La crisis tenía que durar dos años y ya estamos en el quinto sin que se vislumbre la salida. Al contrario. Los tipos de interés alcanzan mínimos históricos, pero de poco va a servir: ni los bancos prestan dinero ni los ciudadanos se atreven a endeudarse. Como muestra el último barómetro del CIS, el país se encuentra sumido en un clima de pesimismo. Los ciudadanos están asustados. Tienen miedo a perder todavía más de lo que han perdido y ese miedo contribuye, paradójicamente, a crear las condiciones para que sigan perdiendo.
De entrada hay que decir que el miedo ha jugado un papel determinante en la supervivencia de la especie. Cuando aquella rama que parece inerte se convierte de repente en una amenazadora serpiente, el miedo muestra su razón de ser: hacernos reaccionar. Es un resorte que activa nuestro sistema defensivo y hace emerger las fuerzas físicas y mentales que necesitamos para escapar. O para encararnos a lo que nos amenaza si la huida ya no es posible. Sin miedo, difícilmente la humanidad hubiera llegado hasta aquí.
Pero el miedo no actúa siempre de la misma manera. Puede inducir una reacción defensiva, pero también puede inhibir cualquier respuesta. Si la amenaza es muy intensa y repentina puede tener efectos paralizante, pero también puede tenerlos un estado de amenaza permanente. Como dijo el sociólogo británico Frank Furedi bastante antes de que estallara la crisis, el miedo ubicuo, persistente, genera fatalidad y resignación. La tímida respuesta ciudadana al progresivo desmantelamiento del Estado de bienestar tiene que ver sin duda con esa “moral de baja expectativa” de la que habla Furedi, que inhibe el tono vital y ahoga cualquier capacidad de respuesta.
En realidad, el asedio al Estado de bienestar comenzó hace ya tiempo, pero la crisis está creando ahora el clima propicio para que triunfe. Quienes deberían defenderlo, porque son sus principales beneficiarios, se encuentran en posición de debilidad, noqueados por el miedo. La crisis resulta especialmente paralizante cuando no hay expectativa de mejora ni confianza en quienes han de gestionarla. Y en España andamos muy mal de ambas. Según el barómetro de junio del CIS, el 88,6% de los españoles considera que la situación económica es mala o muy mala y el 72,7% cree que dentro de un año será aún peor.
Pero, como dijo Wittgenstein, no hay que confundir el miedo con sus causas. Lo que nos da miedo es la inseguridad, la incertidumbre. Vivíamos en un mundo feliz, donde era posible gastarse en un día lo que se iba a ganar en los siguientes 40 años, y ahora resulta que no tenemos asegurado nada. Ni para nosotros ni para nuestros hijos. Que lo podemos perder todo en un golpe de viento adverso.
La incertidumbre sobre el futuro genera angustia y ese estado de ánimo alimenta las conductas elusivas: no protestar, no hacerse notar, no defender los derechos adquiridos, no entrar en colisión con quien puede decidir tu futuro. El miedo paraliza más a quienes tienen más razones para temer, los más golpeados por al crisis. “La pobreza, antigua o nueva, genera desesperación y sumisión, absorbe toda la energía en la lucha por la supervivencia y sitúa la voluntad a merced de promesas vacías y engaños insidiosos”, escribió Paolo Flores d’Arcais. Para superar el miedo, hay que identificar la causa. ¿Y cuál es la causa? Podría resumirse en una idea simple: que volvemos a la ley de la selva, es decir, la ley del más fuerte, esa ley por la que se establece que no hacen falta leyes, ni normas protectoras, ni regulaciones de ningún tipo. Un mundo despiadado y amenazador como el que retrata de forma tan magistral El Roto en las páginas de este diario.
Tenemos, pues, razones para tener miedo. Y vienen de lejos, porque hace ya tiempo que se intenta acabar con las protecciones sociales. Mientras Francis Fukuyama teorizaba en los años ochenta el fin de la historia porque ya no había alternativa al capitalismo, el neoliberalismo emprendía una ofensiva para reducir y si era posible eliminar el papel protector del Estado y sus regulaciones. Esa ofensiva iba acompaña de una ideología que promovía el individualismo consumista y ensalzaba las reglas de la competencia por encima de la cooperación y la solidaridad. Competían los individuos, competían las empresas, las ciudades y los Estados. Todo estaba justificado con tal de ser competitivos. Ya en 2007 Zygmunt Bauman nos advertía de que “como si se tratara de capital líquido listo para la inversión, el capital del miedo puede transformarse en cualquier tipo de rentabilidad, ya sea económica o política”. Como en la bolsa, ha llegado la hora de realizar.
El Estado de bienestar promueve la igualdad de oportunidades y nos protege frente a las contingencias de la vida. Ninguna inseguridad resulta peor que aquella que nos deja al albur del azar: la enfermedad, por ejemplo. O la pobreza sobrevenida. Incluso en la muy próspera Alemania, que parece a resguardo de la crisis y que en parte se beneficia de ella, se ha inventado una nueva forma de precariedad llamada “minijob” que ha dado lugar a una nueva clase de pobres, relativos, pero pobres al fin. Como recordaba hace unos días en este mismo diario el sociólogo alemán Ulrich Beck, “bajo la superficie de la milagrosa maquinaria alemana se oculta esta expansión de la economía política de la inseguridad”.
Una encuesta realizada hace cuatro años por Censis en diez grandes metrópolis del mundo reveló que los neoyorquinos, que sufrieron en sus carnes los atentados del 11S, le tenían tanto miedo al terrorismo como a perder la posición social. Un miedo muy parecido se observa en la sociedad española. Es el temor a quedar a la intemperie, a ser devorado por cualquiera de esas nuevas fieras que ahora se llaman despido, ejecución hipotecaria, participación preferente, volatilización de los ahorros, precariedad laboral, obsolescencia profesional y un largo etcétera. Ni el ejecutivo mejor pagado está ya a salvo en esta selva. El miedo paraliza, pero no es al temor al que hay que culpar y combatir, sino a sus causas.
Hay 14 Comentarios
Hombre, estando de acuerdo con prácticamente todo lo dicho, me parece que hacer catastrofismo no genera dinámicas esperanzadas e ilusionantes. Hay que darle la vuelta al calcetín de esta España, no cabe otra, y con un esfuerzo descomunal que empiece por los valores éticos y siga con los políticos, culturales, etc. No cabe duda que nuestra sociedad ha vivido en una quimera sustentada a base de "pelotazos", sinecuras, bicocas, chollos, recomendaciones, fraude fiscal sistemático y generalizado, economía sumergida, etc.. Pero... en este marco también ha habido mucha gente que ha hecho su trabajo lo mejor posible, finalizado sus estudios con los mejores resultados, competido y exportado productos con gran calidad, ofrecido servicios y recursos en turismo envidiables en Europa, y también etc.
El problema radica en una élites gobernantes, financieras y empresariales que son depredadoras estructurales. No crean país, no incrementan la riqueza y los recursos culturales y educativos, sino que van a "pillar", a entrar a saco, a sablear con el cuchillo entre los dientes con todo lo público.
No hay que ver más que ningún gobierno de la democracia ha corregido la estafa de los ingresos fiscales del IRPF, cargado mayoritariamente en las clases medias y sobre todo trabajadoras. Que tampoco han luchado contra el fraude hacendístico como se debe ni contra la economía sumergida. Que no han reformado las estructuras del "mandarinazgo" universitario e investigador ni se han preocupado por eliminar el caciquismo y la oligarquía de los cátedros en los supuestos centros del saber superior. En fin, que tendría para dar y no parar.
Hay que acabar con la impostura general, hacer país, trabajar lo mejor posible (recuerden la divisa de los Van Eick: "Als ik kan" o hacerlo siempre como mejor se pueda) y, sobre todo, reformar la clase política y los partidos mismos hasta el fondo para hacerlos funcionar democráticamente.
Saludos cordiales.
Publicado por: MARIANO JUAN-R | 12/07/2012 16:30:22
Si no existiera la crisis, en nombre de la cual se está destruyendo el mini estado del medio estar en el sur de Europa, ¿Qué se inventaría el PP y partidos afines para desarrollar su política? Una cosa es no propiciar lo público, no ser entusiastas de lo público, defender la "eficacia" de la gestión privada, como hace años en sanidad y educación hacen Valencia o Madrid, y otra es destruir el entramado social del estado del bienestar, llegar a su mismo esqueleto, como se está haciendo ahora. La crisis les ha venido tan bien, tan bien, que cuando Soraya Saez de Santamaría o el mismo Rajoy anuncian recortes, no lo hacen con el gesto triste del que tiene que hacer algo doloroso, pero necesario, lo hacen encantados, felices. La crisis les permite llevar adelante su programa máximo. Y saben que el miedo que nos paraliza juega a su favor.
Publicado por: PP Rodés | 09/07/2012 9:36:06
En los últimos años el principal miedo lo teníamos a no ser ricos: http://www.elcaptor.com
Publicado por: El captor | 06/07/2012 17:38:39
El neoliberalismo ha fracasado ni tan siquiera el comunismo tuvo una crisis de estás características, la mayor crisis desde la segunda guerra mundial.
Publicado por: jaime | 06/07/2012 15:27:30
Excelente la introducción a la psicología del miedo. Uno de los especialistas mundiales en el asunto, Joseph LeDoux, de la Universidad de Nueva York, utiliza justamente la inmovilidad (freezing) como medida del miedo en sus experimentos con ratas. En mi opinión la inmovilidad es la respuesta de miedo más clara, y está perfectamente traída al artículo de la Sra. Pérez Oliva.
Publicado por: Néstor | 06/07/2012 14:20:57
Perfecto el artículo. Lo preocupante es que, salvo raras excepciones, los medios de comunicación están integrados en el sistema de una u otra forma.
Publicado por: eduardorod | 06/07/2012 13:59:44
De este miedo se puede decir que es un miedo 'táctico' en cuanto infundido para producir ese efecto paralizante o resignada indiferencia ¿Por qué? Así, paso a paso, se reajusta el sistema a la baja y se gobierna una selva con fieras muy dóciles, que esperan la recuperación para seguir consumiendo. Y de paso una merma de derechos para hacernos más competitivos. Eso dicen.
Publicado por: madamebovary | 06/07/2012 13:45:31
Informe parlamentario sobre otro enorme desastre. Fukushima:
El Dr. Kurokawa dijo en su introducción a la versión en Inglés del informe. "Sus causas fundamentales se encuentran arraigadas en las convenciones de la cultura japonesa: nuestra obediencia reflexiva, nuestra renuencia a cuestionar la autoridad, nuestra devoción a "adherirse al programa", nuestro sectarismo, y nuestra insularidad".
¿Será mas gregaría la sociedad japònesa que la nuestra? ¿Es la "insularidad" un concepto solo geográfico o es simplemente un comportamiento tribal como los fans futboleros y demás nazi-onanismos?
Mas en:
http://www.nytimes.com/2012/07/06/world/asia/fukushima-nuclear-crisis-a-man-made-disaster-report-says.html?_r=1&emc=tnt&tntemail1=y
Publicado por: boli | 06/07/2012 12:43:52
A lo que sin duda contribuyen los periódicos día a día anticipando recortes futuros, que en algunos casos ni siquiera se materializan. Me pregunto si eso responde a la depresion del propio periodista o a intereses que yo desconozco.
Publicado por: Jose | 06/07/2012 11:59:54
Los empresarios tienen secuestrado el empleo, como una forma de someter a los ciudadanos. Abren y cierran el grifo para regular nuestra conducta, pero nunca habrá pleno empleo porque entonces pierden el poder.
Si se nos propone reducir el sueldo para conservar el empleo, lo aceptamos. La gente cree que conservará su empleo si se porta bien, si no se afilia a un sindicato, si se baja los pantalones, si no se queda embarazada, si se deja abusar.
Hay una guerra de clases entre la patronal y los trabajadores, pero sólo lo sabe la patronal. Los empleados creen ser ciudadanos. Pero no lo son.
Publicado por: Manfó | 06/07/2012 11:22:58
Quien conserva pierde, quien busca seguridad vive en la inseguridad, quien desconfía no es prudente, quien posee y no comparte se desvaloriza y quien tiene miedo acaba devorado.
Publicado por: Peret- Fuera caretas | 06/07/2012 10:42:23
Gran artículo, por desgracia en lugar de universalizar el modelo europeo estamos universalizando el chino, partiendo de la estúpida base de que el dinero es un fin y no un medio.
Publicado por: don blas | 06/07/2012 10:28:05
A periodos de euforia, donde algunos se pensaron que ganando 1500 euros al mes podían pagar una hipoteca de 200.000 euros, pues les suceden periodos de depresión, en los que nadie arriesga medio euro por nada, es un ciclo natural, como el de invierno-verano, nada nuevo, pasará y volveremos a hacer el burro otra vez vete a saber con qué cosa, así somos los seres humanos.
Publicado por: Jordan | 06/07/2012 10:11:31
Miedo que viven los paises empobrecidos de América Latina hace centenas de años.
Publicado por: Dayra Flores | 06/07/2012 3:43:58