De proyecto de país a fiasco de país. Así puede acabar el proyecto BCN World. De momento, el plazo que tenía la sociedad promotora Veremonte para ejecutar la opción de compra de los terrenos de La Caixa donde deben ubicarse los casinos ha vencido sin que haya sido formalizada. La sociedad tenía que depositar 277 millones, pero no lo ha hecho. Y ha anunciado que no hará ningún otro movimiento hasta que no conozca el contenido del Plan Director Urbanístico, que ha de fijar aspectos tan importantes como el volumen edificable o las alturas permitidas del complejo. Es un órdago que podemos calificar, sin miedo a exagerar, como un chantaje. Como una forma de obligar a la autoridad urbanística a plegarse a sus requerimientos. ¿Qué más pedirá Veremonte cuando haya conseguido lo que ahora exige?
De momento, la Generalitat ya ha tenido que salir en misión de rescate del proyecto con un acuerdo con La Caixa para que el Incasol se quede con la reserva de los terrenos. Dice que esta operación no constará ni un duro al contribuyente. Sólo faltaría. Veremonte ha mantenido durante casi tres años la opción de compra de esos terrenos sin haber depositado ni un euro. El Gobierno catalán asegura que lo hace para evitar movimientos especulativos con los terrenos que, de producirse, podrían llegar a hacer inviable el proyecto. Ya se sabe que la voracidad de los mercados puede ser inagotable. Pero eso de que no tendrá costos para las arcas públicas está por ver.
De momento el proyecto ya ha costado a la ciudadanía una parte de las expectativas de ingresos públicos puesto que la primera exigencia de los promotores de BCN Word fue que se modificara la tributación del juego. Y no una pequeña modificación: con la reforma que se aprobó en enero pasado, la fiscalidad del juego pasó en Cataluña del 55% al 10%. Una rebaja de la que, obviamente, se beneficia todo el sector, incluidos los casinos que ya funcionaban y que se supone que eran perfectamente rentables a pesar de pagar un 55% de impuestos sobre beneficios. La diferencia de tributación supone una cantidad muy importante que la Hacienda catalana dejará de ingresar, mientras servicios públicos como la Sanidad o la Educación continúan con sus penurias y recortes.
Lo más grave de todo este lamentable espectáculo de sumisión de la política a los dictados de la economía menos productiva es la opacidad con la que se están encubriendo todos estos movimientos y negociaciones. No se conocen las exigencias concretas de Veremonte sobre el plan urbanístico, ni los detalles de lo que la Generalitat está dispuesta a conceder para que se mantenga la inversión. Probablemente nos los encontraremos como un hecho consumado, paradigma de una manera de gobernar muy poco transparente.
O quizá no, porque también es posible que el proyecto acabe como el rosario de la aurora. La actitud renuente de la de la sociedad promotora a la hora de facilitar información no permite vislumbrar que intenciones tiene ni cuáles son sus verdaderas posibilidades financieras. Pero lo que trasciende no parece muy alentador. Así empezó el fiasco de Eurovegas en Madrid. Cuando llegó la hora de desembolsar el dinero de las ingentes inversiones que se habían prometido, el promotor se esfumó. Las deslumbrantes expectativas que había levantado el proyecto se apagaron de golpe. Y el Gobierno que había ganado la partida de la ubicación en una subasta a la baja con la Generalitat catalana propiciada por el propio Sheldon Adelson, se encontró con la puerta en las narices. Al magnate del juego había dejado de interesarle el proyecto, pese a que las autoridades locales habían claudicado a todas sus exigencias.
Pocas veces hemos asistido a un ejercicio de miseria política como fue la peregrinación de consejeros y políticos, de Madrid y de Barcelona, al cuartel general del magnate del juego en Las Vegas. Cuando ya estaba claro que finalmente Adelson se inclinaría por Madrid, el Gobierno de Artur Mas se sacó de la chistera el conejito de BCN Word. Y lo hizo presumiendo además de que era mejor que Eurovegas y tendría menos costes sociales. A la hora de la verdad, sin embargo, no eran tan diferentes.
Cuando la relación entre política y economía se invierte, cuando son los promotores de un proyecto los que fijan las reglas del juego y se atreven incluso a condicionar incluso labor del poder Legislativo, algo más que la dignidad de la política se ha perdido en el camino. Se ha perdido poder real, capacidad de decisión. Y se ha entrado en una espiral peligrosa: cuanto más cede, más se debilita el gobierno que permite que se inicie la dinámica del chantaje. Si el sector del juego consigue imponer sus condiciones, ¿por qué no habría de intentarlo cualquiera que quisiera invertir en Cataluña?
Hay 6 Comentarios
Es vergonzoso que los políticos cedan ante las imposiciones de quienes solo quieren especular y enriquecerse. No deberíamos estar los ciudadanos pagando los caprichos de los que mandan. Espero que este proyecto no siga adelante.
Publicado por: Luisa | 08/02/2015 20:20:15
Es un problema del mantra que hemos aceptado aquí de que la política "crea" los empleos. En los USA y demás países civilizados saben que sólo los destruye y que la mejor política económica es retirar a la política del funcionamiento de la economía con carácter general. Una pequeña retirada en forma de menos regulación y menos impuestos generaría muchos más empleos que este tipo de macroproyecto, pero la política prefiere un favoritismo con cuatro empresas grandes con las que se puede discutir los sobres a cobrar, enchufes y demás mordidas además de cortar una cinta preelectoral antes que liberar en general a miles de pymes.
Publicado por: jesus | 19/12/2014 9:50:54
Muy buen artículo. Sería interesante compensar la opacidad de este fiasco, con una información transparente del Plan Director Urbanístico y un compromiso de debatir las futuras actuaciones de las Administraciones en los terrenos de Port Aventura.
Publicado por: Juan Ramon Guelbenzu Valdés | 15/12/2014 20:31:06
Gls
Publicado por: TyB | 15/12/2014 13:10:31
Todo emprendimiento que tiene que ver con Casino - juego- es abrir la puerta a las maffias de todos los colores y sumergir a la población a peligros asfixiantes como las rutinas de la CIA aplicadas a sus prisioneros sospechados de terrorismo. Y digo esto porque, este tipo de emprendimientos está mas cerca del terrorismo que de los amparos de las leyes.
Publicado por: Beatriz Basenji | 13/12/2014 20:48:00
Excelente artículo. Con estos políticos tan mediocres que padecemos, el futuro del país, que no debería ser otro que el de la inversión productiva, la investigación, la ciencia y la cultura, se hipoteca a proyectos especulativos miserables que solo pretenden saquear las arcas de las administraciones públicas.
Publicado por: Máximo Muñoz | 13/12/2014 12:56:01