A Amina Tyler...
Ha comenzado en Túnez una nueva edición del Foro Social Mundial, ese extraordinario proceso de movilización y articulación de las luchas globales, nacido en Porto Alegre doce años atrás. Se trata del tercer gran encuentro promovido en África por esta inmensa red de organizaciones sociales y populares dispuestas a discutir alternativas para los grandes temas y problemas que impiden el avance de la igualdad, la democracia y la justicia social en todas las regiones del planeta.
Nacido como un provocativo contrapunto al Foro Económico Mundial de Davos, el Foro Social Mundial ha mantenido una persistente presencia como principal expresión de las luchas altermundistas. No por ello ha dejado de enfrentar intensos debates acerca de sus formas de organización, su estructura y, naturalmente, su viabilidad financiera, al sostener un cronograma anual de encuentros que suponen una disponibilidad de fondos pocas veces accesibles sin ayuda gubernamental. Sabemos que la movilización de recursos financieros y la movilización de las masas que luchan por otro mundo posible, no siempre son dinámicas que conviven armónicamente. En efecto, uno de los principales dilemas del Foro ha sido cómo mantener la autonomía, como ser una expresión viva de la diversidad y la complejidad existentes en las fuerzas que luchan por un mundo más justo y, al mismo tiempo, convencer a gobiernos y empresas públicas de los países que albergan cada evento, así como a fundaciones progresistas de algunos de los países más poderosos del planeta, a financiar y brindar sustentabilidad a una iniciativa como ésta. Sea como fuera, con sus contradicciones y potencialidades, el “Foro de Porto Alegre” ha perdurado, siendo expresión de una nueva forma de organización de las luchas contra la globalización neoliberal, la privatización del espacio público, el imperialismo, la destrucción predatoria del planeta, la explotación y la negación de los más elementales derechos humanos a buena parte de la población mundial.