Con el título “La oscuridad de los sueños”, la editorial Roca publicó el pasado octubre la versión en castellano de The Scarecrow, una de las últimas novelas del ex periodista y hoy autor estadounidense de bestseller negros Michael Conelly. El libro me entretuvo por dos razones. La primera es que describe de modo muy realista cómo los grandes diarios, en este caso Los Angeles Times, se van desprendiendo de sólidos y veteranos reporteros por la sencilla razón de que salen caros, para sustituirlos por jóvenes que no despegan la mirada de las pantallas conectadas a Internet y cobran cuatro perras. La segunda es que plantea de modo pionero el inmenso poder que sobre todos nosotros pueden tener los genios de la informática, en este caso el jefe de una empresa especializada en la protección de datos digitales de grandes firmas norteamericanas. A esto alude el mucho más acertado título en inglés de la obra: el scarecrow, el espantapájaros, el que se encarga de detectar y combatir los ataques ciberespaciales.
La novela de Conelly me ha venido a la memoria al leer en la web de NPR, la radio nacional pública de Estados Unidos (sí, la hay, y de excelente calidad), el testimonio de Ken Lieberthal, un estadounidense que viaja con frecuencia a China por razones de trabajo. Cuenta Lieberthal que al gigante asiático se lleva un portátil y un lápiz USB completamente vírgenes, a los que desconecta las posibilidades de conexión por WI-FI o Bluetooth. Una vez allí, jamás enlaza de modo inalámbrico con Internet y hasta tapa el teclado cuando está introduciendo contraseñas, tal y como se nos recomienda hacer en los cajeros automáticos. En cuanto a su BlackBerry, no la pierde nunca de vista.