Cosas que importan

Cosas que importan

No tan deprisa. Las cosas importantes no están solo en los grandes titulares de portada. A veces se esconden en pequeños repliegues de la realidad. En este espacio habrá mucho de búsqueda, de exploración, de reflexión sobre las cosas, pequeñas y grandes, que nos pasan. Y sobre algo que condiciona, cada vez más, la percepción que tenemos de lo que ocurre, la comunicación.

Teresa Forcades y las vacunas

Por: | 15 de junio de 2015

No es pot matar tot el que és gras. No se puede matar todo lo que está gordo. En esta frase sintetiza la sabiduría popular la importancia que tiene saber distinguir entre lo accesorio y lo fundamental, entre la esencia y la apariencia. Y cuando se trata de señalar o apuntar, es fundamental no equivocarse de problema o de enemigo. Respeto la figura de Teresa Forcades, y alguna ocasión he tenido de defenderla públicamente de críticas injustas o exageradas, pero creo que su intervención en el caso del rebrote de la difteria en Olot merece una reflexión sobre la responsabilidad pública, especialmente ahora que acaba de postularse como candidata a gobernar este país.

Forcades ha defendido a los padres que no vacunan a sus hijos y ha pedido que no se les culpabilice “porque las vacunas están en manos de unas empresas que lo único que quieren es hacer negocio”. Es cierto que con escándalos como los de Lipobay o Vioxx — que tuvieron que ser retirados del mercado por los graves efectos secundarios que provocaban— la industria farmacéutica se ha hecho acreedora de una gran desconfianza. Que la gestión de la vacuna de la gripe A fue muy criticable y que desde el punto de vista del coste-oportunidad, también lo es la vacuna del papiloma virus.

Forcades
Se puede criticar a las farmacéuticas por las estrategias que siguen para que se recete más de lo necesario y combatir la presión que ejercen para medicalizar la vida y tratar como trastornos mentales el simple malestar de vivir. Se deben desenmascarar los intentos de forzar nuevas indicaciones terapéuticas para viejos medicamentos que pierden la patente y exigir cambios en el sistema de fijación de precios. Pero las críticas han de ser concretas y fundamentadas. Que las farmacéuticas quieran hacer negocio con las vacunas no es argumento para dejar de vacunar a los niños. Es una irresponsabilidad. También hacen negocio con los antibióticos o la quimioterapia, y no por ello proponemos dejar de tomarlos.

Confundir estos términos, para alguien que ha hecho un doctorado en salud pública, resulta sorprendente. Como también lo es el hecho de mezclar datos comprobados con puras especulaciones. De la vacuna de la difteria Teresa Forcades ha dicho que “está probada y funciona, pero no al cien por cien”, y ha añadido que los niños vacunados “corren el riesgo de sufrir efectos secundarios a causa del aluminio que contiene”. Lo primero es cierto: la vacuna tiene una eficacia del 95%. Hay pues, un 5% que no queda protegido. Y a pesar de ello hacía 28 años que no se diagnosticaba ningún caso en España. Luego la vacunación es efectiva. Lo segundo, en cambio, es una especulación alarmista. Hay estudios que indican que el aluminio causa problemas neurológicos a largo plazo, pero se refieren a trabajadores que respiran polvo de este producto durante años. Una dosis de vacuna contiene 0,5 milígramos de aluminio, cuando con la comida ingerimos cada día 8 milígramos sin problemas. En salud, la cuestión de las dosis es fundamental y Teresa Forcades lo sabe. Todo puede matar, hasta el agua. Depende de la dosis.

Comparto la idea de no culpabilizar a los padres. Hay que presumir que actúan de buena fe y que buscan lo mejor para sus hijos. Pero de buenas intenciones están los cementerios llenos. Lo primero que habría que plantearse es si los padres que no vacunan han tomado una decisión realmente informada. Y si han aquilatado bien las consecuencias de su decisión. Porque las tiene. En primer lugar, para sus propios hijos. Los padres del niño de Olot se han sentido engañados y con razón. Nunca pensaron que pusieran en juego la vida de su hijo, y sin embargo, ha estado en grave peligro. Y en segundo lugar, para la comunidad. Si hasta ahora no ha habido casos de difteria es porque más del 90% de los niños se vacunan desde hace años. Los niños no vacunados se benefician de la inmunidad de grupo, es decir, del hecho de que los otros padres sí que vacunen a sus hijos, asumiendo que puedan tener febrícula o molestias. En cambio, si hay niños sin vacunar y vuelve a circular la bacteria, la decisión de los padres antivacuna perjudica al resto de los niños vacunados, pues entre ellos hay un 5% que no han quedado completamente inmunizados.

Rechazar la vacuna no deja de ser una posición insolidaria, un egoísmo mal calculado porque cuantos más sean los padres que no vacunen, más riesgo correrán sus propios hijos de sufrir enfermedades como la difteria, el sarampión o la rubeola cuya erradicación perseguimos desde hace décadas. Los padres de los niños que en países pobres mueren por no tener acceso a estas vacunas difícilmente entenderán a los que, pudiendo tenerlas, rechazan beneficiarse de ellas.

Quienes están dispuestos a asumir responsabilidades públicas deben pensar ante todo en términos comunitarios. ¿Promovería Teresa Forcades las teorías antivacuna desde el Departamento de Salud?

 

Imagen: Teresa Forcades durante la presentación de su libro "Por amor a la justicia", tras ser elegida candidata de Procés Constituent.

 

Hay 9 Comentarios

Muy buen texto aunque discrepo un poquito.
Lo del tema del aluminio no es comparable el aluminio que ingerimos en los alimentos ya que este pasa por una serie de filtros antes de llegar al riego sanguíneo y en el caso de la vacuna se inyecta el aluminio directamente en el organismo, saltándonos todos esos filtros de los que dispone el cuerpo humano.

Esclarecedor y equilibrado análisis. La felicito. Y, además, dejo constancia de la perplejidad que me producen esas "modas" de personas preparadas y con toda la posibilidad de recabar la informacion suficiente sobre temas tan delicados, que optan por la no vacunacion. !Cómo se ve que no vieron ni sufrieron las consecuencias de esas enfermedades y que en países pobres todavía viven y sufren a mansalva! Me parece tan frívolo, además, de irresponsable.!

Es mi primer comentario en tu blog así que primero, gracias por tantas aportaciones interesantes.

Una puntualización, Milagros tú dices: "Los niños no vacunados se benefician de la inmunidad de grupo…" Y tengo alguna duda sobre la exactitud de tu afirmación.

Como se sabe la vacuna incluida en el calendario vacunal no se dirige al bacilo de Klebs-Loffter sino exclusivamente a su toxina. Es decir, prepara nuestro organismo para neutralizar la toxina y no el bacilo.

En consecuencia, ausencia de enfermedad en este caso no es igual a ausencia de portadores asintomáticos. Eso me hace dudar, en este caso, sobre la inmunidad de grupo. Y lo digo porque creo que el Departament de Salut de la Generalitat ha ido vendiendo humo.

Por lo demás, soy ferviente partidario de esta vacuna.

Muy bien escrito, muy directo, muy bien argumentado. Gracias.

Cuando el conocimiento era insuficiente, la salud pública se revestía de mandato religioso, ahí está el Levítico, del que aún celebramos "la candelaria", y también en el Corán hay mandatos en tal sentido.
Después de Jenner y Pasteur, ahora que conocemos, no parece razonable ser tolerantes con la ignorancia. Propagar la ignorancia no es un ejercicio de libertad de expresión, es una barbaridad, es volver a los tiempos bárbaros, es despreciar el conocimiento que con tanto esfuerzo se ha construido.

.Clarificador como siempre. Magnífico artículo.
Los principios de solidaridad, de respuesta colectiva a los problemas sociales son inherentes a una sociedad saludable. El menoscabo de la generosidad debe preocuparnos.

Salgan a la calle y miren ¿hay muchos niños minusválidos? Creo que no, eso es porque gracias a la vacunación, la poliomielitis (la polio) ha dejado practicamente de existir. ¿Quienen vds. vivir en una Cataluña independiente con niños minusválidos?

Teresa Forcades deberia saber ( y lo sabe ), pero no habla que la humanidad vive hoy cuase 100 años
en paises desarrolados por:
1- saneamento básico de aguas e conduto
2- vacunas
3-antibioticos.
Deberia saber tambien que las farmaceuticas son 50 por ciento buenas y 50 por ciento malas. Pobres bebés no vacunados!
O que quiere esta señora?

coincido plenamente con usted, nada ha salvado tantas vidas como las vacunas, higiene y prevención.

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Sobre el autor

Milagros Pérez Oliva. Me incorporé a la redacción de EL PAÍS en 1982 y como ya hace bastante tiempo de eso, he tenido la oportunidad de hacer de todo: redactora de guardia, reportera todoterreno, periodista especializada en salud y biomedicina, jefe de sección, redactora jefe, editorialista. Durante tres años he sido también Defensora del Lector y desde esa responsabilidad he podido reflexionar sobre la ética y la práctica del oficio. Me encanta escribir entrevistas, reportajes, columnas, informes y ahora también este blog. Gracias por leerme.

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