El pasado viernes 20 de abril tuvo lugar en nuestra ciudad una iniciativa organizada por TransFeministes Valencia, realizada anteriormente en numerosas ciudades del mundo bajo el lema “Take back the night” (reToma la Noche) y que comenzó en Bélgica en 1977. La acción valenciana fue una manifestación lúdica y crítica que contó con un centenar de asistentes con el objetivo de visibilizar y tomar conciencia de la violencia sexual que sufren millones de mujeres (y transexuales) en la calle, sobre todo de noche.
La iniciativa no es la primera vez que se realiza en España. Valencia, concretamente, ha sido pionera. Ya a principios de los 80 el movimiento feminista de la ciudad salió a la calle con el mismo cometido con un dragón de colores y el lema “Volem el carrer de dia i de nit”. Hoy, unos 30 años después, sigue siendo necesario denunciar la violencia de género. La idea ha sido retomada por la Comisión que nació en el 15M, que tiene especial fuerza en el barrio de Benimaclet. Tranfeministes Vlc es coautora del libro “R-Evolucionando. Feministas en el 15M” que próximamente se presentará en Valencia. La marcha fue acompañada de performances en las que se reprodujeron escenas y frases cotidianas que las mujeres vivimos sin que sus emisores sean conscientes de la violencia que emiten y la autoviolencia que implica para ambos.
Lo que sucede en la calle y en los bares es una expresión de lo que sucede en lo más íntimo y privado de las relaciones entre mujeres y hombres, así como en el espacio público (medios de comunicación y contextos educativos, deportivos, culturales, sanitarios, laborales...). Los derechos humanos y de ciudadanía de mujeres y niñas son violados continuamente desde un sexismo que va de lo más sutil y benévolo a lo más hostil en sus casas, en el trabajo, en los conflictos armados... El cuerpo cosificado de las mujeres es utilizado como un objeto más de consumo, como un trofeo de caza... Cazador, desgraciadamente, no sólo es el Rey... La presa que han de lograr los hombres como trofeo por mandato patriarcal para demostrar que lo son es, en este caso, de la especie humana/sexo mujer.
Violencia de género física, psicológica y sexual, manifestada a través de comportamientos que oscilan de lo considerado leve y micro a lo más grave y macro. De las típicas insinuaciones, frases soeces, acorralamientos, tocamientos, roces, miradas, acosos, chantajes... a la violación y el asesinato. Una realidad que se puede representar mediante un iceberg, en cuya base invisible se encuentra la violencia estructural y cultural desde la que se educa a mujeres y hombres en unas creencias que generan una espiral creciente. Desde los microsexismos cotidianos hasta su cúpula más visible y dolorosa, la muerte. Es decir, cualquier agresión verbal que se comete en la calle es la base que permite a la cultura de la violencia patriarcal mantenerse y reproducirse de forma amplificada por el efecto mariposa, por ejemplo, en un conflicto armado donde miles de mujeres son violadas y asesinadas.
Una de cada tres mujeres en el mundo es violentada (acosada, golpeada, violada, traficada...) por el mero hecho de ser mujer, el segundo sexo. Violentada por una sociedad y unos hombres que han perdido el sentido de unidad. La legitimación existente a nivel social es apabullante. El acoso sexual no se visibiliza como un atentando a la dignidad y a la integridad física. Se llega a considerar un comportamiento “normal” entre sexos por la mayoría de hombres (no todos) e incluso por las propias mujeres que los asumen en silencio. Lejos de ser únicamente un comportamiento regido por la biología, ha sido mediatizado por la cultura heteropatriarcal y la educación que desde sus instancias se realiza y a la cual servimos, tanto mujeres como hombres tratando de cumplir con el mandato que se nos ha adjudicado. La excusa del ritual de apareamiento típico de las especies sexuadas se convierte en el alegato invisible de la violencia y el terrorismo de género, reproducido por la ciudadanía inconsciente de su responsabilidad y, lo que es peor, por los Estados. Ahora bien, una cosa es el juego erótico consentido y disfrutado por dos personas adultas (o más) y otra, muy diferente, es la agresión. Cualquier acto que atente contra la Libertad personal es violencia.
Los hombres, en general, se sienten legitimados desde su creencia en su posición de dominio a instigar a las mujeres, invadiendo su espacio e incluso dolorosamente su cuerpo, creyendo muchos de ellos que a las mujeres nos encanta, que queremos decir “Sí” cuando decimos No” y que eso es lo que se espera de ellos. Hombres que para alimentar su autoestima y ser reconocidos como un “hombre” (y no como un “maricón”) siguen su identidad de género aprendida desde la agresividad, la competitividad, la falta de empatía y de cuidado a la vida. Seres al servicio incluso de la muerte... El dolor humano que esto genera no tiene precio y el “precio cuántico” que el mundo vive es terrible, puesto que alimenta el dolor y el sufrimiento que nos es devuelto de diversas formas. Las mujeres han aprendido a tener miedo, a silenciar e, incluso, a sentirse culpables cuando son agredidas, desde la convicción de que algo malo habrán hecho, de que algo peor les puede pasar si visibilizan su terror y su dolor.
Cuando una mujer sale a la calle con miedo a ser agredida y con actitud de víctima y comportamientos de defensa, las posibilidades de serlo aumentan. Es una cuestión cuántica y energética... La toma de conciencia con tu propio poder y autoconfianza son claves. "Toma la Noche" es un acto de empoderamiento individual y colectivo para demostrar que caminando unidas en la oscuridad de la noche somos luz y podemos transcender el miedo y la violencia, el germen interno que genera millones de agresiones cotidianas. Mujeres que reivindicamos paz y respeto desde la creencia en el derecho a ocupar el espacio que también es propio. La calle, Valencia, el mundo... El derecho a actuar en libertad sin ser tachada de provocativa, fresca... O lo que es peor: culpable. Culpable por ser y vivir.
La violencia sexual es una lacra social que hemos de deconstruir entre todxs. Las creencias desempoderadas y el miedo son las claves que explican esta realidad. Elementos transmitidos por la educación que el sistema controla por interés socioeconómico y que hoy, bajo el disfraz de una supuesta crisis, está siendo cada vez más manipulada en nuestro país, supuestamente democrático, por una mano oscura. Muy oscura... ¡Asistimos al retorno de la Inquisición en pleno siglo XXI!
La clave para transformar esta dolorosa realidad social es el cambio individual y la coeducación. Podemos gestionar nuestra erótica desde el buen trato y el (auto)amor. Desde el respeto, la alegría y el placer compartido. Podemos generar otra educación posible. Una educación laica y empoderadora que supere la separación de género que tanta violencia y pérdida genera. De educación para la felicidad hablaremos la próxima semana. Gracias por ser vida.
____________________
Recomedaciones:
Libros:
Inés Alberdi y Luis Rojas Marcos (2005). Violencia: Tolerancia Cero. Obra Social La Caixa
Varias publicaciones de Amnistía Internacional
Cine:
Bajo Juarez. La ciudad devorando a sus hijas. Dirección: Alejandra Sánchez (2006)
Audivosuales:
Las mujeres víctimas de guerra en un minuto de realidad por Javier Aisa