Chester Himes solía decir que si eras joven, varón y negro en Estados Unidos, lo mejor que podías hacer cuando un blanco te dirigía la palabra era quedarte más quieto que una farola y mirarle como si fueras un borrego. El mero parpadeo, añadía, autorizaba al blanco a pegarte un tiro.
Lo decía hace medio siglo y, por lo que sabemos del caso Trayvon Martin, el consejo sigue siendo válido, por mucho que en la Casa Blanca viva un mulato llamado Obama.
Himes, un clásico, y Walter Mosley, un contemporáneo, son los dos autores afroamericanos de novela policiaca más conocidos internacionalmente. Las tramas del primero transcurren en Harlem (Nueva York), las del segundo en Los Ángeles.