus hijos. El racismo ha estructurado el Brasil moderno, como lo hizo con el Brasil colonial e imperial.

Racismo y violencia 1

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La otra política educativa

Por: | 01 de noviembre de 2012

 

La política educativa en una sociedad democrática debe ser entendida en una doble dimensión. Por un lado, la que se lleva a cabo mediante la acción del Estado y de las instituciones gubernamentales, regulando y garantizando, con diverso grado de eficacia republicana y justicia social, la oferta escolar y el derecho a la educación de todos los ciudadanos y ciudadanas. Por otro, la acción de la sociedad civil y sus organizaciones en la defensa de la escuela pública, en la fiscalización y el control de la acción estatal, así como en la movilización y la intervención destinadas a garantizar y ampliar el derecho a una educación de calidad para todos.

Siendo así, podemos reconocer que hay dos formas de evaluar los actuales cambios en la política educativa española. En lo que respecta a la primera dimensión, las noticias no son nada alentadoras y, sin alarmismos, podríamos definirlas como catastróficas: reducción del derecho a la educación de los más pobres, gestión antidemocrática, prepotencia ministerial, mediocridad y conservadurismo decimonónico en las medidas llevadas a cabo. En suma: avasallamiento del legado histórico que la escuela pública española ha sabido construir a lo largo de las últimas décadas, referencia no sólo en Iberoamérica, sino también en buena parte del mundo democrático. Es difícil saber si el Sr. Wert es el peor ministro de educación que ha tenido España, pero no podemos dejar de negar que se está esforzando por serlo. Su virtud reside en la truculencia de un mandato que retrotrae España a sus tiempos más sombríos y a una persistente cultura política antidemocrática.

Entre tanto, si analizamos la segunda dimensión, la de la movilización social y ciudadana por la defensa del derecho a la educación y de la escuela pública, la política educativa española ha mejorado enormemente, llenado de esperanzas un futuro que, si del actual gobierno dependiera, no dejaría espacio más que a la frustración y al infortunio.

  Escuela_publica_de_todos_para_todos

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Sobre el autor

Pablo Gentili

Pablo Gentili. Nació en Buenos Aires y desde hace más de 20 años ejerce la docencia y la investigación social en Río de Janeiro. Ha escrito diversos libros sobre reformas educativas en América Latina y ha sido uno de los fundadores del Foro Mundial de Educación, iniciativa del Foro Social Mundial. Es Secretario Ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) y profesor de la Universidad del Estado de Río de Janeiro (UERJ). Coordina el Núcleo de Política Educativa de la Universidad Metropolitana de la Educación y el Trabajo (UMET) y el Observatorio Latinoamericano de Políticas Educativas (UMET/FLACSO/UERJ).

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